Mensaje de Sal de las Redes
Este mensaje del colectivo «Sal de las Redes», expresado por su fundador José Isaac González, contiene varios elementos que deben ser examinados críticamente.
A continuación se detallan las posibles falacias, manipulaciones o señales de alerta (red flags) que emergen del discurso:
Falsa equivalencia
“No es lo mismo dialogar con el presidente a puertas cerradas que tener un diálogo amplio…”
Esta frase establece una dicotomía que sugiere que cualquier diálogo a puertas cerradas es, por definición, ilegítimo o menos válido que uno “amplio y representativo”. Sin embargo, no todo diálogo a puertas cerradas es antidemocrático; muchas negociaciones políticas o diplomáticas requieren confidencialidad en fases preliminares para generar acuerdos viables. Aquí se incurre en una falacia de falsa equivalencia, descalificando un tipo de diálogo sin evaluar su contenido, resultados o contexto.
Apropiación de vocería con ambigüedad estratégica
“Sal de las Redes no es el único grupo que está en las calles…”
Aunque la frase parece reconocer que no son los únicos actores sociales movilizados, el uso reiterado del nombre del colectivo en primera persona refuerza una apropiación simbólica del espacio de protesta, posicionándolos como portavoces autorizados de un movimiento más amplio. Se presenta como una afirmación de modestia, pero estratégicamente consolida liderazgo sobre la narrativa sin consenso explícito.
Indeterminación del criterio de representatividad
“…tener un diálogo amplio, profesional, representativo, donde estén todos los grupos.”
Este argumento contiene una ambigüedad peligrosa: no se define quién decide qué grupos deben estar, qué constituye “profesionalismo” o cómo se mide la representatividad. ¿Se refiere a gremios legalmente constituidos? ¿A colectivos organizados informalmente? Esta vaguedad permite al emisor deslegitimar cualquier mesa de diálogo futura en la que no participe, al alegar que “no estaban todos”.
Cortina de humo emocional
El argumento está formulado para responder emocionalmente a una crítica legítima: “antes no querían dialogar y ahora sí”. En lugar de explicar el cambio de postura con base en condiciones objetivas (por ejemplo, nuevos actores, contexto jurídico, evolución de demandas), se recurre a un lenguaje moralizante que desacredita el proceso previo y proyecta superioridad ética sobre otros actores.
Red flag de radicalización narrativa
Cuando se presenta como incuestionable la legitimidad del grupo propio y se descalifican otras formas de diálogo sin matices, se cae en una narrativa de deslegitimación sistemática del adversario. Esto puede ser funcional para movilizar emocionalmente a una base, pero mina las condiciones de gobernabilidad y la posibilidad de acuerdos democráticos.
Reflexión
El comunicado de “Sal de las Redes”, aunque estructurado con lenguaje formal, incurre en tácticas comunes de manipulación del discurso público: falsa equivalencia, apropiación simbólica del movimiento social, ambigüedad conceptual y respuestas emocionales ante críticas legítimas.
Para fortalecer el proceso democrático, es indispensable que los actores sociales mantengan coherencia discursiva, transparencia en sus criterios de participación, y eviten asumir vocerías no consensuadas.
El diálogo no se invalida por su forma (cerrada o abierta), sino por sus resultados, su inclusividad real y su impacto en la solución de los conflictos.