En Panamá, un titular mal interpretado puede convertirse en una tormenta política en cuestión de horas. Así ocurrió con las declaraciones del ministro de Economía y Finanzas, Felipe Chapman, quien mencionó que la tributación efectiva en el país ronda el 7% del Producto Interno Bruto (PIB), una de las más bajas de América Latina. Sus palabras fueron replicadas en medios y redes sociales como si se tratara de un anuncio de aumento del impuesto ITBMS del 7% al 14%, lo que generó alarma ciudadana y un rápido desmentido oficial. El episodio revela una falla profunda: la falta de una comunicación económica clara y accesible en un contexto donde la desinformación se propaga con rapidez.
El origen del malentendido
El ministro Chapman participó en entrevistas y foros donde explicó un concepto técnico: la presión tributaria. Este indicador mide la relación entre los ingresos fiscales y el tamaño de la economía. Según sus declaraciones, Panamá registra una tributación efectiva cercana al 7%, cifra que él considera insostenible para mantener finanzas públicas sólidas.
Chapman agregó que, en el pasado, el país alcanzó niveles cercanos al 12%, todavía por debajo del promedio regional. En ese contexto, mencionó que lo ideal sería avanzar hacia un nivel de dos dígitos. La frase fue suficiente para que algunos medios titularan que el ministro proponía duplicar el ITBMS, el impuesto al consumo más visible para la ciudadanía.
El contraste entre la explicación técnica y el titular sensacionalista abrió la puerta a la confusión. En cuestión de horas, la noticia circulaba en redes con frases alarmantes como “Chapman quiere subir el impuesto del 7% al 14%”.
La reacción en medios y redes
Dos ejemplos muestran cómo se construyó la narrativa:
- Panama Global News publicó una imagen con el texto: “¡No, por favor! El ministro Chapman anunció su intención de llevar los impuestos del 7% al 14%”. Este mensaje, acompañado de una fotografía seria del ministro, sugería un aumento inmediato del ITBMS.
- El Capital Financiero, en cambio, usó un titular más matizado: “Chapman anuncia su intención de llevar la tributación efectiva en Panamá de 7% a doble dígito”. Aunque más preciso, tampoco explicaba la diferencia entre presión tributaria e impuestos específicos.
El resultado fue un efecto dominó. Miles de interacciones en redes mostraron preocupación ciudadana, cuestionamientos políticos y desconfianza hacia el gobierno. El propio expresidente Ricardo Martinelli comentó en Instagram: “No creo sea cierto, pero de serlo es un error”.
La aclaración del ministro
Ante la ola de desinformación, Felipe Chapman difundió un video aclaratorio:
“Quiero aclarar una noticia falsa que está circulando en redes, en el cual se me atribuye haber dicho que va a haber un aumento de impuestos, lo cual no es cierto. Inclusive se ha mencionado específicamente duplicar el ITBMS, lo cual no es cierto. En ningún momento dado he hablado de aumento de impuestos, ni de reforma fiscal, ni de reforma tributaria.”
Chapman explicó que se refería a la presión tributaria como un indicador macroeconómico, no a un aumento específico en los tributos. Recordó que Panamá llegó a registrar niveles de 12% en el pasado y que hoy esa cifra está en un dígito bajo, lo cual es insostenible frente a los estándares regionales.
La aclaración, sin embargo, llegó después de que la narrativa equivocada se propagara. En comunicación política, el daño ya estaba hecho: gran parte de la opinión pública asoció sus declaraciones con un aumento de impuestos, aunque no fuera cierto.
Los problemas de comunicación económica
El caso Chapman ilustra un dilema recurrente en la comunicación gubernamental: la distancia entre el lenguaje técnico de la economía y la comprensión ciudadana.
- Uso de tecnicismos: hablar de “presión tributaria” sin explicar que no implica una reforma inmediata genera confusión. La población asocia números porcentuales con impuestos concretos, no con indicadores macroeconómicos.
- Titulares simplificados: los medios, en busca de impacto, reducen explicaciones complejas a frases llamativas. El paso de “subir la presión tributaria a dos dígitos” a “duplicar impuestos” es un ejemplo claro.
- Ausencia de mensajes preventivos: el Ministerio no acompañó la declaración con materiales pedagógicos que facilitaran su comprensión. En un entorno de redes sociales, la narrativa la define quien primero logra captar la atención.
Consecuencias políticas y sociales
El episodio tiene varias repercusiones:
- Confianza ciudadana: la percepción de que se planea subir el ITBMS afecta la credibilidad del gobierno en un momento de tensión económica.
- Agenda pública: opositores políticos capitalizan la confusión para reforzar críticas, aun si la noticia original era incorrecta.
- Mercado y consumo: solo la posibilidad de un alza en el ITBMS genera incertidumbre en comercios y consumidores, lo que puede afectar las expectativas económicas.
En términos políticos, se refuerza la narrativa de desconexión entre las élites técnicas y la ciudadanía. El ministro habló para economistas; los medios tradujeron para el público; las redes amplificaron el miedo.
Qué puede hacerse mejor
La experiencia deja lecciones valiosas para la comunicación pública en temas económicos:
- Lenguaje ciudadano: cada vez que se hable de indicadores técnicos debe explicarse con ejemplos cotidianos. En lugar de “presión tributaria de 7%”, se pudo decir: “Por cada 100 balboas que produce la economía, solo 7 entran al Estado en forma de impuestos. En países vecinos, son entre 15 y 20”.
- Mensajes acompañados de contexto: toda declaración técnica debe ir acompañada de materiales gráficos, comunicados simples y un “mensaje clave” repetido en todas las plataformas oficiales.
- Reacción rápida: la aclaración llegó tarde. En la era digital, la comunicación de crisis exige que el desmentido aparezca en minutos, no en días.
- Capacitación de voceros: los ministros y altos funcionarios deben entrenarse en comunicación estratégica, sabiendo que cualquier frase puede convertirse en titular.
- Integración del equipo de Comunicación: las palabra que va a dirigir un alto funcionario, debe pasar por un proceso de valoración del departamento de comunicaciones de la institución, quienes podrán sugerir mejoras para que el mensaje central alcance a la audiencia de la manera más adecuada.
- Alianzas con medios: en lugar de confrontar, el gobierno debería generar canales de diálogo con periodistas especializados para garantizar precisión y reducir espacio para interpretaciones erróneas.
Conclusión
El caso de Felipe Chapman demuestra que la economía no solo se mide en números, también en palabras. Una declaración técnica, mal interpretada, se convirtió en noticia viral con impacto político inmediato. Aunque el ministro desmintió que se planee aumentar el ITBMS, la percepción pública ya había sido moldeada por los titulares.
La confianza en las instituciones es frágil, la claridad comunicativa es tan importante como la política fiscal. Explicar con precisión, anticipar malentendidos y reaccionar con rapidez son las herramientas que pueden evitar que una discusión técnica se transforme en un conflicto social.
Más allá de las cifras, la lección es clara: comunicar bien es gobernar mejor.