El campo como prioridad estratégica: inversión, innovación y justicia rural
Gobernar desde la tierra
El primer año de gestión del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA), liderado por el ministro Roberto Linares, ha estado marcado por una narrativa de reparación, impulso productivo y transformación tecnológica. En un país históricamente dividido entre centro urbano y periferia rural, la actual administración propone un modelo agropecuario que combina compensaciones justas, infraestructura moderna, genética avanzada, exportaciones competitivas y cooperación internacional.
Desde el discurso oficial, se construye una idea poderosa: el agro no solo es producción de alimentos, sino soberanía económica, inclusión territorial y motor del desarrollo sostenible. Este análisis político y comunicacional evalúa la gestión desde su capacidad para estructurar una política pública integral que responda a los desafíos estructurales del campo panameño.
Aciertos clave: inversión histórica, fortalecimiento productivo y visión internacional
1. Compensaciones e incentivos: restaurar la confianza
- Se gestionaron B/. 110 millones para saldar deudas pendientes con productores de arroz, maíz, leche y tomate.
- Se reportan más de B/. 1,000 millones en apoyo total al sector, reactivando cadenas de valor.
Este frente no solo tiene valor económico, sino alto contenido simbólico: el Estado reconoce su deuda histórica con los productores, lo que permite reconstruir la confianza institucional en el campo.
2. Desarrollo pecuario: genética como estrategia de transformación
- Entrega de 100 sementales a pequeños ganaderos y adquisición de 1,500 pajillas de semen italiano para mejorar la genética bufalina.
- Fortalecimiento del Centro Ovino Caprino, clave para elevar la productividad y diversificación ganadera.
Estas acciones proyectan una visión de modernización silenciosa, que apuesta por la calidad productiva y la autonomía del productor rural.
3. Infraestructura productiva y conectividad rural
- Ejecución al 100% de sistemas de riego en Río Sereno y Alto de Bambito, beneficiando a 336 productores.
- Mantenimiento del sistema de riego Remigio Rojas (50% de avance).
- Avance del 98% en la nueva sede regional del MIDA en Chiriquí.
- 103 kilómetros de caminos rurales rehabilitados en Coclé, Herrera y Veraguas.
Este eje conecta el discurso de productividad con el de presencia estatal en el territorio, fortaleciendo la movilidad, el acceso a mercados y la institucionalidad rural.
4. Exportaciones y sanidad animal: abrir mercados, garantizar calidad
- Panamá se declara listo para exportar carne bovina a EE.UU., tras pasar tres preauditorías sanitarias.
- Campaña nacional de sanidad para la certificación como país libre de brucelosis y tuberculosis bovina, con más de 40,000 muestras tomadas.
Esta dimensión eleva el perfil del agro panameño, posicionándolo como productor competitivo y confiable en mercados internacionales.
5. Innovación, sostenibilidad y cooperación internacional
- Lanzamiento de OSIGA, plataforma digital de datos geoespaciales agropecuarios, para decisiones técnicas con evidencia.
- Apoyo a 400 huertas rurales familiares en la comarca Ngäbe-Buglé, junto a AECID.
- Instalación de microplantas potabilizadoras en Madugandí y Barú con cooperación israelí.
Este frente marca el ingreso del MIDA a una nueva era de agricultura digital, resiliente y descentralizada, conectada con redes de cooperación global.
Motivaciones políticas e intenciones estratégicas
El modelo de gestión proyectado por el MIDA parece responder a tres objetivos centrales:
- Reparar relaciones históricamente fracturadas con el sector agroproductor, demostrando voluntad política para honrar compromisos y saldar cuentas pendientes.
- Fortalecer la institucionalidad agropecuaria nacional, dotándola de capacidad técnica, infraestructura y tecnología para acompañar al productor en todas sus fases.
- Consolidar la inserción de Panamá en cadenas de valor globales, mostrando que el agro puede ser tanto inclusivo como competitivo, sin excluir ni rezagar a los pequeños productores.
Oportunidades de mejora y críticas constructivas
1. Narrativa tecnocrática, sin rostro humano
El balance enfatiza cifras y avances técnicos, pero carece de testimonios de productores, comunidades o familias beneficiadas. Esta ausencia debilita la conexión emocional del ciudadano común con los logros del Ministerio.
2. Desigual cobertura mediática y bajo posicionamiento público
Pese a las inversiones millonarias y avances sustantivos, el MIDA no ha logrado posicionar su gestión en la agenda nacional, lo que limita su capital político frente a otras carteras más visibles.
3. Falta de indicadores sociales y de sostenibilidad ambiental
No se presentan datos sobre mejora de ingresos rurales, reducción de pobreza o impacto ambiental. Sin estas métricas, el agro corre el riesgo de percibirse solo como productivista, sin conexión con el desarrollo humano.
4. Ausencia de enfoque interministerial
No se menciona coordinación con el MIDES, Educación, Ambiente o Comercio. Un agro sostenible requiere una visión articulada de política pública multisectorial.
Recomendaciones comunicacionales
- Crear un “Observatorio del Campo”, que mida y difunda indicadores sociales, ambientales y económicos del agro panameño.
- Generar una campaña narrativa de “Rostros del agro”, visibilizando historias de éxito, innovación y resiliencia de productores y comunidades rurales.
- Desarrollar contenido visual e interactivo sobre OSIGA, para mostrar el valor de la tecnología en la vida cotidiana del productor.
- Fortalecer alianzas con medios regionales y radios comunitarias, llevando la información y los servicios del MIDA a los territorios con mayor desconexión informativa.
Conclusión: un agro que vuelve al centro
El Ministerio de Desarrollo Agropecuario ha logrado, en su primer año, sentar las bases de un agro panameño más justo, moderno y resiliente. Desde las compensaciones históricas hasta la digitalización y la apertura de nuevos mercados, la gestión ha demostrado que es posible construir un modelo rural con dignidad, innovación y proyección internacional.
El desafío ahora es convertir esta transformación técnica en una narrativa nacional. Porque mientras el agro siga siendo invisible en la conversación pública, seguirá siendo vulnerable en la toma de decisiones políticas. Gobernar el campo, hoy, no solo es invertir en producción: es proteger la soberanía, fortalecer el tejido social y asegurar el futuro alimentario del país.