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El Partido Panameñista en la encrucijada: una renovación que define el futuro político de Panamá

Sep 19, 2025
Partido Panameñista - José Blandón

José Blandón

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Tabla de contenidos

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  • La hora decisiva del panameñismo
  • Contexto histórico: un partido forjado en la resistencia
  • Motivaciones reales: la debacle electoral como catalizador
  • Estrategias políticas y comunicacionales en juego
    • La facción varelista: institucionalidad y consenso
    • La facción moscosista: experiencia técnica y continuidad
    • La corriente renovadora: cambio generacional y modernización
  • Expectativas y tensiones internas: el tablero de poder
    • El factor Blandón: resistencia al cambio
    • Las reglas del juego: paridad y representación
    • El calendario electoral: presión y oportunidad
  • Implicaciones nacionales: reconfiguración del equilibrio político
    • Impacto en el sistema de oposición
    • El rol en la gobernabilidad nacional
  • Comparaciones internacionales: lecciones de la región
    • El modelo chileno: moderación y coaliciones
    • El caso costarricense: realineamiento y nuevos actores
    • Lecciones sobre institucionalización partidaria
  • Escenarios prospectivos: ¿qué puede ocurrir después del 23 de noviembre?
    • Escenario 1: triunfo de Jorge Herrera – institucionalización moderada
    • Escenario 2: ascenso de Carlos Raúl Piad – restauración moscosista
    • Escenario 3: renovación con Willie Bermúdez – cambio generacional
    • Escenario 4: candidatura de consenso – transición negociada
  • Impacto en la democracia panameña: más allá del partidismo
    • Fortalecimiento del pluralismo democrático
    • Modernización de la competencia electoral
    • Legitimidad del sistema de partidos
  • Desafíos estructurales: obstáculos para la renovación efectiva
    • Financiamiento y sostenibilidad organizacional
    • Renovación programática e ideológica
    • Profesionalización de la gestión partidaria
  • La hora de la verdad: reflexiones finales

La hora decisiva del panameñismo

El 23 de noviembre de 2025 representará más que una simple elección interna para el Partido Panameñista. Será el momento en que una de las fuerzas políticas más emblemáticas de la historia contemporánea panameña defina si puede reinventarse o resignarse a la irrelevancia. Con apenas 221,131 adherentes tras la pérdida de casi 10,000 miembros en el último año, el panameñismo enfrenta su crisis existencial más profunda desde la caída de la dictadura. Esta Convención Nacional Extraordinaria no es solo una renovación de dirigentes; es un juicio histórico sobre la capacidad de adaptación de un partido centenario que debe demostrar si aún tiene algo que ofrecer a los panameños del siglo XXI. Los 43 cargos en disputa representan la última oportunidad para que el movimiento fundado por Arnulfo Arias Madrid recupere su relevancia nacional o confirme su declive hacia la marginalidad política.

Contexto histórico: un partido forjado en la resistencia

El Partido Panameñista nació de la heroica gesta del 2 de enero de 1931, cuando Acción Comunal ejecutó un golpe de Estado que cambiaría para siempre el rumbo político nacional. Desde sus orígenes, este movimiento se caracterizó por su férrea defensa de los intereses nacionales y su rechazo a la influencia extranjera, principios que llevaron al poder a Arnulfo Arias Madrid en tres ocasiones durante el siglo XX.

La doctrina panameñista, forjada en la resistencia y el nacionalismo, ha gobernado Panamá en tres oportunidades desde 1989: con Guillermo Endara (1989-1994), Mireya Moscoso (1999-2004) y Juan Carlos Varela (2014-2019). Sin embargo, cada transición de liderazgo ha estado marcada por profundas divisiones internas que han debilitado progresivamente la cohesión del movimiento.

La historia de las renovaciones partidistas del panameñismo revela un patrón recurrente de crisis seguidas de intentos de regeneración. En 2005, tras la derrota de Mireya Moscoso, Marco Ameglio asumió una presidencia de transición que culminó en 2006 con la llegada de Juan Carlos Varela al poder. Varela mantuvo el control durante 13 años hasta que el escándalo «Varela Leaks» y los malos resultados electorales de 2019 abrieron paso a José Isabel Blandón.

Motivaciones reales: la debacle electoral como catalizador

La convocatoria a esta convención extraordinaria tiene raíces profundas en el fracaso electoral de mayo de 2024, cuando la alianza entre el Partido Panameñista y Cambio Democrático obtuvo apenas 259,030 votos (11.4% del total), quedando relegada al cuarto lugar. Este resultado representó una de las peores derrotas en la historia del panameñismo, superando incluso la debacle de 2019 cuando Blandón como candidato presidencial obtuvo resultados similares.

La pérdida sostenida de adherentes refleja una crisis de credibilidad que trasciende los números. De 231,079 miembros en julio de 2024, el partido descendió a 221,131 en septiembre de 2025. Esta hemorragia de militantes no es un fenómeno aislado del panameñismo, sino parte de una crisis generalizada del sistema de partidos panameño, donde el PRD perdió 91,858 miembros en el mismo período.

El politólogo Jaime Porcell explica que «la disminución de la membresía responde a la indolencia y las pugnas internas que decepcionaron a los miembros». En el caso específico del panameñismo, la ausencia de una propuesta clara y diferenciada, sumada a las constantes disputas entre facciones, generó un alejamiento progresivo de las bases partidarias.

Estrategias políticas y comunicacionales en juego

La renovación del Partido Panameñista se enmarca en una batalla por el control narrativo del futuro político nacional. Cada facción en disputa representa no solo diferentes liderazgos, sino concepciones distintas sobre el rol que debe jugar el panameñismo en la próxima década.

La facción varelista: institucionalidad y consenso

Liderada desde las sombras por el expresidente Juan Carlos Varela y representada públicamente por Jorge Herrera, actual presidente de la Asamblea Nacional, esta corriente apuesta por la moderación institucional. Su estrategia comunicacional se basa en proyectar estabilidad y experiencia gubernamental, recordando los logros del quinquenio varelista (2014-2019).

Herrera, quien alcanzó la presidencia de la Asamblea con 37 votos frente a 34 de su contrincante, simboliza la capacidad de construcción de consensos que caracteriza a esta facción. Su mensaje se centra en «anteponer el amor a la Patria» y crear «un Órgano Legislativo más moderno, transparente y cercano a la comunidad».

La facción moscosista: experiencia técnica y continuidad

Carlos Raúl Piad, cercano colaborador de la expresidenta Mireya Moscoso, representa la continuidad con la tradición histórica del panameñismo. Su estrategia se fundamenta en la experiencia técnica acumulada durante décadas en el sector público, particularmente en el manejo de instituciones financieras como la Caja de Ahorros.

Moscoso ha sido clara en su respaldo: «El partido en manos de Blandón es un fracaso», señalando que la dirigencia actual debe renunciar para permitir una renovación real. Esta facción busca recuperar la identidad doctrinaria del panameñismo y su rol histórico como alternativa de centro.

La corriente renovadora: cambio generacional y modernización

Guillermo «Willie» Bermúdez encabeza la propuesta más disruptiva, apostando por una renovación generacional que conecte con las nuevas demandas ciudadanas. Su estrategia comunicacional se centra en la crítica directa a la «política tradicional» y la necesidad de construir «un partido más amigable, cercano a los jóvenes y las mujeres».

Bermúdez ha sido enfático: «El partido panameñista no está para negociar con el gobierno ni para entregarse al gobierno», estableciendo una clara línea de oposición independiente que busca diferenciarse tanto del oficialismo como de las facciones más cercanas al establishment político.

Expectativas y tensiones internas: el tablero de poder

La disputa interna del panameñismo trasciende las personalidades en contienda para convertirse en una lucha por la definición ideológica y estratégica del partido. Las tensiones se articulan en torno a tres ejes fundamentales: la relación con el gobierno de José Raúl Mulino, el grado de renovación necesaria y la estrategia electoral hacia 2029.

El factor Blandón: resistencia al cambio

José Isabel Blandón, actual presidente del partido, representa la continuidad de un modelo que ya demostró sus limitaciones. Su resistencia inicial a la convención, manifestada a través de maniobras legales para dilatar el proceso, evidencia las tensiones entre quienes buscan preservar el statu quo y quienes exigen renovación.

Luis Ernesto Carles, vicepresidente del partido, ha sido particularmente crítico: «Lo que habría que hacer por dignidad es poner los cargos a disposición y relevar de todos los cargos a la junta directiva». Esta declaración refleja el nivel de cuestionamiento interno que enfrenta la dirigencia actual.

Las reglas del juego: paridad y representación

El reglamento de la convención establece criterios estrictos de paridad de género que podrían influir decisivamente en los resultados. En la Junta Directiva, la diferencia entre géneros no puede superar uno, mientras que en los directores nacionales las nóminas deben incluir ocho hombres y ocho mujeres tanto en principales como suplentes.

Esta normativa responde a las demandas de modernización del partido y podría favorecer a las candidaturas que mejor incorporen la agenda de equidad de género en sus propuestas de renovación.

El calendario electoral: presión y oportunidad

La convención del 23 de noviembre se realizará con un cronograma acelerado: instalación a las 7:00 a.m., escrutinio a las 11:30 a.m. y proclamación de resultados al mediodía. Esta dinámica intensiva busca evitar maniobras dilatorias, pero también genera presión para que las diferentes facciones negocien consensos de última hora.

El período de postulaciones del 11 al 15 de octubre será crucial para definir si emergen candidaturas de unidad o si la competencia se fragmenta entre múltiples aspirantes.

Implicaciones nacionales: reconfiguración del equilibrio político

La renovación del Partido Panameñista no ocurre en el vacío, sino que forma parte de una reconfiguración más amplia del sistema de partidos panameño tras las elecciones de 2024. El ascenso de José Raúl Mulino y Realizando Metas, junto con el fortalecimiento de movimientos como MOCA de Ricardo Lombana, ha alterado las tradicionales correlaciones de fuerza.

Impacto en el sistema de oposición

Con el PRD debilitado tras perder más de 90,000 adherentes y Cambio Democrático enfrentando su propia crisis interna, el panameñismo tiene la oportunidad de liderar la oposición democrática. Sin embargo, esta posibilidad dependerá crucialmente del tipo de liderazgo que emerja el 23 de noviembre.

Jorge Herrera, como presidente de la Asamblea Nacional, ya demostró capacidad para construir coaliciones opositoras que compiten exitosamente con el oficialismo. Su eventual triunfo en la convención panameñista podría consolidar una oposición institucional sólida y responsable.

El rol en la gobernabilidad nacional

El panameñismo cuenta con ocho diputados en la Asamblea Nacional, una bancada que, aunque minoritaria, puede ser decisiva en la formación de mayorías legislativas. La orientación que adopte el nuevo liderazgo partidista influirá directamente en la capacidad del gobierno de Mulino para aprobar su agenda legislativa.

La tensión entre quienes proponen una oposición «responsable» y aquellos que abogan por una postura más confrontacional refleja dilemas más amplios sobre el papel de la oposición en la democracia panameña contemporánea.

Comparaciones internacionales: lecciones de la región

Los procesos de renovación partidista en América Latina ofrecen marcos de referencia valiosos para entender las dinámicas internas del panameñismo. La región ha experimentado múltiples casos de partidos históricos que enfrentaron crisis existenciales similares.

El modelo chileno: moderación y coaliciones

La evolución del Partido Socialista chileno durante la transición democrática ofrece un ejemplo paradigmático de renovación exitosa. El PS chileno pasó de defender la «rebelión popular» contra Pinochet a convertirse en un actor central de la Concertación, adoptando una agenda moderada que priorizaba la consolidación democrática.

Esta transformación implicó un proceso de «desideologización» que permitió la construcción de coaliciones amplias con la Democracia Cristiana. Para el panameñismo, la lección es clara: la renovación exitosa requiere no solo cambio de liderazgo, sino redefinición estratégica de su posicionamiento político.

El caso costarricense: realineamiento y nuevos actores

Costa Rica experimentó un realineamiento partidario cuando el Partido de Liberación Nacional (PLN) adoptó políticas neoliberales que contradecían su tradición socialdemócrata. Este giro abrió espacio para Acción Ciudadana, un nuevo partido formado por ex-militantes del PLN descontentos con la nueva orientación.

El panameñismo enfrenta un dilema similar: debe decidir si mantiene su identidad histórica o se adapta a las nuevas demandas del electorado, arriesgándose a crear vacíos que puedan ser ocupados por nuevos actores políticos como MOCA o Realizando Metas.

Lecciones sobre institucionalización partidaria

Los estudios sobre sistemas de partidos latinoamericanos identifican la débil institucionalización como un problema recurrente. El panameñismo, con su historia de liderazgos caudillistas y divisiones personalistas, ejemplifica estos desafíos.

Patricia Otero Felipe, en su análisis del sistema partidario panameño, señala que el predominio de «caudillos y líderes carismáticos han prevalecido sobre una identificación nítida con su ideología y programa». La renovación del 23 de noviembre debe abordar esta debilidad estructural si aspira a ser más que un simple cambio de nombres.

Escenarios prospectivos: ¿qué puede ocurrir después del 23 de noviembre?

El análisis de los posibles resultados de la convención permite identificar cuatro escenarios principales, cada uno con implicaciones distintas para el futuro del panameñismo y la democracia panameña.

Escenario 1: triunfo de Jorge Herrera – institucionalización moderada

Una victoria de Herrera consolidaría el perfil institucional del panameñismo como oposición responsable. Su experiencia como presidente de la Asamblea Nacional le otorga legitimidad para liderar un proceso de reconstrucción partidaria basado en la competencia programática y la colaboración interpartidaria.

Este escenario favorecería la estabilidad democrática, pero podría limitar la capacidad del panameñismo para diferenciarse de otras fuerzas políticas moderadas. El riesgo es que el partido se convierta en una fuerza política «gris», sin capacidad de movilización electoral significativa.

Escenario 2: ascenso de Carlos Raúl Piad – restauración moscosista

El triunfo de Piad representaría una restauración de la tradición histórica panameñista, con énfasis en la experiencia técnica y los vínculos con el empresariado nacional. Su cercanía con Mireya Moscoso le daría legitimidad histórica, pero también podría percibirse como un retorno al pasado.

Este escenario podría fortalecer la identidad doctrinaria del partido, pero enfrentaría desafíos para conectar con las nuevas generaciones de votantes que demandan renovación y modernización del discurso político.

Escenario 3: renovación con Willie Bermúdez – cambio generacional

Una victoria de Bermúdez marcaría una ruptura más radical con las prácticas políticas tradicionales. Su propuesta de «renovación real» podría atraer a sectores juveniles y progresistas que han abandonado el panameñismo, pero también generar resistencias en sectores conservadores del partido.

Este escenario maximizaría las posibilidades de diferenciación electoral del panameñismo, pero también incrementaría los riesgos de fragmentación interna y conflictos con las élites partidarias tradicionales.

Escenario 4: candidatura de consenso – transición negociada

La emergencia de una candidatura de unidad, posiblemente encabezada por una figura de compromiso entre las diferentes facciones, representaría la opción más estable a corto plazo. Sin embargo, este escenario podría perpetuar las ambigüedades ideológicas y estratégicas que han debilitado al partido.

Herbert Young, veterano dirigente panameñista, ha sugerido que «sería lo ideal en este momento un directorio de transición», reconociendo las ventajas de una solución consensuada que evite fracturas definitivas.

Impacto en la democracia panameña: más allá del partidismo

La renovación del Partido Panameñista trasciende los intereses partidistas para convertirse en un test sobre la capacidad de adaptación del sistema político panameño. En un contexto regional marcado por la crisis de los partidos tradicionales y el ascenso de liderazgos antisistema, la experiencia panameñista adquiere relevancia continental.

Fortalecimiento del pluralismo democrático

Panamá tiene la particularidad de ser «uno de los poquísimos países de América Latina que no cuenta con ningún partido de izquierda», lo que limita el pluralismo ideológico del sistema. Una renovación exitosa del panameñismo que incorpore agenda social progresista podría contribuir a ampliar el espectro de representación política.

La ausencia de alternativas ideológicas claras ha facilitado el predominio de liderazgos personalistas y populistas. Un panameñismo renovado, con propuesta programática definida, podría contribuir a la institucionalización del debate político nacional.

Modernización de la competencia electoral

La crisis del panameñismo refleja problemas más amplios del sistema electoral panameño, caracterizado por la «gran desproporcionalidad» entre votos y representación. Los procesos de renovación partidaria pueden catalizar debates sobre reformas electorales que mejoren la representatividad democrática.

La implementación exitosa de criterios de paridad de género en la convención panameñista podría establecer precedentes para otros partidos y procesos electorales, contribuyendo a la modernización del sistema político nacional.

Legitimidad del sistema de partidos

La pérdida generalizada de adherentes en los principales partidos políticos panameños refleja una crisis más profunda de legitimidad del sistema representativo. El éxito o fracaso de la renovación panameñista enviará señales importantes sobre la capacidad de autorregeneración de las instituciones partidarias.

Como señala el politólogo Jaime Alemán, los partidos enfrentan el desafío de demostrar que «no permitirán que intereses personales se antepongan al bienestar de nuestra nación». La convención del 23 de noviembre será una prueba práctica de esta capacidad de autorenovación.

Desafíos estructurales: obstáculos para la renovación efectiva

Más allá de los resultados específicos de la convención, el panameñismo enfrenta desafíos estructurales que no se resolverán automáticamente con el cambio de liderazgo. Estos obstáculos requieren estrategias de mediano y largo plazo que trasciendan las dinámicas electorales inmediatas.

Financiamiento y sostenibilidad organizacional

La pérdida de adherentes implica también la reducción de recursos financieros para el funcionamiento partidario. En un sistema donde «los ciudadanos se inscriben en el partido de Gobierno de turno con la esperanza de obtener un empleo», el panameñismo debe desarrollar fuentes de financiamiento alternativas que no dependan del clientelismo estatal.

Renovación programática e ideológica

Willie Bermúdez ha identificado correctamente que el partido «ha perdido su ideología y rumbo». La renovación organizacional debe acompañarse de una redefinición programática que ofrezca respuestas relevantes a los problemas contemporáneos de los panameños: desempleo, educación, seguridad ciudadana y desarrollo económico.

Profesionalización de la gestión partidaria

La tradición caudillista del panameñismo ha limitado el desarrollo de capacidades institucionales profesionales. La nueva dirigencia debe invertir en formación política, investigación de políticas públicas y desarrollo de cuadros técnicos que fortalezcan la capacidad propositiva del partido.

La hora de la verdad: reflexiones finales

El 23 de noviembre de 2025 no será simplemente otra elección interna en la historia del Partido Panameñista. Será el momento en que una generación política defina si este movimiento centenario puede adaptarse a los desafíos del siglo XXI o si quedará relegado a la nostalgia histórica.

Las lecciones internacionales demuestran que los partidos políticos pueden reinventarse exitosamente cuando combinan renovación de liderazgos con redefinición estratégica clara. El Partido Socialista chileno, el PLN costarricense y múltiples experiencias regionales ofrecen marcos de referencia valiosos, pero la especificidad del contexto panameño requiere soluciones propias.

La democracia panameña necesita un sistema de partidos competitivo, representativo y programáticamente diferenciado. El panameñismo renovado puede contribuir decisivamente a esta consolidación democrática, pero solo si logra trascender las lógicas personalistas y clientelares que han caracterizado su historia reciente.

Los 221,131 panameñistas inscritos, los millones de ciudadanos que han votado históricamente por este movimiento, y la democracia panameña en su conjunto, esperan que el 23 de noviembre marque el inicio de una nueva era. Una era donde el panameñismo recupere su capacidad de liderazgo nacional no por nostalgia del pasado, sino por la relevancia de sus propuestas para el futuro.

La renovación no es opcional; es una necesidad histórica que no puede postergarse más. El veredicto de las urnas partidarias del 23 de noviembre determinará si el Partido Panameñista será protagonista o espectador de la construcción del Panamá del siglo XXI. La historia juzgará con severidad a quienes, teniendo la oportunidad de liderar esta transformación, prefirieran preservar privilegios efímeros antes que servir al interés nacional.

Tags: Carlos Raúl PiadGuillermo BermúdezJorge HerreraJosé Blandón
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