Por: Belisario Rodriguez Garibaldo – Catedrático en Ciencia Política
Gran parte de la sabiduría esta en los grandes pensadores de la historia de la humanidad. Imaginemos si tuviéramos acceso a los archivos de la Biblioteca de Alejandría, todo lo que aprenderíamos y aun desconocemos sobre los orígenes de la civilización humana. Como dijo Isaac Newton: “Si he podido ver mas allá, es porque me he parado sobre hombros de gigantes”.
El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, como El Arte de la Guerra de Sun Tzu, La Republica de Platón, El Contrato Social de Jean Jacques Rosseau, son obras clásicas. No es que se aplique al pie de la letra a la era moderna, es que han influenciado a la era moderna.
El Arte de la Guerra de Sun Tzu, hoy lo enseñan en Escuelas de Negocios para Ejecutivos de Empresas, y no lo están formando para la guerra, sino para el competitivo mundo empresarial.
La Republica de Platón dio fundamentos a la democracia del Ágora de la Grecia antigua, que luego influyo a la Republica de Tribunos del Senado de la Roma antigua, cuyas instituciones genero al derecho romano, que ha sido la base legal de occidente, así como El Contrato Social de Jean Jacques Rosseau impulso desde la ilustración al modelo de democracia moderna.
¿Acaso entendemos los ciudadanos como funciona la democracia y la ley que usamos cada día? Estamos informados parcialmente. Pues en estas obras se descubre sus normas generales. Hoy toda la clase política y tecnócrata de Francia tuvo que estudiarlos en su paso por la Escuela Nacional de la Administración.
Lo mismo Nicolás Maquiavelo en El Príncipe, que describió como funciona la naturaleza humana en la organización social, desde la prehistoria hasta el mundo actual. Nos descubrió como funciona las leyes sociales naturales del animal político que es el Homo Sapiens. No invento el fuego, sólo nos descubrió las elementos naturales que lo conforman. Además, esa obra tuvo como propósito consejero una utilidad publica en su época, mantener la unidad nacional de los reinos de Italia, lo cual no es poco, es la preservación del Estado.
A Nicolás Maquiavelo le cabe ser el padre de la Ciencia Política (la política como ciencia), desde precursores como Aristóteles en La Política o Platón en La Republica, hasta propulsores como Karl Marx en la Critica de la Filosofía del Derecho y del Estado de Friedrich Hegel. Empero el autor de El Príncipe sólo nos descubrió y explico con objetividad a las leyes naturales sociales que rigen la forma de ser de la sociedad humana, pues todas las relaciones humanas en general son políticas.
De esa forma el renacimiento alumbro a la ilustración. Y muchos años después, la ilustración democrática en El Espíritu de las Leyes de Charles Montesquieu o El Contrato Social de Jean Jacques Rousseau proponen a las formas del Estado de Derecho y el equilibrio de la Democracia como medio para atemperar a la convivencia social en el debe ser de los asuntos de Estado. Al decir de Hans Kelsen en la Teoría Pura del Derecho: “Es la eterna dicotomía entre el ser (factores de poder) y el deber ser (las normas)”. Esclarecedora es la obra de Maurice Joly, Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, la cual retrata como pocas a esta pulsión de la realidad entre el ser y el deber ser, entre la realidad social y nuestras valoraciones morales.
Ahora bien, ¿cual es la utilidad publica de todo eso en la actualidad? Depende del área. Lo mismo sea en la educación, política, negocios, relaciones internacionales, el mundo moderno, se va ha debatir en los próximos años en el adecentamiento ético de la sociedad humana como la conocemos, llámese Parlamento, Corporaciones Empresariales o las Naciones Unidas. Sino es útil a los fundamentos de las bases del futuro, entonces el mundo seguirá tal como estamos.
Podemos elaborar un proyecto mañana, con conocimiento practico, pertinente, actual, útil y técnico, con el mejor sentido común, para proponer al Parlamento, a una empresa o hasta al G-20, para luego enfrentar la dura realidad que la política tal como es no permite llevarlo a cabo, porque los intereses que crean la ley o la crisis económica impiden su realización. Así las formas políticas comunes se vuelven obstáculos a la movilidad de los ciudadanos, grandes obras y proyectos se archivan en la nada, por la miopía del sentido común convencional de lo establecido.
Y de repente, los ciudadanos informados, nos quitamos el velo del rostro y la venda de los ojos; entonces ya no queremos lugar para el sentido común de los convencionalismos establecidos, al final todos por mayoría común, queremos que otro mundo sea posible, con mejores formas de convivencia humana, para una nueva vida política. ¿Pero donde están los sabios de Sión? Nadie sabe, fueron descartados por un manual de programación. ¡Eureka, tenemos que reformar urgente al orden mundial ante la inminencia de una crisis general! Pero Paul Krugman o Imanuel Wallerstein, hartos de prever la crisis mundial desde haces años, fueron silenciado al mero academicismo, en vez de otorgar consejería a las Naciones Unidas o al G-20.
Disculpadme el lector, el dejo de ironía, es que he nacido el mismo día que Winston Churchill, creo que comparto su temperamento, y hubiera comprendido bien su dejo de ironía, cuando el sentido común de convivencia pacifica, tanto de Arthur Chamberlain, el Parlamento y todo la sociedad británica, aconsejaba como prudente negociar y coexistir con el Reich de Adolf Hitler, mientras que se aislaba por alarmista las premoniciones de Winston Churchill ante el eminente peligro que era capaz de prever, y que el sentido común de sus conciudadanos no eran capaz de ver mas allá de sus casas y despachos. Pero cuando Alemania invadió Polonia dando inicio a la guerra mundial, entonces llego la hora de los halcones de la democracia ¿Dónde esta Winston Churchill? En fin, así es el mundo, es la naturaleza social del Homo Sapiens, así funciona la política, y que paradoja.