Produce una minúscula parte de las emisiones mundiales, pero es una de las regiones más afectadas por los embates del cambio climático.
El cambio climático es una seria amenaza para las sociedades centroamericanas por los múltiples impactos previstos en la población, en los sectores productivos y en los ecosistemas. Como lo muestra la publicación La economía del cambio climático en Centroamérica Síntesis 2010, las vulnerabilidades sociales y económicas de Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá se agravan por su ubicación en un istmo estrecho que sirve de puente entre dos continentes y situado entre dos sistemas oceánicos, el Pacífico y el Atlántico, con sus correspondientes procesos climáticos. La región es gravemente afectada por sequías, ciclones y por el fenómeno denominado “El Niño-Oscilación Sur”.
Esta publicación forma parte de un conjunto de estudios sobre el análisis socioeconómico del impacto del cambio climático que ha emprendido la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y cuyo informe regional La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe. Síntesis 2010 se presentó esta mañana en un evento paralelo en el marco de la COP16.
El documento centroamericano es producto de la iniciativa “La Economía del Cambio Climático en Centroamérica”, coordinado entre la CEPAL, los Ministerios de Ambiente y Hacienda o Finanzas de los siete países de Centroamérica, la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) del Sistema de Integración de Centroamérica (SICA) y la Secretaría de Integración Económica de Centroamérica (SIECA). Ha contado con financiamiento del Gobierno Británico (DFID) e inicia próximamente un financiamiento del Gobierno de Dinamarca (DANIDA).
El estudio, iniciado hace dos años, utiliza dos diferentes escenarios de emisiones, uno que sigue con la tendencia actual de alza y otro que genera una trayectoria reducida de emisiones. Establece que en el primer escenario, la temperatura podría aumentar entre 3,6 °C y 4,7 °C a 2100 dependiendo del país, con un promedio regional de 4,2 °C. La precipitación anual podría reducirse a cerca del 28% como promedio regional, con una variación entre países entre 18% y 35% en el mismo período.
Valoración económica inicial del cambio climático. Bajo el escenario de continuas alzas en las emisiones, el estimado del costo medible acumulado a 2100 equivale a 73 mil millones de dólares corrientes o 54% del PIB regional de 2008 a valor presente neto, con una tasa de descuento del 0,5%. Está basado en un análisis inicial del impacto en el sector agrícola, recursos hídricos, biodiversidad y un posible aumento de la intensidad de huracanes y tormentas tropicales. Los cálculos presentados representan una visión conservadora e inicial de los costos del impacto económico. El mayor aumento de costos ocurrirá en la segunda mitad del siglo, cuando los efectos de las emisiones sean mayores.
Eventos extremos. Entre 1930 y 2008 la región ha padecido 248 eventos extremos mayores asociados a fenómenos climáticos e hidrometeorológicos. Inundaciones, tormentas, deslizamientos y aluviones representan poco más de 85% de los eventos totales. Un 9% corresponde a sequías, y prácticamente no hay porción de Centroamérica que no las haya sufrido en los últimos 30 años. El documento señala que los riesgos asociados al impacto de cambio climático en los eventos extremos son elevados y la vulnerabilidad de los asentamientos humanos y las actividades productivas es creciente. Hay consenso de que el aumento de la intensidad de los huracanes y las tormentas está asociado al cambio climático, y que podrá aumentar entre 5% y 10% durante este siglo en comparación a las últimas cuatro décadas.
Recursos hídricos. Aunque Centroamérica parece tener suficiente disponibilidad de agua en la actualidad, su distribución entre países y regiones es muy desigual. Esto se relaciona con la variabilidad de la precipitación y genera alternativamente inundaciones y períodos de sequía severa. En Centroamérica existe una disponibilidad promedio de 23 mil metros cúbicos anuales de agua por habitante. Los análisis presentados en el estudio muestran que, de acuerdo con el crecimiento de la población, sin cambio climático, la disponibilidad de agua per cápita disminuiría un 36% para el año 2100. Con cambio climático se reduciría entre 82% y 90%, particularmente en los cinco países al norte de Costa Rica.
Agricultura. La agricultura es uno de los principales motores de la economía de Centroamérica y es uno de los sectores más afectados por el cambio climático. Incluyendo la agroindustria, representa el 18% del PIB total, contribuye con 35% de las exportaciones de bienes y es el mayor empleador. Según las estimaciones iniciales, ya se experimentan los efectos adversos del cambio climático en la agricultura. En un escenario de continúa alza de emisiones, hacia 2100 habría una reducción de aproximadamente un 9% en el índice de producción agropecuario, si no se toman medidas de adaptación. El efecto del cambio climático sobre las actividades agropecuarias tendría un impacto adverso en los ingresos especialmente de los agricultores de bajos ingresos y en la seguridad alimentaria, al reducir la producción de granos básicos y otros alimentos.
Biodiversidad. Centroamérica contiene el 7% de la biodiversidad del planeta y tiene una gran diversidad geológica, geográfica, climática y biótica. La publicación establece que el Índice de Biodiversidad Potencial sin cambio climático bajará aproximadamente 13% durante este siglo, particularmente hasta 2050. Con un escenario de continúa alza en las emisiones, este índice disminuiría casi el 60% a 2100. Los países más afectados serían Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras, con reducciones entre 75% y 70%. Habrá desplazamiento del bosque de lluvia, cambios en el páramo y el bosque tropical muy húmedo, así como la expansión del bosque tropical muy seco. Esto incide en el comportamiento de las especies de anfibios y aves, las cuales están disminuyendo.
Energía. América Central depende de fuentes energéticas importadas y de origen fósil altamente contaminantes. Al mismo tiempo, se estima que alrededor de la mitad de la población sigue dependiendo de residuos de biomasa, principalmente leña, para satisfacer sus necesidades energéticas básicas, especialmente en Guatemala, Honduras y Nicaragua. Se podrá evaluar la oportunidad de reducir progresivamente la tendencia de mayor dependencia regional de hidrocarburos importados en un contexto de oscilaciones de precios e inseguridad de suministro, y la creciente tendencia a utilizar carbón mineral. La contaminación de estas fuentes de energía implica costos de salud, los cuales son asumidos por los sistemas de salud pública y por la población afectada, no por los productores de hidrocarburos. Los sectores energéticos de Centroamérica han producido la Estrategia Energética Sustentable 2020 que propone expandir las fuentes energéticas regionales renovables y menos contaminantes en relación con un escenario tendencial, incluyendo las hidroeléctricas, eólicas y geotérmicas y la importación de gas natural. Es la primera estrategia regional sectorial que considera las implicaciones de sus propuestas en términos de emisiones de gases de efecto invernadero.
El estudio La economía del cambio climático en Centroamérica Síntesis 2010 afirma que el cambio climático es un problema económico central y transversal con serias implicaciones fiscales. Centroamérica tiene un desafío considerable para adaptarse al cambio climático, porque exige redoblar esfuerzos para reducir la pobreza, la desigualdad y la vulnerabilidad socioeconómica y ambiental, y aumentar la resiliencia y la capacidad de adaptación de las sociedades, poblaciones específicas y ecosistemas. Resalta, además, la importancia de lograr acuerdos nacionales, regionales e internacionales para impulsar estrategias sustentables de adaptación que integren las acciones de reducción de vulnerabilidades con las de adaptación y las medidas de transición a economías más sostenibles y bajas en carbono.