Por: José Manuel Aguilar H. / Delegado al VIII Congreso del PRD
Después del 3 de mayo de 2009, poco a poco se fue desatando una reacción en cadena a lo interno del PRD, que al final devino en avalancha de señalamientos, criticas, denuncias y pronunciamientos; todos muy llenos de indignación y motivos muy apasionados y, principalmente, muy preocupados por la preservación de los valores morales en la política y de los principios del vapuleado “torrijismo”.
En nombre de estas “motivaciones éticas”, unas y otros van construyendo “un análisis”, que en realidad no es más que una sumatoria interesada y aleatoria de elementos y sobre todo de quejas, que solidariamente se complementan mutuamente, sobre la marcha. Cual rompecabezas de palabras, que en realidad nunca ha tenido intensión de explicar, serena y objetivamente, qué fue lo que realmente sucedió; ni de decirnos con prístina sencillez, a los que nos encontramos sumidos en el inframundo de “las bases del Partido” y ajenos a los detalles y sutilezas del Olimpo de donde vive “la dirigencia nacional”, cómo fue que cuajó, finalmente., la compleja interacción de factores, tanto inmediatos como de fondo, que se fueron acumulando para gestar la derrota del 3 de mayo.
A las bases nos llegan las anécdotas, los comentarios y el permanente espectáculo rutilante; desarrollado en el escenario mediático nacional, ante propios y extraños, con el propósito de sembrar en la memoria colectiva lo que a unos u otros les interesa presentarnos como “las causas”; cuando, en realidad, son solo reflejo pálido del complejo trasfondo, o parte del detonante que hizo estallar, ese primer domingo de Mayo, la carga de material explosivo lentamente acumulando, incluso a lo largo de los años y mas concretamente, desde el mismo momento en que se comenzó a desmontar, sistemáticamente, el verdadero Torrijismo. El de Omar; el del proyecto político y social basado en la consulta y participación permanente de la las comunidades y que cristalizó en el concepto profundamente democrático del Poder Popular; con su red de Juntas Locales y diversos comités de trabajo comunitario y social, que retroalimentaban, orientaban y controlaban el quehacer de las Juntas Comunales y de los Representantes y desde las cuales subía el sentir y las verdaderas necesidades del pueblo hasta las Asamblea de Nacional de Representantes de Corregimientos; donde se hacían leyes más afines y consecuentes con la realidad cotidiana del pueblo o con los intereses de la Nación. El Torrijismo de las empresas estratégicas, creadas para garantizar la autonomía económica de un Estado que fuese capaz de emprender y sostener una dinámica de verdadera y profunda transformación social; orientada hacia la construcción de la justicia y la equidad. El Torrijismo de los Asentamientos Campesinos; bases de una lógica de seguridad alimentaria y constante superación estructural de la pobreza y de las contradicciones campo-ciudad. El de la Salud Igual para Todos; con su red de centros y puestos básicos en las montañas y barrios humildes, con sus capacitados promotores, extraídos de la pléyada de curanderos depositarios de un conocimiento ancestral. El Torrijismo que llevó la educación secundaria, los ciclos básicos, a las montañas y abrió las puertas de las universidades nacionales y extranjeras, para que los hijos de los cholos, los indios y los negros, sempiternos excluidos, tuvieran verdadero acceso a la educación superior y al desarrollo de todo su potencial; dando origen, así, a una expansión sin precedente de la clase media; formada por técnicos especializados y profesionales que han hecho posible el actual desarrollo de la economía nacional y mantienen en movimiento su compleja maquinaria. Es decir, el Torrijismo de Omar Torrijos H., que nos sacó de la aldea que éramos, antes de 1968 y nos puso a caminar en dirección de la pujante nación que somos hoy.
Hoy, el PRD de la misión histórica, de las grandes tareas nacionales, se debate en un dilema de cuya solución no solo depende su futuro, sino incluso su propia existencia. Dilema curioso, además; pues, aunque su forma es política su origen y bases son evidentemente de otro carácter.
Por un lado, emerge la “estrategia de unidad”, que traducido al lenguaje cotidiano no es otra cosa que un fehaciente llamado a “lavar los trapos sucios en casa”. Esta línea de unidad, impulsada por la dirigencia nacional formalmente constituida, crea condiciones favorables para los interesados en la pelea cuerpo a cuerpo y en dilatar la realización del aclamado Congreso Extraordinario; para contar con el tiempo necesario para “ablandar” con antelación la mayor cantidad posible de eventualidades “desagradables” contratiempos. Sin embargo, los impulsores de este criterio no proponen ni explican si esta dilación se va a utilizar para implementar y desarrollar un intenso y extenso proceso democrático de consulta y discusión, desde y con las bases; que nos permita, a todos los miembros del P.R.D. interesados en aportar, sumarnos al análisis de lo acontecido no solo en las elecciones, sino también en el país nuestro y, específicamente, con el Partido fundado por Omar Torrijos; hoy tan alejado de su concepción originaria, tan condescendiente con la lógica de la globalización neoliberal del Imperio y casi tan electorero como cualquier partido tradicional de la oligarquía.
El P.R.D.; fue un partido creado para garantizar la continuidad de un proceso de transformación revolucionaria de la sociedad panameña, pero usando y respetando los métodos democráticos,. Sin embargo, durante “el gobierno P.R.D” recién pasado, una de la característica más notoria fue, por ejemplo, el desarrollo de impresionantes obras de infraestructura; útiles para todos, ciertamente, pero principalmente al proceso de generación de riquezas que por mil vías, al fin de cuentas, siempre terminan en las manos y bolsillos de un puñado de privilegiados. Se realizaron una importante cantidad de acciones y programas de “impacto social”, tipo PRODEC (tan bien valorado por el nuevo inquilino del Palacio de Las Garzas); no obstante, estas “buenas obras”, a fin de cuentas, sirvieron, principalmente, para entretener la atención de la población, cual cortina de humo, mientras se seguía descuartizando y vendiendo el país a poderosos intereses extranjeros y también locales, que, sin ningún reparo ni remordimiento, no solo se llevan las riquezas generada en Panamá, por trabajadores panameños; sino que además deforestan y degradan nuestros bosques, secan y contaminan las fuentes de agua, exterminan especies de flora y fauna, contaminan los mares y extraen y depredan riquezas minerales que nunca vamos a recuperar otra vez; dejándonos a cambio las migajas, las limosnas y los desechos; todo esto bien encubierto por los mantras sagrados de la “necesaria inserción de Panamá en el proceso económico mundial”, la “necesidad de ser competitivos” y la también muy prohijada preservación de “la seguridad jurídica”.
El partido de Omar, creado para garantizar los intereses de la nación y llevar la equidad y el pleno bienestar a todos los panameños no pudo impedir, por ejemplo, que durante su recién terminada gestión administrativa del Estado, miles de kilómetros de playas, islas y tierras costeras fueran entregadas en concesión o vendidas a poderosos intereses particulares. Nuestro gobierno no pudo impedir, por ejemplo, que una empresa minera canadiense realizara una impresionante tala y devastación de bosques primarios, precisamente en la parte más estrecha del Corredor Mesoamericano, creando así una gigantesca llaga en la naturaleza; en desconocimiento, además, del mandato expreso de la Autoridad Nacional del Ambiente, que en un momento intento detener o controlar la criminal depredación de este puente biológico, tan vital para la necesaria interacción entre las especies que habitan la Selva Amazónica y bosques centroamericanos y la Selva Lacandona. Y que todo esto es patrimonio de la Humanidad, necesario para la sobrevivencia de las futuras generaciones.
¿No tendrá que ver, todo esto, con la necesaria discusión a lo interno del partido; antes de salir corriendo a “reformar los Estatutos”? ¿Todo esto y muchas otras cosas que desconocemos, pero que tuvieron su impacto nefasto en algún sector de nuestra realidad, no tendrá alguna relación con los resultados del pasado 3 de mayo? ¿Qué pasa si, además, tomamos en cuenta la creciente violencia e inseguridad en todo el país, el deterioro y cínica desatención de la educación pública y la falta de disposición para enfrentar y realmente resolver el grave y tan sentido problema del caótico transporte público?. ¿Qué pasa si, además, también sumamos, por ejemplo, la explícita e incumplida promesa a 10,000 Promotores Nacionales de la Segmentación, que “se mojaron el ban ban” porque creyeron que realmente “iban a comer camarones”?
¿No tendrán que ver todos estos “elementos aislados” con el desastre electoral? ¿Habrá algún vínculo entre la derrota del P.R.D. y el trato incalificable que muchos compañeros y compañeras sufrieron, de parte de la tristemente célebre “comisión de nombramiento” y sus miembros; principalmente “del compadre” que la coordinó? ¿O la posterior constatación del amiguismo operando a favor de unos, que ni eran ni se mojaron; en detrimento de muchos compañeros y compañeras reconocidos, porque los que estaban en los cargos de dirección y jefaturas “no eran políticos, sino técnicos”?. ¿Puede ser subsanada toda esta acumulación de errores, groserías y francas injusticias con medidas a la carrera y de última hora, que, además, todos sabíamos iban a ser revisadas?. Si a todo esto se suman las heridas causadas durante las primarias, las indisciplinas y dejadez de quienes tenían tareas y responsabilidades de organización y dirección durante el evento electoral y militancia suspendida durante prácticamente cuatro años; en un partido que, se supone, fue construido para gobernar; ¿qué podía salir realmente de todo esto? Y sumemos a esto, el compromiso de apoyo económico en el lecho de enfermedad, que luego es incumplido. ¿No es esto una exquisita congregación de ingredientes para una extraordinaria derrota?.
Por el otro lado, en la acera de enfrente se agrupan y levantan sus voces enardecidas los que ahora recogen firmas para “hacer valer” la “autoridad” de los Delegados y lograr la inmediata realización del tan anhelado Congreso Extraordinario. Pero estos copartidarios no recuerdan o no reconocen, el papel nefasto y la tremenda responsabilidad que tuvieron, en su momento, en la disolución de los Comités de Base, en la destrucción de la dinámica de permanente consulta democrática y vida orgánica, en la desaparición formal y real de los Comités de Base, la Escuela de Formación Política y las Asambleas de Corregimiento y de Áreas; a fin de fortalecer el poder imperioso de los Presidentes de Áreas, para manejarse con el respaldo, básicamente, de los CDN y la exclusión de las bases.
Están también los que “ponen sus cargos a disposición” pero no terminan de renunciar; los que denuncian la vejación a una promesa hecha y arteramente violada, porque “la del oscuro pasado” quería favorecer “mezquinas aspiraciones personales”. Pero estos no logran reconocer, o quizás comprender, que por encima de la acción criticada, evidentemente incorrecta y que ciertamente sirvió para afectar negativamente el esfuerzo electoral; en el PRD se realizaron elecciones primarias, en las cuales la mayoría de los miembros definió la candidatura principal; a pesar de la gran cantidad de dinero y esfuerzo de todo tipo que se invirtió para impedirlo, a través de una estrategia no solo ineficiencia, sino también francamente nefasta porque introduce profundas distorsiones, apela a lo peor de las personas y viabiliza acciones que corrompen y retrotraen las conquistas democráticas, conquistadas por el partido hasta ese momento. Incluso, trasladando al interior del PRD prácticas comunes de los partidos de la oligarquía, antes de 1968 y que, supuestamente, habían sido superadas por la Gesta Revolucionaria de 1968. Lo que correspondía era, simplemente, respetar y asumir la decisión de la mayoría y no declarar, por un lado, una adhesión formal, para luego permitir, por ejemplo, que se le usara como voz e imagen de una campaña orientada a enlodar a quien, supuestamente se optado, finalmente, por respaldar; apelando incluso a un “oscuro pasado” que, en realidad y en todo caso fue común y compartido por muchos que, incluso, acompañaron y aun respaldan al “indignado” afectado. ¿Reconoce este sector, que también tuvo un importante grado de responsabilidad en la derrota del 3 de mayo? ¿Entiende y reconoce el daño, que se introdujo de manera permanente al financiar masivamente a elementos desprestigiados y en muchos casos francamente corruptos, que incluso ya, hoy día, hacen alianzas canallas con los adversarios y en contra del PRD?
Y en la cola del tren, el vagón que ha resultado “más papista que el Papa”, que con terrible furia pide la cabeza, perdón la expulsión de “la culpable”. Pero, ¿por qué?. Si vemos con cuidado el asunto, nos damos cuenta que la cosa esta jalada por los pelos y en realidad tal argumento no tiene ni pies, ni cabeza; pues la cabeza que quiere ver en la bandeja de plata pertenece a la persona que fue elegida, democráticamente, por la mayoría de los miembros del partido; los cales expresaron su opinión en las urnas, durante las elecciones primarias; convirtiéndose esta en mandato obligatorio para todos los miembros de este partido, al resultar ser mayoritario. Es sencillo.
¿Qué cabía entonces?. Pues, respetarlo y obedecerlo, sumándose con auténtica disposición de aportar al triunfo. ¿Qué pasó, entonces? En mi opinión, al ver, sospechar o concluir que el barco estaba herido de muerte y antes que se hundiera, decidió saltar. Y después, urgida por la necesidad distraer o velar el significado ético de este acto, se emprende la cruzada; convirtiéndose, oportunamente, en una crítica acérrima de la inmoral decisión de violar un acuerdo, de palabra, entre dos personas y frente a algunos testigos de parte y parte. Ciertamente no estuvo ni bien lo actuado al romper unilateral y solapadamente el pacto, ni la forma como, finalmente, se manejó y deslindó el asunto; pero lo concreto es, que esto no invalidaba ni quitaba, técnicamente, el derecho de participar en las elecciones primarias. A lo cual se suma lo ya antes dicho: el resultado de las primarias estaba y está por encima de todo otro criterios, porque no es la voluntad de personas aisladas, sino de la mayoría del Partido. El acto convertía en “historia antigua” todo lo demás y esas eran las reglas del juego. ¿Qué más se puede decir, ante alguien que sin renunciar a su equipo se pasa al adversario, luego quiere llevar a la picota a otros y dictar cátedra sobre lo correcto y lo incorrecto, a fin de borrar el rastro y disfrutar, sin remordimientos, el premio ganado por su actuación?. Como que no hay mayor cosa que decir. Y que conste que no estamos refiriéndonos al supuesto incidente del edificio del millón de dólares, como posible causa subyacente de esta situación, porque tal información se maneja en el ámbito vedado a los simples mortales de las bases, así que no me consta.
Y guindados de los vagones de este tren; algunos compañeros y compañeras, que, me parece, pueden estar actuando con buenas intencionados y aun tienen su prestigio intacto; de hecho “son pulgas de otro perro”. Creo entonces, que deben pensar bien cómo manejan su “capital político”, en cómo lo invierten y fijarse bien “en que palo amarran su caballo”. Sobre todo, no entiendo cómo han permitido que se les ponga al frente alguien con tan marcada parcialidad y premeditación. Ojala no salgan lastimados de todo esto.
¿Qué queda? Queda el futuro. Lo que nos queda es pensar con criterios de Partido y sobre todo con criterios de verdadero Torrijismo; con lealtad a los principios y propósitos. Y analizar a la luz de estos. ¿Se deben realmente reformar los Estatutos actuales, total o parcialmente? ¿Por qué vamos a reformarlos? En caso que realmente sea necesario, ¿cuáles aspectos se deben reformar? ¿No será, acaso, que lo necesario es reglamentar los actuales, para que se puedan llevar y realizar en la práctica? ¿Por qué todos los sectores y personajes co-responsables de la debacle del 3 de mayo, coinciden en la consigna “reformar los Estatutos”?. ¿Quiénes van a proponer las reformas que se le deben hacer a los actuales Estatutos, los miembros del CEN, una comisión? ¿A que intereses o sectores responderían los miembros de dicha comisión?
En verdad no se si es correcto o no realizar las tan aclamadas reformas; pero si entiendo que antes del Congreso Extraordinario, prometido para Octubre, es necesario estudiarlos bien y no solo los Estatutos, sino también la Declaración de Principios y el Programa del Partido; para comparar lo que decimos, con lo que realmente somos y hemos hecho. Debemos analizar estos documentos fundamentales a la luz de los intereses de la nación y del pueblo panameño, con honestidad, sin oportunismo, cálculos ni sumisión de ningún tipo; porque el P.R.D. no es de los miembros del partido, sino un legado, una herencia que dejó el General Torrijos y hombres como Antonio Yépez De León y Ascanio Villalaz, auténticos revolucionarios, al pueblo panameño. Es decir, el P.R.D. es patrimonio del pueblo y la nación panameña y nosotros, los Delegados que representamos a los compañeros que nos eligieron, en nuestras comunidades, debemos hacer valer, como nunca, el mandato que se nos han confiado. Estemos pues a la altura en que nos está colocando la Historia, pues tenemos el futuro en nuestras manos; cuidémoslo; seamos también revolucionarios y demócratas verdaderos. No traicionemos la confianza de nuestra gente, ni ensuciemos el prestigio y la esperanza de nuestro partido, porque Omar vive hoy en nuestro accionar consecuente. Entonces, hagámoslo bien; demostremos que la ética en política no es una cuestión de moda, o de intereses personales.