Por: Abdiel Augusto Patiño
Hay muchas cosas que considerar de la gestión de Ricardo Martinelli, pero este servidor, de ninguna forma, va a caer en la inmediatez mediática de los famosos 100 primeros días de gobierno; por el contrario, voy a tomar algunos temas sensitivos para plantear mis apreciaciones al respecto, sin perjuicio de lo que usted pueda pensar u opinar.
I. Las fusiones y el avión.
Fusiones en la gestión pública
Como buen empresario, el Presidente ha decidido montar a la administración pública en la ola de las fusiones y eliminación de instituciones públicas innecesarias y de operatividad contraproducente, cuestión que a nivel muy personal me parece excelente, siempre y cuando se tomen en cuenta todos los factores relativos al motivo y fin de las mismas, realidad de cada una, y objetivos definitivos de las acciones administrativas.
El primero que lanzó la idea ni siquiera lo fue el Presidente. Recordemos que José Luis Varela, Diputado Presidente de la Asamblea Nacional, mostró su interés decidido de eliminar la Defensoría del Pueblo, por ser una institución que no defiende realmente al pueblo, y que consume muchos fondos del erario público. En su momento, “popi” Varela olvidó que la Defensoría del Pueblo tiene rango constitucional y que eliminarla conllevaría reformar la Constitución. Este servidor fue uno de los que le comunicó -igual al Presidente- la falla que se estaba cometiendo. Por fortuna el tema quedó en el olvido, por ahora.
Y es que la administración del Cambio nunca habló o presentó idea alguna para fusionar entidades del Estado, más si de eliminar. En la lista de entidades a desaparecer, se ubicó en primer y único lugar al Fondo de Inversión Social, institución que siempre salvaba la ineficiencia de las demás y que ejecutaba proyectos en duplicidad de funciones, que en muchos casos terminaban por generar dudas presupuestarias y hasta escándalos de corrupción. No obstante, ahora la gestión pública se adelanta a fusionar rápidamente al Ministerio de Obras Públicas (MOP) con la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT), el Banco de Desarrollo Agropecuario (BDA) y el Banco Hipotecario Nacional (BHN), con el Banco Nacional y la Caja de Ahorros, respectivamente; y el Instituto Nacional de Cultura con la Autoridad de Turismo, esta última fusión, la primera anunciada, pero la más rezagada.
Siendo sensatos, la idea de fusionar instituciones tiene sentido, pero hay que tomar en cuenta muchas cosas. En el caso del la fusión MOP-ATTT, los principales problemas son y serán, la rapidez con la que se ha planteado la misma y la oposición del sector transporte, que si bien no se merece mucha consideración de parte de nadie, es un gremio con mucho peso y que puede paralizar el país cuando se le antoje; es decir, que la falta de tacto podría conllevar problemas para aplicar esta medida. ¿Buena o mala? Nos parece que buena, el MOP solo, en estos tiempo, no tiene razón de ser; y la ATTT, sola, no ha funcionado, y tal vez con nivel ministerial y mayor alcance operativo, pueda hacer algo más productivo. Y señalo tal vez, porque al ser una medida apresurada, se están cometiendo muchos errores, y hace difícil prever una orientación positiva del nuevo Ministerio. Aquí el gobierno central deber reorientar el rumbo y construir una propuesta que de veras le permita solucionar o avanzar en las soluciones al complejo problema del transporte público nacional y, por supuesto, a la evidente problemática de la red vial del país.
Sobre las fusiones bancarias, pues ciertamente es la mejor de las iniciativas, y hay que concretarla; sin embargo hay que asegurarse que tanto del Banco de Desarrollo Agropecuario (BDA) como el Banco Hipotecario Nacional (BHN) estén lo más ordenados y “limpios” posibles antes de que sean absorbidos, ya que la aplicación de esta idea no debe resultar en una carga para el Banco Nacional y la Caja de Ahorros. Hay que revisar todo el estado financiero de las entidades bancarias y garantizar que las fusiones no afecten negativamente a los receptores. La Caja de Ahorros y el Banco Nacional son entidades bancarias públicas muy estables y eficientes en medio de cualquier intromisión política -que siempre las hay-, pero el BDA y el Hipotecario Nacional no lo son, y peor el Hipotecario, así que hay que enfocarse en hacer las cosas bien y que las fusiones sean sinónimos de fortalecimiento del sector bancario público panameño.
La idea de fusión que si no tiene ningún sentido es la del Instituto Nacional de Cultura (INAC) con la Autoridad de Turismo (ATP), porque no hay relación alguna entre ambas. ¿Que el turismo también involucra cultura?, por supuesto que sí, pero a nivel de colaboración, no de absorción. El turismo es más mercado, y no se puede pretender que este mercadee la cultura y ya; la cultura debe ir más allá y alguien debe hacerle entender esto a la administración del cambio.
El INAC debe ser reorganizado y enlazado operativamente con el Ministerio de Educación y las Universidades públicas y privadas. ¿De qué forma?, pues eso habría que discutirlo, y en eso deben estar las agrupaciones culturales que se han manifestado en contra de la idea de fusión con la ATP. ¿Cuándo van a presentar su contrapropuesta?, ¿acaso van a esperar hasta que sea tarde?
Aún cabría pensar en fusionar o eliminar otras entidades del Estado, pero no voy a pasar a hacer recomendaciones aún; lo que sí me preocupa de este proceso es que el número de empleados públicos se mantiene igual o aumenta. Ya informaron que cuando desaparezca el FIS se tendrá que buscar donde ubicar a los funcionarios de esa institución. ¿De qué estamos hablando? Que quede claro que el asunto de la gestión pública es mucho más profundo y no es tan simple como a veces nos lo venden.
El avión presidencial
Pero cambiemos radicalmente de tema y entremos a la polémica del avión presidencial, y de como este tema ha tomado todo tipo de rumbos, gracias a la improvisación y la carencia de tacto a la hora de tratar temas tan importantes.
¿Necesita Panamá un avión presidencial, o mejor dicho, un avión oficial? Pues sí, puede necesitarlo, pero ¿cuál es la manera más adecuada de hacerlo, más luego de que en la campaña presidencial se prometió que no se iba a gastar dinero en la compra de un avión, y ahora resulta que sí es necesario, según el Gobierno Nacional?
Lo primero, el momento. Hay que ser sensatos a la hora de tomar este tipo de decisiones. Si usted es Presidente de la República y en campaña prometió que no iba a comprar un avión presidencial, y ahora siente, cree o piensa que sí es necesario, entonces no puede simplemente decidirlo y darlo a conocer y que todo el mundo lo entienda o -como dicen los argentinos- “se la banquen”. Usted debe tener tacto y progresivamente demostrar que la compra es necesaria.
Segundo, la forma. Un diario de la localidad publica los detalles de una resolución de la junta directiva de la Autoridad de Aeronáutica Civil (AAC) que autoriza a su director a comprar el avión y negociar el crédito con un banco internacional con operaciones en Panamá; luego la misma AAC indica que no se ha autorizado nada y que falta la aprobación del Consejo Económico Nacional; mientras el Ministro de la Presidencia dice que hay que comprar el avión y otro dice que había que esperar que el Presidente Martinelli regresase de Italia para que diera la última palabra. ¿Cómo es posible que ocurra esto?, ¿qué piensa o siente la gente ante este tipo de actitudes descoordinadas, casi infantiles?
Tercero, las excusas. Es a lo último que se debe recurrir. El Ejecutivo ha procedido a justificar su compra aduciendo que el avión actual no sirve, que es una “chatarra” -que está en venta ahora- y que no se puede usar. Puede ser cierto, pero ¿de qué a servido la excusa? También señalan que el avión nuevo servirá para salvar vidas; pero, ¿acaso comprar unos buenos helicópteros de rescate no salva más vidas que un solo avión que no puede aterrizar más que en pistas?; si tenemos dudas, preguntemos a los familiares de los que mueren en las montañas y campos por falta de transporte aéreo rápido.
Puede que el país necesite un avión oficial o presidencial, pero lo que afecta el proceso es la forma de hacer las cosas. El país está a la expectativa de una gestión del cambio, por el cambio; y que actúe con transparencia y sin sorpresas, y esta “falla” con el tema del avión, sumado a otras que ya se han dado -que no voy a señalar ahora para no extenderme-, y otras que -aunque suene negativo- están por darse; ponen en entredicho la capacidad de coordinación del gobierno de Ricardo Martinelli.
Ahora resulta que la compra del avión ha quedado suspendida por la reacción negativa generalizada; perdón, porque el cambio descubrió que hay problemas más apremiantes… ¡Explíquense, por favor!… Que presten atención y afinen la brújula, están a tiempo.
II. Seguridad y bases.
Para nadie debe ser sorpresa que a más de 100 días de gestión Martinelli, no exista en claro una sola estrategia de seguridad ciudadana que vaya más allá del mediático apelativo de “Calles seguras”. A parte del nombramiento de un militar de carrera como Gustavo Pérez, en la directiva de la Policía Nacional, el aumento de salario a los policías, la implementación de operativos policiales en áreas rojas, la aprobación de una ley de registro de comunicaciones so pretexto de la persecución del crimen organizado; la problemática de inseguridad en la nación sigue igual que hace una año, y yo me atrevería a asegurar que peor. Una encuesta que la firma alemana The Marketing Group realizó entre los días 24 y 28 del pasado mes de septiembre, para la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura de Panamá, dejó claro que el 71% de los encuestados siente que los niveles de violencia están igual que hace un año, que sienten el mismo temor; que nada ha mejorado.
Para infortunio de la gestión de Martinelli, el estudio denominado Índice de Seguridad Ciudadana se aplicó a poco de cumplirse los primeros 3 meses de su gestión, y los resultados se expusieron con brevedad -se trata de una firma europea, alemana para completar, donde la puntualidad y la premura son norma social-; dejando en evidencia que es poco o nada lo que se ha hecho en esta materia.
Por supuesto que más de un defensor dirá que “apenas se está comenzando”, a lo que yo respondería, “en seguridad nada está comenzando, todo está igual”. O como el Ministro Mulino, que asevera ahora que las ejecuciones que se dan son por culpa del narcotráfico y no porque esté aumentando la delincuencia -cosa en la que tiene razón-, pero que recordemos, así no pensaba el flamante ministro cuando estaba en campaña política… Ah, lo olvidaba, ahora está del otro lado…
Y es aquí donde queda en evidencia lo que señalé en ocasiones anteriores, que la alianza por el cambio no tenía ninguna estrategia clara en ningún sector de la administración pública. Han actuado y siguen actuando de acuerdo a las circunstancias, operando de la mano de una estrategia mediática -que en eso si han sido y siguen siendo buenos-, llevando a la opinión pública hacia una posición satisfactoria para ellos, pero que deben tener claro, no es nada sostenible.
La gestión de Martinelli ha sido hasta ahora sinónimos de ineficacia en materia de seguridad ciudadana. Tenemos el caso de los apresurados e improvisados nombramientos de Martinelli en las jefaturas del Sistema de Protección Institucional y del reestablecido Consejo de Seguridad Pública y Defensa Nacional. En el primero había nombrado a Olmedo Alfaro Preciado, ingeniero electricista y electrónico, que estudió en la Academia Militar West Point, en Nueva York, EE.UU., ex ejecutivo de Esso Standard Oil y hombre de confianza de Martinelli; y en el segundo a Jaime Trujillo, militar de carrera y encargado de la seguridad de la cadena de supermercados del Presidente Martienelli, otro hombre de confianza; para luego, cuando le insistieron en que se había equivocado, retractarse e intercambiarlos de puestos, como si se tratase de un aula de kindergarden.
Y es que a Martinelli le advirtieron que no procediera con afán, pero éste no pretendía dar pie a que sus “socios políticos” le siguiesen pretendiendo estos cargos, suficiente con haber cedido el Ministerio de Gobierno y Justicia, bastión de la seguridad nacional; así que el apresuramiento se dio, y al final le trajo cansancio.
Papadimitriu, como siempre, supo excusar a su amigo y jefe, aduciendo que las capacidades de cada uno de los funcionarios antes señalados, eran más aptas para sus nuevos cargos que para los que ocupaban anteriormente.
Los afanes de Martinelli son peligrosos, y eso hay que tomarlo en cuenta; para breves ejemplos, el titular de la Secretaria del Metro, Roberto Roy, se tomó la libertad de decirle a un periodista que el Presidente puede decir todo lo que quiera sobre el metro, pero las cosas no son solo como él dice o piensa. El Director de la Caja de Seguro Social también le puso un alto a los afanes del mandatario, al señalar que no se puede acabar con las filas y la mora quirúrgica en un mes, por lo menos se necesitan 6 meses; ante lo que el Presidente no ha podido más que guardar silencio.
Al parecer, si hay alguien que sabe “meter la pata” es el Presidente, y algunos de sus ministros, ni se diga.
Por ahora estemos claros en que no existe un plan para afrontar el tema de la seguridad ciudadana. Hace poco el nuevo director del Programa de Seguridad Integral (PROSI), Manuel Zambrano, aseguró que están afinando los detalles para presentar su estrategia preventiva, que incluye una serie de factores, como el estudio profundo de grupos de riesgo, la proposiciones de opciones de desarrollo para éstos, incluso educación; labor que se pretende ejecutar junto a otras entidades del Estado, organizaciones religiosas y de la sociedad civil; tal vez lo más sensato que se ha escuchado hasta ahora, porque de la boca del director de la Policía Nacional no sale nada concreto, y de la del ministro Mulino, nada con sentido.
Por ahora las cosas siguen igual, con rumbo a empeorar, venga de donde venga la criminalidad, y sin excusa alguna, hay que enfrentarla y vencerla; por supuesto que juntos, como sociedad, pero ojo, si el sistema no otorga las garantías y los procesos aptos para enfrentarla, no se puede pretender que la sociedad actúe y haga el trabajo que le corresponde a sus administradores.
Las bases navales
Otro desliz o ”metida de pata” del gobierno del cambio. Al ministro José Raúl Mulino se le escapó la información en una entrevista, a pocos días del regreso del viaje a Estados Unidos en septiembre. Según declaró, se estaba por firmar un acuerdo con Estados Unidos para montar dos bases navales para enfrentar el narcotráfico en Panamá, una en Bahía Piña, Darién, y otra en Punta Coca, Veraguas. El resultado, el desastre, opinones en contra, organizaciones y grupos a la defensiva ante el eventual regreso de las bases estadounidenses a Panamá.
La solución, pues aducir que hubo una mala interpretación, asegurar que las bases serán panameñas, y que no habrá ninguna participación estadounidense. El Canciller Juan Carlos Varela desmintió a Mulino, este último hizo una conferencia de prensa para asegurar que no le entendieron sus declaraciones ; y el Presidente Martinelli aseguró que las bases son panameñas.
Ahora, las preguntas, ¿quién financiará las bases?, ¿por qué habrá un acuerdo con Estados Unidos si supuestamente no tienen nada que ver con las mismas?, ¿será que los fondos que nos corresponden del Plan Mérida son para este fin -siete millones en 2010-?
No hay que ser un experto en estrategia regional para estar claros en que Estados Unidos busca concretar presencia militar en la región, y ya lo ha conseguido en Colombia y lo conseguirá en Panamá. Estados Unidos “ayudará” a Panamá a construir las bases, “somos naciones socias y amigas”, ellos tienen toda la experiencia que nosotros no tenemos y con fondos otorgados por ellos a través del Plan Mérida. Hacer las bases toma tiempo, tal vez estén listas en 2011, y los panameños las llenaremos de efectivos del Servicio Nacional Aeronaval, con naves que compraremos con fondos del Plan Mérida o donadas por Estados Unidos, Colombia y México. Luego, cuando los días de Martinelli se acerquen a su fin, ya sea que apruebe la reelección o no, y participe de esta o no, el acuerdo para presencia norteamericana provisional llegará y los estadounidenses habrán regresado.
En varios trabajos anteriores he hecho alusión a la estrategia militar estadounidense para la región, no solo para hacer frente a los centros de producción de las drogas, sino para demostrarle a las nuevas potencias -Europa y Asia- que él sigue siendo el coloso americano. No le será fácil por todo el tiempo perdido y las nuevas fuerzas que se mueven en la región, pero la peor diligencia es la que no se hace. ¡La suerte siempre está echada!
Trivia…
¿Cuál fue el candidato presidencial que en las elecciones de 2004 prometía el retorno de las bases estadounidenses a Panamá?