El desconcierto detrás de una tregua fallida
El presidente Donald Trump, en una intervención ante C-SPAN, abordó con dureza la ruptura del cese al fuego entre Israel e Irán, a pocas horas de haberse anunciado. El presidente de Estados Unidos, quien había mediado personalmente para alcanzar la tregua, se mostró visiblemente molesto por la reacción de ambas partes, pero centró gran parte de su crítica en la actuación israelí.
En sus palabras, traducidas al español con precisión, Trump expresó:
“Israel dice que Irán violó el acuerdo de paz y el cese al fuego. ¿Creo que Irán aún está comprometido con él? Sí, lo creo. Lo violaron, pero Israel también lo hizo. ¿Están cuestionando si Israel estaba comprometido? Tan pronto como firmamos el acuerdo, ellos salieron y lanzaron una carga de bombas como nunca había visto antes. La carga más grande que hemos visto. No estoy contento con Israel. Cuando yo digo: ‘Está bien, ahora tienen 12 horas’, no sales en la primera hora y lanzas todo lo que tienes sobre ellos. Así que no estoy contento con ellos. Tampoco estoy contento con Irán, pero estoy realmente molesto si Israel salió esta mañana por un cohete que no impactó, que tal vez fue disparado por error y no impactó. No me gusta eso. Básicamente, tenemos dos países que han estado luchando tanto tiempo y con tanta intensidad, que ya no saben qué diablos están haciendo. ¿Entienden eso?”
Una crítica poco común a Israel desde un líder republicano
Lo que llama la atención de este fragmento no es solo la crudeza del lenguaje, sino la crítica directa a Israel desde una figura republicana que históricamente ha sido percibida como uno de los aliados más incondicionales del Estado israelí. Trump, durante su administración, trasladó la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, rompió el acuerdo nuclear con Irán y respaldó a Netanyahu en múltiples foros internacionales.
Sin embargo, en este nuevo contexto post-presidencial, Trump parece distanciarse de la política de fuego abierto, reclamando una desproporcionalidad en la respuesta israelí y cuestionando el compromiso de ambas partes con la paz. Esta postura representa una posible ruptura con el discurso tradicional republicano, que suele alinearse con Israel sin fisuras, y plantea una nueva narrativa: una visión estratégica de liderazgo que busca moderación, incluso entre aliados históricos.
El trasfondo estratégico: ¿giro táctico o cálculo político?
Trump sabe que su base política admira los gestos de autoridad, pero también valora el orden y los resultados. En este sentido, su declaración puede leerse como una jugada doble:
- Hacerse ver como un mediador realista, que no teme criticar a ningún actor si pone en riesgo la paz que él mismo promovió.
- Diferenciarse del establishment republicano tradicional, que podría verse obligado a justificar cualquier acción israelí, incluso las más controvertidas, por lealtad diplomática.
Este posicionamiento también podría buscar atraer al votante estadounidense promedio que, tras dos décadas de guerras en Medio Oriente, está cansado de los conflictos sin fin y exige soluciones prácticas, no lealtades automáticas.
¿Un alto al fuego inviable?
Las declaraciones de Trump reflejan una realidad incómoda: el cese al fuego entre Irán e Israel carece de las condiciones estructurales para sostenerse. El resentimiento acumulado, la falta de confianza mutua, las provocaciones constantes y la presencia de actores no estatales que escapan al control de los gobiernos hacen que cualquier tregua parezca más simbólica que efectiva.
Además, si ambas partes entienden el cese al fuego como una oportunidad para reposicionarse tácticamente antes del próximo asalto, la paz se convierte en una pausa estratégica, no en un fin deseado.
Resumen
Las palabras de Trump revelan más que frustración: destapan la complejidad de un conflicto que ya no responde a la lógica diplomática tradicional. Su crítica a Israel, lejos de ser un gesto antisemita,como podrían acusar algunos sectores, pone en evidencia un intento por reposicionarse como líder de orden y racionalidad en medio del caos geopolítico.
Lo irónico es que, al denunciar la desproporcionalidad de su aliado más cercano, Trump podría estar diciendo en voz alta lo que muchos en Washington piensan, pero callan por conveniencia política.
El fracaso del cese al fuego, en este contexto, no solo refleja el deterioro de la relación entre Irán e Israel, sino también la creciente dificultad de imponer orden desde el liderazgo estadounidense, incluso desde sus figuras más disruptivas.