Por: Alberto E. Fadul N.
¿Entonces que es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, yo sabría que es. Si deseará explicárselo a quien me lo pregunte, yo no lo se”. San Agustín.
Como apreciamos el tiempo, en vida, es complejo. En democracia, el tiempo de cada persona es interdependiente entre su capacidad individual o familiar y el manejo eficiente o ineficiente del Estado.
Cuando elegimos a un presidente, al acceder éste al poder, forma su equipo de gobierno. En la administración de su tiempo esta implícito el administrar el Estado. Su función, hacer más tolerable el tiempo vivencial de toda una ciudadanía, mayoritariamente desesperanzada, facilitando los procesos de desarrollo para generar un riqueza más abarcadora.
Los ejemplos negativos del mal uso de los tiempos gubernamentales son históricos y, aunque lamentable, esa realidad puede llegar a facilitar una nueva gestión gubernamental, cuya labor, fundamentalmente, estaría dedicada al establecimiento de procesos de corrección y ajustes relevantes con obligada transparencia, alejada de la corrupción, la demagogia y el clientelismo en todos los sentidos. ¿Si no es así, para que desean alcanzar el poder?
En base a lo expresado, es factible que los programas de trabajo, de quienes aspiran a la Presidencia de la República pueden contar con grados de similitud. Sus diferencias deben contrastarse en materia de su capacidad de liderar el cambio requerido, con elevados grados de credibilidad. Una credibilidad desplegada en su tiempo de campaña. Abiertamente analítica del aumento del costo de vida y el bochornoso mal uso de los fondos públicos, con propósitos de aumentar la riqueza de altos servidores públicos. ¿La adición de una sala quinta? ¡Por favor!
Deben prometer y cumplir con soluciones efectivas respecto de un sistema de gobierno central cuyas instituciones están caducas entre ellas, un Ministerio de Educación que no estimula el educar, una Corte Suprema de ¿Justicia? Una Contraloría que no parece controlar, un Ministerio de Obras Públicas que, muchos piensan, parece una cámara de comercio, un Ministerio público maniatado, un estamento público que constituye una agencia de empleo, naturalmente, ineficiente. Un Órgano Legislativo ¿que funciona con “líneas”? Un Órgano Judicial bastante trasnochado y un Órgano Ejecutivo que operar a su parecer; en fin, un sistema central de gobierno que no atiende las necesidades de cambios profundos en la gestión institucional, propagando su Indiferencia al tiempo fatal que, a diario, vive la ciudadanía, particularmente, nuestra gente pobre.