El economista Ricardo Ffrench-Davis plantea aplicar impuestos a las transacciones cambiarias, reducir corrientes financieras a corto plazo y enfocar ayuda a pymes.
Para avanzar en el desarrollo con equidad en América Latina y el Caribe se necesitan condiciones que permitan destinar más ahorros hacia ese objetivo y que incrementen la estabilidad de las corrientes financieras.
Según Ricardo Ffrench-Davis, economista y Presidente del Comité de Políticas de Desarrollo de las Naciones Unidas, la crisis actual se origina en la globalización de la volatilidad financiera.
“Pero no se trata de una volatilidad inocua, sino de oscilaciones que se traducen en intensos y prolongados ciclos económicos y que afectan cualitativamente la asignación de los recursos y la equidad”, indica en el artículo Crisis global, flujos especulativos y financiación innovadora para el desarrollo, de la renovada Revista CEPAL N º 97.
Lo anterior, de acuerdo a Ffrench-Davis, ha sembrado crecientes desequilibrios que se convierten en costosas recesiones de la economía real. “América Latina ha sido la víctima predilecta, y recurrente, de este tipo de perturbaciones”, resalta.
Las corrientes de capital son, potencialmente, una variable valiosa para el desarrollo económico. Pero los mercados financieros presentan quizás el funcionamiento más imperfecto de la economía de mercado, dado el carácter transitorio de las transacciones financieras y el carácter inconcluso regulatorio de los instrumentos e instituciones existentes en su entorno.
Los flujos financieros tienden a generar grandes altibajos, períodos de optimismo o pesimismo excesivo e inestabilidad de precios que han caracterizado las relaciones cambiarias, los mercados bursátiles y de bienes raíces, y las tasas de interés.
Por lo tanto, según Ffrench-Davis, se requiere mayor regulación del sector financiero, mejoramiento de la información, y una gestión macroeconómica de alcance amplio pero prudente de las corrientes financieras.
Dados los desequilibrios cada vez mayores causados por la globalización, la reestructuración de la arquitectura financiera internacional para responder a los profundos cambios de la economía mundial constituye una tarea apremiante.
Pero un reto mayor, según Ffrench-Davis consiste en crear condiciones para destinar eventuales ahorros al desarrollo con equidad. Aplicar impuestos a las transacciones cambiarias para incrementar los recursos fiscales y reorientar la financiación para el desarrollo hacia sectores excluidos como las pequeñas y medianas empresas constituirían avances.
Además contribuiría con este objetivo mantener corrientes de inversión extranjera directa en áreas o sectores totalmente nuevos y reducir las corrientes financieras a corto plazo en la región.
Es preciso, se indica en el artículo de la Revista CEPAL Nº 97, tomar en cuenta la voz de los países en desarrollo y abordar seriamente la prevención y la gestión de las crisis financieras.