Dr. Grimaldo Córdoba G.
El pueblo panameño conmemora durante la semana en curso, los 40 años del Golpe de Estado contra el entonces Presidente Dr. Arnulfo Arias Madrid a pocos días de iniciado su tercer período al mando de la nación.
Lo que a continuación de dicho golpe sucedió, fue nada memos que el producto de quienes rompieron de manera abrupta el orden constitucional tomando por la fuerza y con las armas el poder que la ciudadanía hacía pocos días había decidido. La persecución, las desapariciones, la tortura y opresión a todo aquel que se opusiera al tirano movimiento era la nota de fondo. Acto seguido y conjuntamente los cierres de medios de comunicación, la eliminación de los partidos políticos y así mismo una barrida contra la clase política que para entonces se declaró clandestina y en constante huída.
El llamado “Proceso Revolucionario”, no fue nada más que la manifestación de la sed de poder de los hijos de los cuarteles que de forma desmedida quiso trastornar y luego destruir el imperio de la civilidad panameña. Fueron 16 años sin elecciones democráticas, mucho fue el daño y el atraso que aún hoy resentimos, pero Panamá y su gente fue fuerte.
Hoy somos llamados los que trabajamos por este país a valorar el esfuerzo, el sudor, lágrimas y la sangre de todos y todas que de alguna manera u otra contribuyeron a recuperar lo más sagrado que posee todo Estado de Derecho… Su Libertad.
El llamado más enérgico va precisamente con énfasis hacia los que hoy gobiernan; nada menos que los hijos de aquella funesta dictadura de 21 años que hoy se sirven de la democracia para gobernar a medias, a incumplir lo que prometieron y a estafar a este pueblo que ya no aguanta más.
El resto de la clase política debemos redoblar esfuerzos para que nuestro compromiso de servir al país con objetividad y para todos por igual, sea sincero; que prometamos al pueblo con la verdadera determinación de cumplir y por encima de cualquier interés personalista, por Panamá, con sacrificio y desprendimiento.
Hoy nuestro querida Patria sufre la desidia y “poco me importa” de un Gobierno que desaprovechó la oportunidad de hacer llegar a todos los sectores los beneficios del “crecimiento económico” del que tanto pregonan pero que al fin, quedó siendo nada más que una fría cifra de propaganda. Tal riqueza nunca arropó a los pobres, humildes, campesinos, jubilados, desamparados ni estudiantes de este país.
La inseguridad creció y prosperó, el sistema educativo claudicó, la clase media tambalea, la corrupción ha fundado un reinado a todo nivel y se irrespetó la dignidad de los panameños que fallecieron producto de las deficiencias administrativas y la de sus familiares. Los eslóganes de campaña eran cosméticos al igual que los personajes que los vociferaban.
El pilar fundamental del descalabro gubernamental, fue la carencia de voluntad política, la falta de gobernabilidad y la inexistencia de una vocación de servicio.
A los electores el mensaje es más claro aún: Los que hoy aspiran y representan el continuismo de este “intento de Gobierno”, han fracasado… Su dictadura y su frente político no han traído más que Luto y Dolor al pueblo panameño; engaño e indiferencia.
Recordemos siempre a los lo dieron todo por Panamá y llevemos a la conducción del Estado a personas con trayectorias que demuestren pulcritud, capacidad y sensibilidad hacia sus compatriotas, y que su discurso corresponda a sus actuaciones tanto personales como con su desempeño laboral y profesional. Un hombre de manos limpias sin antecedentes oscuros que ocultar o disimular. Veamos más allá de las campañas y estudiemos las intenciones del dirigente que verdaderamente ha hecho mérito y viene a luchar “Por un Panamá Mejor”.
El autor es médico y miembro del Partido Panameñista.