Este el discurso del Presidente de Panamá José Raúl Mulino, durante su intervención en Perú:
Lo sentía en el alma, porque luego de la visita de ayer y antes de ayer del secretario de Defensa de los Estados Unidos a Panamá, nos costó mucho imponer el criterio de la soberanía panameña en nuestro territorio, en el Canal de Panamá.
La cooperación con Estados Unidos viene de hace mucho tiempo. No la inventó mi gobierno. Viene de distintos gobiernos, sobre todo desde la era democrática hasta nuestros días.
Siendo viceministro de Relaciones Exteriores de la República en 1990, me tocó negociar un tratado con los Estados Unidos que fue altamente polémico.
Lo que se firmó antes de ayer no fue un tratado, fue un memorándum de entendimiento operativo y administrativo entre dos entidades de defensa: nuestro Ministerio de Seguridad y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Hasta allí.
En por lo menos tres o cuatro versiones anteriores, retiramos los conceptos de «presencia militar permanente», «bases militares» y «cesión de territorio», porque eso sí es inaceptable.
Y aunque no lo crean mis adversarios —unos con peso específico y otros sin ningún peso más allá que la retórica y el oportunismo politiquero—, todas estas opiniones hoy contrarias a lo que se hizo constituyen una fortaleza muy grande para el gobierno. Y no lo entienden.
Fue una de mis conversaciones con el secretario de Defensa:
—“¿Usted quiere un lío aquí? Hablemos de esto, para que se prenda el país.”
Y si yo fuera un politiquero —que no lo soy— o un demagogo —que tampoco lo soy—, ¿a quién no le gusta un balcón para dirigirse a un pueblo, para invocar la soberanía y la defensa de la patria?
Hay que ser un morón para que a uno no le guste eso.
Pero yo tengo la enorme responsabilidad de gobernar un país y de entender la importancia geopolítica, que no la tiene ningún otro país —con el mayor respeto lo digo— de nuestra región latinoamericana, por el Canal de Panamá.
El Canal es un centro neurálgico de poder, de intereses, de comercio internacional que está allí para servir —no para otra cosa— en beneficio del mundo, de su comercio, y de Panamá y los panameños.
Y es por eso que hay que manejarse con mucha prudencia. Mucha prudencia, en tiempos donde esta es escasa.
Hace un momento chateaba con un amigo preocupado por Panamá que me decía:
—“Tienes que responder, tienes que hacer, tienes que decir…”
Yo no puedo responder a cada ocurrencia. No lo puedo hacer. Porque hay algo que a mí no me interesa y que siempre ha privado:
A mi país no le conviene la imagen de un país en controversia con los Estados Unidos. Como no le conviene a ninguno en la región democrática.
Allá ellos, los que profesan otras cosas y se empinan sobre otras cosas que creen ellos, para volver a una retórica desfasada en el tiempo por completo.
El próximo año estaremos en Panamá, y con el mayor gusto estaré con usted en la reunión de Parlatino.
Nuestro país ha contribuido a todas estas independencias. Tenemos un santanero, José Domingo Espinar, que arribó por estas tierras para acompañar al Libertador.