Introducción
Un salón político repleto de historia y tensión: es 24 de agosto de 2025 y el Frente Amplio por la Democracia (FAD) convoca su congreso constitutivo en un momento en que los lamentos por la erosión institucional se hacen sentir en cada esquina. Allí, la economista y excandidata presidencial Maribel Gordón asume la presidencia de un partido que resurge del ostracismo, arrastrando Ciclos de desaparición tras fracasar en elecciones pasadas, y encarna la voz de los sectores populares que, según sus propias palabras, han sido “satanizados” y víctimas de un Estado represivo. Ese retorno no solo trae consigo una nueva dirección: anuncia un desafío político en un sistema partidario dominado por estructuras establecidas. ¿Puede el FAD relanzarse como alternativa real frente a un clima de persecución y desigualdad?
Historia y contexto
El Frente Amplio por la Democracia (FAD) nace en 2011 a partir del movimiento social Frenadeso y se institucionaliza en 2013, habiéndose vinculado al Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Construcción y Similares (Suntracs). En sus orígenes, así como en su reaparición en 2018, el FAD pretende representar a obreros, campesinos, indígenas y otros sectores populares.
Su primer ciclo termina en 2014, después de obtener apenas 0,6?% de los votos presidenciales, muy lejos del mínimo exigido del 4?%, provocando su desaparición como partido formal. Un segundo intento en 2019 culmina igual: apenas 0,69?% y nuevamente desaparece del mapa político.
En diciembre de 2024 logra superar el umbral de adherentes necesario para volver a inscribirse por tercera vez, gracias al respaldo de más de 45?500 adherentes. Este regreso legal allana el camino a su congreso constitutivo del 24 de agosto de 2025, donde vuelven a convocar los símbolos, estatutos, plan de gobierno y declaración de principios.
La ideología y el liderazgo de Maribel Gordón
Maribel Gordón, economista y docente universitaria con varias maestrías, fue precandidata presidencial por libre postulación en 2024. Recibió el 1,08?% de los votos, un leve salto frente al 0,69?% del candidato del FAD en 2019, Saúl Méndez.
Integrada al FAD desde sus inicios, Gordón había sido vicepresidenta del partido e incluso la doble fórmula en elecciones anteriores. Su visión define al FAD como un instrumento político alineado con sectores populares (educadores, campesinos, obreros, mujeres, comunidades afro e indígenas) y promotor de una “real democracia” basada en derechos humanos y soberanía.
El liderazgo de Gordón se enmarca en críticas hacia el gobierno actual, al que ella califica de represivo, acusando al Estado de criminalizar sindicatos como el Suntracs y otros colectivos sociales.
Expectativas y objetivos
El FAD reafirma su vocación de actuar con los sectores populares: educadores, campesinos, comunidades originarias, mujeres y jóvenes. Sus objetivos incluyen el diseño e implementación de políticas públicas orientadas a la población en pobreza extrema, desempleados e informalidad, además de incidir en la institucionalidad democrática.
Saúl Méndez, desde el exilio tras ser acusado en procesos judiciales, llamó desde un video durante el congreso a derrotar “la república de las mafias corruptas” que han gobernado Panamá desde 1913, insistiendo en la defensa de la soberanía nacional y democracia participativa.
Lo que significa este regreso para la política panameña
Este resurgimiento del FAD representa la reaparición de una alternativa de izquierda en el sistema político panameño, marcando un espacio que parecía desvanecerse tras el fracaso electoral. Es el único partido abiertamente de izquierda que emerge con base popular y sindical, en un sistema partidario dominado por formaciones más centristas o conservadoras.
Además, su retorno se da en un entorno marcado por la sensación de deterioro institucional: Gordón habla de una crisis del Estado en los tres poderes, de persecución de líderes sociales y sindicales, y de la necesidad de un “correctivo” político.
Análisis crítico
Fortalezas:
- Legitimidad social construida desde la organización popular y sindical.
- Liderazgo de Gordón con formación académica y experiencia política.
- Capacidad para organizarse pese a fracasos anteriores.
Debilidades:
- Historial de desapariciones tras elecciones por bajo respaldo en urnas.
- Su limitado impacto electoral (0,6–1,08 %) refleja dificultades para escalar su base al electorado más amplio.
- Restricciones estructurales y posible estigmatización por la acusación de ser un bloque “radical”.
Desafíos:
- Traducir adhesión popular en votos reales y sostenibilidad electoral.
- Navegar en un entorno judicial y político que el mismo partido considera represivo.
- Ampliar su mensaje más allá de sectores organizados para conectar con votantes jóvenes, urbanos y medios, sin perder su esencia.
Comparaciones internacionales
En América Latina, partidos de izquierda emergentes con base sindical han enfrentado dilemas similares: por ejemplo, el Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia o Libre en Honduras. Ambos comenzaron como expresiones de descontento popular y sindical y construyeron liderazgo político masivo. La clave ha estado en institucionalizar estructuras, moderar discurso sin traicionar seguidores, y ofrecer gobernabilidad sin perder su agenda de justicia social.
El FAD podría mirar esos modelos para evitar repetir su ciclo de desapariciones y transformarse en una fuerza electoral sostenible.
Conclusión
El regreso del FAD con Maribel Gordón al frente marca una ruptura simbólica en el panorama político panameño: una izquierda organizada que resurge, insiste en derechos sociales y denuncia el autoritarismo desde sus raíces sindicales y comunitarias. Si logra mantener el equilibrio entre autenticidad y estrategia electoral, y evitar los errores del pasado, podría convertirse en un catalizador del pluralismo democrático en el país.
Sin embargo, para trascender debe transformar su narrativa en puentes reales hacia nuevos sectores sociales, sin renunciar a sus principios. Solo así el FAD dejará de ser una voz marginal para consolidarse como fuerza política duradera.