En un giro inesperado que sacude el tablero político panameño, Estados Unidos ha revocado las visas de entrada al expresidente Martín Torrijos y al excandidato presidencial Ricardo Lombana. La noticia, aún en desarrollo, deja al país en vilo y plantea una pregunta inquietante: ¿por qué Washington decide cerrar sus puertas a dos figuras clave de la política nacional y qué mensaje pretende enviar más allá de sus fronteras? En medio de tensiones por acuerdos bilaterales y debates sobre soberanía, la decisión estadounidense resuena como un eco de advertencia, con implicaciones que trascienden lo personal y se proyectan sobre el futuro político de Panamá y la región.
¿Quiénes son Martín Torrijos y Ricardo Lombana hoy?
Martín Torrijos, hijo del histórico líder Omar Torrijos, presidió Panamá entre 2004 y 2009. Su mandato estuvo marcado por la firma de acuerdos de seguridad y cooperación con Estados Unidos, así como por reformas institucionales y proyectos de infraestructura. En la actualidad, Torrijos se ha posicionado como un crítico abierto de los recientes acuerdos de seguridad entre Panamá y Estados Unidos, abogando por la defensa de la soberanía nacional y cuestionando la presencia militar extranjera en suelo panameño.
Sus palabras en conferencia de prensa hoy fueron:
He sido informado de que mi visa de entrada a los Estados Unidos ha sido cancelada. Entiendo que los otorgamientos de visa no constituyen un derecho, sino una prerrogativa soberana de cada nación. Sin embargo, no habiendo agraviado a persona o gobierno alguno, considero que esta decisión solo tiene una explicación: el haberme opuesto al memorándum de entendimiento Abrego–Hegseth, así como a la declaración conjunta Mulino–Hegseth y a la declaración Icaza–Hegseth, las cuales considero lesivas a la soberanía nacional y violatorias del Tratado de Neutralidad. Y además, por haber firmado el documento público denominado Unidad Nacional y Defensa de la Soberanía. Quiero advertir que esto no se trata solo de mí, ni en lo personal, ni en mi condición de expresidente de la República. Se trata de una advertencia a todos los panameños: que las críticas a las actuaciones del gobierno de Panamá en lo que respecta a las relaciones con los Estados Unidos no serán toleradas. Contrasta que, después de haber resuelto con los Tratados Torrijos–Carter los problemas fundamentales con los Estados Unidos, estemos viviendo ahora un retroceso histórico. Como panameño, y en especial como hijo del general Torrijos, siempre velaré para que no se ponga en riesgo el sacrificio de tantas generaciones de panameños que lucharon para que hoy tuviéramos una patria libre y soberana. A ellos, y en especial a los mártires del 9 de enero, les debemos más que memoria: les debemos lealtad. Defender nuestra soberanía es cumplir con un deber nacional. Si defender los intereses de mi país y rechazar la presencia militar extranjera conlleva la consecuencia de que me revoquen la visa, lo asumo con orgullo, porque me alimento del sentimiento nacionalista de los panameños que no se intimidan ante las amenazas ni ante las injerencias de la embajada de los Estados Unidos en Panamá. Podrán revocarme mi visa. Lo que nunca podrán revocar es mi compromiso con el bienestar del pueblo panameño. Gracias.
Por su parte, Ricardo Lombana es un abogado, periodista y líder del Movimiento Otro Camino. Se ha forjado una imagen de político antisistema, centrando su discurso en la lucha contra la corrupción y la transparencia institucional. Lombana ha sido una voz crítica frente a los pactos bilaterales que, en su opinión, vulneran la Constitución y el Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá. Su postura lo ha enfrentado tanto al gobierno panameño como a la embajada estadounidense, que recientemente le manifestó su incomodidad por sus declaraciones públicas.
Qué se sabe sobre la revocación de visas
La revocatoria de las visas se produce en un contexto de alta tensión diplomática. Fuentes cercanas confirman que Torrijos ofrecerá una conferencia de prensa para abordar el tema, mientras que Lombana ya había recibido señales de descontento por parte de la embajada estadounidense tras firmar una declaración multipartidista que exige la anulación de un memorándum de entendimiento con Estados Unidos. Hasta ahora, no hay confirmación oficial de la embajada sobre los motivos específicos, pero el embajador Kevin Marino Cabrera ha recordado públicamente que “una visa es un privilegio, no un derecho”.
La medida recuerda a procedimientos habituales del Departamento de Estado, que puede revocar visas por razones de seguridad, política o sospechas de corrupción, incluso sin necesidad de una condena judicial previa.
Antecedentes históricos de revocatorias de visa a políticos panameños
La revocación de visas a figuras políticas panameñas no es un fenómeno nuevo. El caso más emblemático es el del expresidente Ricardo Martinelli, a quien se le prohibió la entrada a Estados Unidos por aceptar sobornos y estar vinculado a tramas de corrupción internacional, medida que también alcanzó a sus familiares directos. En otros casos, como el del diputado Benicio Robinson, aunque no se ha confirmado una revocatoria de visa, sí ha enfrentado investigaciones y cuestionamientos públicos sobre su integridad y transparencia.
Estas decisiones suelen alinearse con la política exterior estadounidense de sancionar a actores considerados corruptos o que representan riesgos para la seguridad y estabilidad regional, en ocasiones vinculados a listas como la Magnitsky.
Lectura diplomática: ¿mensaje a Panamá o jugada regional?
La revocación de visas a Torrijos y Lombana puede interpretarse como una advertencia multifacética. Por un lado, surge en medio de la polémica por el memorándum de entendimiento que permite operaciones conjuntas de seguridad entre Panamá y Estados Unidos, criticado por sectores que ven en ello una amenaza a la soberanía nacional. Por otro, la medida coincide con el surgimiento de un frente multipartidista que desafía la narrativa oficial y exige transparencia en los acuerdos bilaterales.
En el contexto regional, la decisión podría ser leída como una presión sobre el nuevo gobierno panameño para alinear sus políticas con los intereses de Washington, especialmente ante el avance de China en proyectos estratégicos como el Corredor Interoceánico y la creciente preocupación por la corrupción y el crimen organizado en la región.
El impacto en la opinión pública y en la clase política panameña
La noticia ha generado una ola de reacciones en redes sociales y en la esfera política. Mientras algunos ven en la decisión una injerencia inaceptable en los asuntos internos de Panamá, otros la interpretan como un llamado de atención sobre la necesidad de mayor transparencia y rendición de cuentas. Las alianzas políticas y las estrategias de campaña de cara a futuros comicios podrían verse alteradas, así como la imagen internacional del país, que ya enfrenta el desafío de restaurar la confianza en sus instituciones tras escándalos de corrupción recientes.
¿Qué sigue? Consecuencias legales, políticas y diplomáticas
En términos legales, la revocación de una visa estadounidense no implica una condena ni necesariamente una inhabilitación política, pero sí puede dañar gravemente la reputación de los afectados y limitar su margen de maniobra internacional6. Lombana podría apelar la decisión, aunque el proceso es incierto y depende de la discrecionalidad consular. En el caso de Torrijos, el golpe es principalmente simbólico, pero podría influir en su rol como referente político y en la dinámica de alianzas nacionales e internacionales.
A nivel diplomático, la medida podría tensar las relaciones bilaterales y obligar al gobierno panameño a definir con mayor claridad su postura frente a Estados Unidos, China y otros actores regionales. El desenlace dependerá de la capacidad de las instituciones panameñas para gestionar la crisis y reafirmar su soberanía sin aislarse de la comunidad internacional.
Reflexión final
En Panamá, la política y la diplomacia se entrelazan con la historia del Canal y el peso de las potencias extranjeras, la revocación de visas a Torrijos y Lombana es una señal de alerta, un recordatorio de que la soberanía se defiende día a día y que las decisiones de Washington siguen marcando el pulso de la región. La pregunta ya no es a quién le quitarán la visa, sino quién aún la conserva sin temor.