Moody’s rebaja la calificación crediticia de Estados Unidos
Moody’s, una de las agencias más importantes del mundo que califica la salud financiera de los países, acaba de rebajar la calificación de crédito de Estados Unidos. Pasó de la nota más alta posible (Aaa) a una un poco más baja (Aa1). Esto no suena tan grave en teoría. Pero en la práctica, es una señal clara: la economía más poderosa del planeta está gastando mucho más de lo que puede sostener, y el mundo está empezando a desconfiar.
Este anuncio no es solo una decisión técnica. Tiene implicaciones políticas, económicas y simbólicas. Refleja años de malas decisiones, enfrentamientos entre partidos y una falta de acuerdos serios para controlar el gasto. Y, sobre todo, muestra cómo incluso un gigante puede tambalear si no toma decisiones responsables a tiempo.
Una economía fuerte… pero mal administrada
Estados Unidos sigue siendo una potencia económica. Tiene altos ingresos por habitante, capacidad de innovación, y el dólar sigue siendo la moneda de referencia en todo el mundo. Sin embargo, Moody’s advierte algo que ya se veía venir: la deuda ha subido tanto que el país ya no puede pagarla sin dificultad creciente.
Desde hace más de diez años, el gobierno federal gasta más de lo que recauda. Esto ha generado déficits fiscales constantes. Y como los impuestos no han subido —al contrario, hubo recortes en 2017— el hueco se cubre con deuda. Esa deuda ahora genera intereses altísimos que el país debe pagar todos los años. En 2024, casi el 18% de todo lo que recauda el gobierno se va solo en pagar intereses. Y se estima que en 2035 esa cifra será del 30%.
¿Por qué importa este cambio de nota?
La calificación Aaa representaba la máxima confianza en la capacidad de Estados Unidos para pagar sus deudas. Ahora, al ser degradada a Aa1, la percepción es que esa confianza ya no es absoluta.
Esto puede provocar tres cosas:
- Mayores costos para endeudarse. Si el país es considerado más riesgoso, tendrá que ofrecer más intereses para atraer inversionistas.
- Presión sobre el dólar. Aunque sigue siendo la moneda más usada del mundo, una baja en la calificación es un golpe a su credibilidad.
- Efectos políticos internos. Los partidos, especialmente en año electoral, usarán este cambio como arma. Los demócratas culparán a los recortes fiscales republicanos; los republicanos dirán que el gasto social es insostenible.
Una política que no logra acuerdos
Moody’s señala que el problema no es nuevo, pero sí cada vez más preocupante. Las administraciones —demócratas y republicanas— no han logrado ponerse de acuerdo en reformas serias. El gasto obligatorio (como pensiones, salud e intereses) seguirá subiendo, mientras los ingresos del gobierno no cambian.
Y aunque hay propuestas en el Congreso, Moody’s es claro: no cree que haya reformas fiscales serias en el horizonte. La falta de liderazgo y voluntad política está minando la estabilidad financiera del país.
¿Hay algo que aún respalde la confianza?
Sí. Moody’s también dijo que aún hay razones para confiar:
- El tamaño de la economía.
- La fortaleza del sistema institucional.
- La capacidad del país para reaccionar ante crisis.
- La independencia de la Reserva Federal.
Además, a pesar del deterioro fiscal, no hay señales de que los inversores estén abandonando los bonos del Tesoro. El dólar sigue siendo dominante y, por ahora, no hay una alternativa clara a nivel mundial.
¿Qué podría mejorar o empeorar la situación?
Podría mejorar si:
- Se aprueban reformas fiscales que aumenten ingresos o reduzcan el gasto.
- La economía crece más de lo esperado y mejora la relación deuda/PIB.
Podría empeorar si:
- Aumentan los intereses más de lo previsto.
- Los inversionistas empiezan a vender activos en dólares.
- Se debilitan las instituciones o hay un colapso de confianza política.
Una advertencia global
Lo que ha hecho Moody’s es levantar una bandera roja. No dice que Estados Unidos esté en quiebra. Pero sí que, si no cambia de rumbo, va por mal camino.
Esto debe preocupar a todos, no solo a los estadounidenses. La economía mundial depende de la estabilidad de EE. UU. Si el dólar se tambalea, el efecto se siente en toda América Latina, Europa, Asia y más allá.
La lección es clara: ninguna economía, por grande que sea, está exenta de las consecuencias de la mala política fiscal. Y el costo de no actuar puede ser mayor de lo que cualquier gobierno quiere reconocer.
¿Quién debería estar prestando atención a esto?
- Jóvenes emprendedores: porque el costo del dinero y el acceso a crédito puede cambiar.
- Inversionistas: porque esta nota impacta decisiones globales.
- Políticos: porque esto demuestra que no actuar tiene consecuencias.
- Medios: porque deben traducir estos datos complejos en historias reales.
La calificación bajó. Pero más allá de una letra, lo que bajó es la paciencia del mundo con el desorden fiscal de Estados Unidos.