El mandatario explicó que cuando ganó el más grande cargo del país, lo vieron portar una banda presidencial y un bonito vestido, pero “lo que no vieron” es que llevaba puesto “los zapatos del pueblo”, y según él, decidió caminar con ellos durante sus cinco años de mandato.
En un discurso bastante optimista y sincero, el presidente de la República, Ricardo Martinelli con un tono conciliador le dijo a la nación que él todavía tiene puestos “los zapatos del pueblo”, un eslogan que en su campaña política utilizó para lograr llegar a la Presidencia.
El mandatario explicó que cuando ganó el más grande cargo del país, lo vieron portar una banda presidencial y un bonito vestido, pero “lo que no vieron” es que llevaba puesto “los zapatos del pueblo”, y según él, decidió caminar con ellos durante sus cinco años de su mandato.
De hecho, dijo que le pasó algo que jamás imaginó: él quería cambiar al país, pero el país lo cambió a él, explicando que Panamá le enseñó a no ocultar sus sentimientos, recordando el momento cuando lloró en la entrega de subsidios a los afectados por el dietilenglicol.
Martinelli aseguró que prefiere “la camisa manga corta y blue jeans”, pues el que no esté dispuesto a caminar, abrazar a un enfermo o a cargar agua, “no tiene madera de presidente”.
“Fui tildado de loco por quienes no querían el cambio”, expresó, agregando que puso todas sus fuerzas y energías en este proyecto “gran país”, que no hubiese sido posible sin el apoyo del pueblo panameño.
En el discurso de Martinelli predominó la unidad, expresando la frase “unidos nada es imposible”, en varias ocasiones. El presidente trató de hacer un resumen de su gestión durante su discurso que duró aproximadamente una hora, donde mientras detallaba los logros, iba agradeciendo y felicitando a cada ministro o encargado del tema, entre ellos a la ministra de Trabajo y Desarrollo Laboral, Alma Cortés, ministro de Economía y Finanzas, Frank De Lima, la ministra de Educación, Lucy Molinar y otros.
Tampoco dejó de mencionar a su esposa, la primera dama, Marta Linares de Martinelli destacando su gestión y las obras en beneficio de la sociedad, manifestando que “Marta hace un trabajo silencioso con amor y humildad”.
“Gracias Marta por tanto sacrificio y dedicación por el pueblo panameño”, le dijo el presidente a su esposa, mientras ella asentaba con la cabeza, sonreía y recibía aplausos de quienes asistieron al Pleno de la Asamblea Nacional para escuchar lo que sería el último discurso a la nación de Martinelli.
Martinelli mencionó algunos de los momentos que recuerda cuando inauguaraba alguna obra, por ejemplo, cuando un panameño le gritó que no confiaba en él, pero ahí estaba; agregando que de solo recordar se erizaba.
“No me interesan los elogios ni felicitaciones, solo quiero que el país cambie, avance”, aseguró.
Según Martinelli, el éxito es el trabajo en equipo y el poner los intereses del pueblo primero.
“Si me necesitan aquí estaré, siempre cerquita del pueblo (…) no dejen que nadie les quite los sueños, atrévanse a seguir creciendo aunque les digan locos, porque aquí no hay nada imposible”, exhortó.