Por: Ameth Cerceño Burbano / Abogado
El 2008 ha sido un año preelectoral, donde cada partido político ha realizado sus elecciones primarias para elegir a sus candidatos de cara a las elecciones generales de 2008. En ese sentido los partidos tanto de gobierno como de oposición han ido moviendo sus fichas de cara a la conformación de las alianzas. Ya Cambio Democrático finiquito su alianza con el Partido Unión Patriótica, la cual en mi concepto es una unión simplemente electorera pero que debemos respetar porque se sustenta en la decisión de sus bases.
El Partido Panameñista mientras tanto a planteado que las puertas se mantienen abiertas para todos los partidos de la oposición de cara a la conformación de una gran alianza y ha iniciado negociaciones con su aliado tradicional el Partido Molinera y veo bastante cercano la conformación de una alianza entre el Panameñismo, Molirena y Vanguardia Moral de la Patria. Siendo esta nuestra realidad política la oposición tiene dos candidatos el Ingeniero Juan Carlos Varela y el empresario Ricardo Martinelli, el escenario similar a las elecciones de 1999.
Pero en busca de una gran coalición de los partidos civilistas nuestro candidato presidencial por el panameñismo ha invitado al señor Martinelli a una elección interpartidarias, la cual es viable y sólo depende de la voluntad política de todos los líderes de la oposición. La posición del Ingeniero Juan Carlos Varela es una propuesta seria que debió ser analizada y no rebatida con ataques personales que dan muestra de desesperación y de falta de madurez política. La posición adoptada por el señor Martinelli y sus miembros, ha sido inculta, atenta contra los principios democráticos y se aleja del civismo. Siendo aún más grave invertir sumas de dinero en una campaña televisiva para denigrar con epítetos a quien solo le propuso una idea.
Me pregunto entonces ¿Cuál es el cambio que proponen para el país? Si no aceptan propuestas y las rechazan de plano sin hacer el análisis debido.
Eso es seguir con las viejas prácticas sucias y politiqueras, con discursos y falacias, con el único fin de satisfacer egos y ambiciones personales, basándose en una falsa opinión pública, Ese no es el rumbo en que debemos continuar llevando al país. Nuestra República necesita una reconstrucción, la cual se debe iniciar con la forma en que se práctica la política. Sepamos discernir y no nos dejemos engañar por quienes a cualquier precio quieren obtener poder sin conocer sus propósitos, dejando de lado los intereses de nuestra Nación.