Por: Alberto E. Fadul N.
Interesado como siempre en la política criolla y en su análisis como ciudadano independiente, soy también un ávido observador del proceso electoral actual en EE.UU. El tema es fascinante. He aprendido un poco sobre el mismo y he podido comprenderlo mejor.
He dicho país el presente proceso electoral, inicia con un número plural de potenciales candidatos en cada partido que aspiran, eventualmente, a ser el candidato de su respectivo partido a la presidencia del país. Inicialmente, los candidatos potenciales se someten a debates televisados bien dirigidos por expertos analistas políticos, con la participación del público televidente. Gradualmente, y mediante el mismo proceso de escrutinio público, lo que se ve reflejado en las encuestas de aceptación, algunos de los potenciales candidatos se van retirando. Este proceso de debates públicos brinda la plataforma para que se den a conocer las agendas sobre temas que interesan a la ciudadanía en general. En la actualidad, los que acaparan la mayor atención e interés del público elector son la economía, los seguros de hospitalización, el desempleo, la migración ilegal, la defensa nacional y el medio ambiente, con todas las aristas y matices que cada uno de estos temas permite desarrollar.
Con posterioridad se celebra, dentro de cada Estado el proceso de elecciones primarias con aquellos candidatos que han subsistido lo anteriormente explicado. De acuerdo a las reglas establecidas en el sistema electoral de cada partido, los candidatos irán acumulando un número específico de delegados que, al llegar a la meta del total predeterminado por cada partido, los podrá convertir en potenciales ganadores de la nominación como candidato presidencial por su respectivo partido. Es lo que se conoce como el número mágico de delegados.
En algunos estados los independientes pueden votar en las elecciones de cada partido, específicamente, no de manera doble en ambos partidos. Quien en cada partido llegue primero al total correspondiente, será el candidato a ser postulado oficial y democráticamente, en las elecciones generales. Si en algún partido los candidatos, no llegaren a la meta especificada, el asunto se decidirá a lo interno en la Convención nacional de cada partido, evento que al concluir, inicia el proceso de elección nacional.
Todo este proceso se desarrolla con debates televisivos de amplia cobertura que le permiten al electorado conocer, de cada candidato, sus fuerzas y debilidades, sus compromisos con la ciudadanía y sus posturas sobre los profundos problemas del país. También pueden correr candidatos independientes; sin embargo, en una estructura bipartidista, éstos no tienen una gran oportunidad de cobertura o de triunfo.
No he escrito sobre el Colegio Electoral, ente que a mi juicio es antidemocrático. Dicho colegio excepciona al voto popular y decide que partido ganó las elecciones generales y, por ende, quien será el nuevo Presidente del país. Este Ente no se debe copiar en ningún sentido.
El sistema panameño de primarias admite una mayor democratización. Los propios partidos, en sus primarias nacionales escogen al candidato a la presidencia quien les representaría en las elecciones nacionales. Este proceso es excluyente. Al final de dichas primarias, los partidos, para las elecciones nacionales nos dejan con alternativas de escoger al mal menor o de aplicar la figura, también obsoleta, del voto de castigo de corte clientelista a la inversa.
Aún con la estructura pluripartidista panameña es factible establecer, con el actual subsidio estatal y los debidos controles, un sistema de primarias eleccionarias para los candidatos propuestos por cada partido, uno o varios, en cada provincia y comarca. Este subsidio debe cubrir el tiempo aire de las televisoras y radio emisoras del país, con igualdad para los candidatos de cada partido. En cada provincia y Comarca votarían los afiliados a sus respectivos partidos y los independientes, debidamente registrados en cada provincia y Comarca.
En nuestro país, existen personas que por diversas razones les agrada pertenecer a un partido, fabuloso. Nada en contra de eso. Sin embargo, a nivel nacional existe un gran núcleo poblacional al que le agrada el que hacer político, los cuales se definen como independientes y quienes tienen mucho que aportar al debate nacional; sin embargo, a éstos no les agradan los partidos políticos, ya sea por la disciplina ínter partidista o sus estructuras directivas. Esta es la mayoría silente en nuestro Panamá.
El Tribunal Electoral debe conformar un registro de independientes en cada provincia y Comarca, no sólo para facilitar que ellos voten en la figura de primarias eleccionarias que propongo, sino para que puedan presentar ideas a los partidos políticos, desde una plataforma reconocida por el mismo. No para formar un partido, eso no. La constitución no permite candidatos independientes para el cargo de Presidente de la República. No vale la pena reformar la Constitución en este sentido.