Por: Carlos Camarena Medina
El autor es Periodista
Con el inicio del período electoral, camino a los comicios de mayo de 2009, ha empezado una campaña de descalificación de lo que haga el Gobierno, sobre todo lo bueno, en un afán por minimizar el efecto positivo que puede tener en un momento cualquier obra o proyecto que realice la administración del presidente Martín Torrijos.
Desde uno que sin sonrojarse formó consecutivamente parte de dos gobiernos adversarios, hasta otros tres que siendo parte de la anterior administración avalaron con su silencio cómplice todos los desmanes que se cometieron: Durodólares, HP-1430, Museo del Tucán, entre otros, en los cuales en vez de realizar investigaciones, los altos mandos de los que hoy están en oposición salieron a defender lo indefendible.
Un caso patético son las reiteradas y sistemáticas críticas contra el Programa de Desarrollo Comunitario para Infraestructura Pública (Prodec), un proyecto de avanzada que se sustenta en la asignación de una partida de 50 millones de dólares anuales durante 10 años, proveniente de las ganancias que genera el Canal de Panamá.
Los argumentos, hilarantes: desde que se trataba de una estrategia para que se aprobara el proyecto de ampliación del Canal, en el referéndum del 22 de octubre de 2006 (con la entrega de 80 mil dólares a cada representante de corregimiento), pasando por una lenta o el aceleramiento de la ejecución de los proyectos aprobados, hasta las más recientes historias: que reemplazan las desaparecidas partidas discrecionales o que se ejecutan en áreas donde solo hay diputados o representantes de corregimiento del Gobierno; o que pasará lo mismo que en el Fece. Como vemos, según la ocasión, el ataque varía.
No obstante, todo lo afirmado por la alta cúpula de la oposición contrasta con lo que afirman los representantes de corregimiento de esos colectivos en las diferentes reuniones para escoger los proyectos que se ejecutarán a través del Prodec, tal como lo comprobé en sesión realizada recientemente en el distrito de La Chorrera.
El representante del corregimiento de Mendoza, Mario Martínez, del Molirena, felicitó al presidente Torrijos, porque en el caso de la ejecución del Prodec, “ha venido trabajando sin banderías políticas y a todos los representantes nos ha tocado por partes iguales”; mientras que el de El Arado, el arnulfista Eliécer Zambrano, agradeció que se realizaran todas las consultas para escoger los proyectos con la participación de todos los sectores, que en conjunto tomaron la decisión sobre sus prioridades.
O lo que destacó el diputado arnulfista de La Chorrera, Alberto Barranco, quien destacó que las comunidades necesitan la ejecución de estos proyectos, por lo que era necesaria la adopción de mecanismos que agilizaran la ejecución, tal como lo hizo el Gobierno en diciembre de 2007.
Sobre el argumento de que con el Prodec pasará lo mismo que en el Fece, vale destacar que la detención e investigación de las personas involucradas en este caso manda un claro y contundente mensaje de parte de la administración Torrijos, sobre lo que espera a quien ose meter la mano.
Tuve la oportunidad de asistir a las reuniones que se realizaron en los 13 corregimientos del distrito de Capira; y otras de los distritos de San Carlos, Chame, La Chorrera y Arraiján; y fui testigo de largas horas de reuniones en escuelas, iglesias, salones de reuniones y hasta debajo de un árbol; en las cuales las comunidades en forma democrática y mayoritaria escogieron los proyectos.
Fueron reuniones donde participaron representantes de corregimiento de gobierno y oposición, y de votaciones que se tuvieron que hacer varias veces, porque la comunidad estaba divida sobre las obras prioritarias a ejecutarse; o de reuniones que no se hicieron y se tuvieron que reprogramar porque no había la cantidad mínima de personas requeridas para que lo acordado tuviera validez.
Por ello, cuando leo o escucho las afirmaciones de la alta cúpula de la oposición, no hago más que lamentar la pobreza de afirmaciones sin ningún tipo de argumentación. Pero bueno, nadie le tira piedras a los mangos verdes, y para ellos todo es válido en su afán de ganar adeptos; incluso desacreditando todo, por muy bueno y beneficioso que sea para los electores.