El hoy Presidente, siendo candidato, prometió dar “más seguridad” al país. Dijo tener un mejor plan que aquel que proponía la administración Moscoso (“mano dura”), que implementaría tan pronto llegara a la Presidencia de la República. Un plan que denominó de “Seguridad Integral”. ¿Dónde estamos cuatro años después? Cuatro años después se cometen más delitos, y lo que es más grave aún, mueren más personas producto de homicidios.
En 2004 y durante los años previos, en promedio era asesinada una persona al día; es decir, 365 al año. En 2007, esta cifra había superado los 400 al año, y este año va por el mismo camino. En otras palabras, la política de seguridad de este gobierno PRD ha sido un rotundo y total fracaso. Tan incompetentes han sido en garantizar la prometida seguridad, que hace surgir una duda legítima en cuanto a si realmente existía la tan proclamada estrategia de seguridad integral.
Frente a esta ola de violencia, hay quienes sacan de la manga el peregrino argumento de la nostalgia. La nostalgia por un pasado que supuestamente era mejor. Según estos nostálgicos, cuando vivíamos en dictadura, había más seguridad. Claro, hace 20 años, moría menos gente que ahora en manos de delincuentes comunes (poco importa para estos nostálgicos que hace 20 años, había menos panameños que los que hay hoy). Lo que convenientemente callan, es que hace 20 años no se respetaban las garantías fundamentales de los ciudadanos y mientras se trataba con alfombra roja a los capos colombianos del narcotráfico, que hasta eran escoltados por las Fuerzas de Defensa mientras visitaban nuestro país, los civilistas que nos oponíamos al régimen éramos golpeados y detenidos ilegalmente, acusados de ser sediciosos.
Esos mismos nostálgicos, con total desvergüenza, argumentan que quienes se oponen a sus designios, esgrimimos un fantasma, el del militarismo, que no es real. ¿No es real? ¿Acaso es un invento que el presidente Torrijos ha designado ex militares al frente del Ministerio de Gobierno y Justicia, de Migración y del Consejo de Seguridad, entre otros estamentos de seguridad? Veamos por un momento los pasos que ha dado la administración PRD en el camino del retorno a un pasado militarista que tanto luto le ocasionó a nuestra patria y cuyos desmanes todavía estamos pagando hoy.
Durante la dictadura, las Fuerzas de Defensa eran un solo organismo armado, que concentraba el componente aéreo, marítimo y por decirlo así, el de infantería y policía. Así mismo, las Fuerzas de Defensa controlaban el Tránsito, Migración y la investigación de los crímenes, a través del Deni.
De 1990 a 1994, se tomaron decisiones determinantes en materia de seguridad e institucionalidad democrática. Se “judicializó” la investigación judicial creando la PTJ. Se desconcentró el poder, dividiendo las FFDD en tres: la Policía, el SAN y el SMN. El transporte y Migración salieron del control absoluto de la Policía. Y se pusieron estas instituciones al mando de civiles. Por vía constitucional, se prohibió el ejército.
¿Qué han hecho Martín Torrijos, DDD y el PRD? Han revertido el proceso. Se eliminó la PTJ y se ha establecido algo muy parecido al Deni de la dictadura. A través de decreto ley, se legisló sobre el tema migratorio, para incluirla como una institución de “seguridad” para meterla nuevamente bajo el ámbito de influencia de la Policía Nacional. Se reformó la ley de contratación pública, para eximir a estas instituciones de seguridad de todo control sobre las contrataciones que realizan. Y ahora, a través de varios decretos ley, se vuelve a la concentración de poder, se crea formalmente un cuerpo de “sapos” que está por encima de cualquier control democrático y se siembra la semilla de un nuevo ejército, a través de la denominada “Policía de Fronteras” que, además, les permite recibir ayuda militar de EU por medio del Plan Mérida.
Durante la dictadura, los favoritos del régimen eran todopoderosos y acumularon grandes fortunas. No es de extrañar que sientan tanta nostalgia por aquellos viejos tiempos, que indudablemente eran mejores para ellos. Tiempos en los que podían acallar a quienes los criticaran y en donde no tenían que someterse a la molestia de elecciones transparentes y alternabilidad en el poder.