Cultura como política de Estado: rescatar el pasado, empoderar el presente y proyectar identidad hacia el futuro
Cultura en clave de gobernanza
En su primer año de gestión, el Ministerio de Cultura, liderado por la ministra María Eugenia Herrera ha articulado una estrategia que va más allá del simbolismo artístico: ha proyectado la cultura como instrumento de desarrollo, inclusión social y posicionamiento nacional. Desde la restauración del patrimonio hasta el impulso de la economía creativa, la institución ha buscado consolidarse como una política pública transversal que articula identidad, comunidad y economía.
La narrativa institucional se resume en un triple propósito: preservar el pasado, formar el presente y proyectar el futuro, condensando un enfoque que mezcla tradición con modernidad. A continuación, se analiza este informe desde una perspectiva político-comunicacional, destacando logros, motivaciones, retos y recomendaciones para fortalecer su impacto.
Aciertos estructurales: cultura con inversión, participación y visión de largo plazo
1. Protección y resignificación del patrimonio histórico
- Más de B/. 41 millones invertidos en restauración de monumentos icónicos: el Museo Reina Torres de Araúz, los fuertes de Portobelo, el Fuerte de Santiago, y el Castillo de Santiago de la Gloria.
- Aprobación de la Ley 456, que declara la Ruta Colonial Transístmica como Patrimonio Cultural.
- Recuperación de 13 piezas arqueológicas desde Canadá.
Estas acciones afianzan la idea de que la cultura no es solo espectáculo, sino memoria viva, y que el Estado tiene una responsabilidad patrimonial con sus generaciones presentes y futuras.
2. Educación artística como política pública
- Con la Ley 455, las Escuelas de Bellas Artes y Folclore retornaron a una gestión especializada, beneficiando a más de 8,400 estudiantes.
- Se construyen y equipan centros culturales en Penonomé, Aguadulce, Changuinola y Las Tablas, con un proyecto insignia: Ciudad de las Artes, próxima a inaugurarse.
Este énfasis demuestra un giro hacia la institucionalización de la formación cultural, alejándose del enfoque asistencialista hacia uno que promueve derechos culturales universales.
3. Cultura que transforma comunidades
- Más de 537 mil personas participaron en programas culturales, desde giras del Ballet Nacional hasta actividades comunitarias.
- La Red Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles impacta a 7,000 niños y jóvenes en todo el país.
Estas cifras refuerzan la cultura como motor de cohesión social y ciudadanía activa, promoviendo pertenencia, disciplina y sentido colectivo.
4. Impulso decidido a la economía creativa
- Implementación del Certificado de Fomento Cultural y los Mercados Creativos.
- Apoyo a 57 proyectos audiovisuales a través del Fondo Cine, consolidando a Panamá como un nuevo actor cinematográfico regional.
Esta línea conecta con una visión moderna del sector cultural: generador de empleo, exportador de contenidos y atractivo para la inversión privada.
5. Revalorización del folclore y la artesanía
- 650 mil personas impactadas por ferias y festivales.
- 1,806 artesanos beneficiados con ingresos por B/. 370,979, acceso a microcréditos y formación técnica.
El Ministerio combina orgullo cultural con dinamismo económico, reforzando la cadena de valor del folclore como expresión y subsistencia.
6. Defensa del derecho de autor y patrimonio inmaterial
- 485 obras registradas y más de 1,000 personas capacitadas, con nuevas herramientas de accesibilidad.
- Este eje refuerza la legitimidad del Ministerio ante creadores e intérpretes, protegiendo su propiedad intelectual y su aporte simbólico al país.
Motivaciones políticas y estrategias institucionales
El enfoque del Ministerio apunta a consolidar una diplomacia cultural interna, cuyos objetivos parecen ser:
- Democratizar el acceso a la cultura, llevándola fuera de los círculos urbanos y académicos hacia las provincias y comunidades indígenas.
- Transformar la cultura en herramienta de desarrollo, creando empleo, formación y consumo responsable de contenidos propios.
- Consolidar la institucionalidad cultural panameña, proyectando un aparato estatal más técnico, descentralizado y normativamente sólido.
- Reforzar la identidad nacional como base de cohesión, especialmente en un contexto social de fragmentación y desconfianza institucional.
Oportunidades de mejora y críticas constructivas
1. Falta de visibilidad comunicacional nacional
Pese a sus logros, el Ministerio no ha logrado instalar una narrativa cultural fuerte en los medios tradicionales o digitales. La percepción pública aún lo ve como sector ornamental más que estratégico.
2. Débil narrativa emocional y humana
Los informes destacan cifras y leyes, pero carecen de historias humanas, casos de éxito o transformaciones personales que conecten emocionalmente con la ciudadanía.
3. Ausencia de datos comparativos o líneas base
No se presenta cómo estas cifras se comparan con años anteriores, ni cuánto falta por atender. Sin estos indicadores, el impacto real es difícil de dimensionar.
4. Silencio sobre articulación interinstitucional
El informe no menciona coordinación con educación, turismo, desarrollo social o comercio. La cultura, para ser transversal, debe integrarse en toda la política pública, no operar en solitario.
Recomendaciones comunicacionales
- Crear campañas audiovisuales de “Cultura que transforma vidas”, con testimonios de beneficiarios reales (niños músicos, cineastas, artesanos).
- Establecer un Observatorio de Impacto Cultural, que produzca datos abiertos, comparativos y territoriales.
- Potenciar presencia digital del Ministerio, con contenido adaptado a jóvenes, transmisiones en vivo, recorridos virtuales y entrevistas.
- Integrar la cultura en discursos de desarrollo nacional, especialmente en temas de economía, educación, equidad y diplomacia.
Conclusión: la cultura como política de Estado
El Ministerio de Cultura ha demostrado, en su primer año, que la gestión cultural bien orientada no es solo un asunto simbólico, sino un motor de transformación real. Desde la protección del patrimonio hasta la economía creativa, se han dado pasos sólidos hacia una cultura que forma ciudadanía, promueve identidad y genera futuro.
Sin embargo, para que este avance sea irreversible, debe ir acompañado de una comunicación estratégica que legitime su valor ante la población. Porque si la cultura hoy es motor de desarrollo, cohesión social y orgullo nacional, como declara su mensaje institucional, entonces debe ser tratada, financiada y comunicada como tal. La cultura ya no es adorno. Es gobernanza.