Por: Lic. Hermes Ariel Ortega Benítez
La brisa fresca y poderosa del verano panameño hace que las banderas ondeen con fuerza. Una diversidad de colores adorna el panorama. Los morados, turquesas, naranjas, amarillos y rojos, se difunden y entrecruzan unos con otros. La expectativa crece a medida que llega la hora acordada. Mientras esperamos confraternizamos y se siente un ambiente de camaradería. Los abrazos, apretones de mano y los besos se hacen sentir. El ambiente se siente positivo, todos queremos trabajar, hacer algo para que la fórmula vencedora llegue a la Presidencia.
Se siente el revuelo entre los presentes, ya están aquí el binomio poderoso del cambio aparece estrechando manos de mujeres, hombres y niños. Todos quieren tener ese momento en su memoria, para contárselo a su familia. El hombre del cabello blanco y su compañero de camisa siempre blanca, reciben la calida bienvenida de sus simpatizantes, quienes orgullosos los acompañan en ese recorrido que se hace calle por calle, vereda por vereda, acera por acera. La alegría se desborda, las banderas ondean sin cesar. Las consignas, las vivas y aplausos suenan casi al unísono, como si un solo cuerpo expresara la firme voluntad de llevar la esperanza de un cambio, para mejorar nuestra vida actual.
En nuestro caminar encontramos las casas, con las familias a la espera de la anhelada visita. Martinelli y Varela aparecen y son recibidos, se abren las puertas a su paso, la camaradería es enorme. Gustosos los panameños intercambian sus impresiones con los candidatos. Algunos ya más golpeados por la incapacidad del gobierno exigen la salida inminente del PRD, el gran obstáculo para que el país avance. Las abuelas y abuelos que sufrieron la dictadura militar, les advierten de las triquiñuelas de las que pueden ser objeto, pero severamente les increpan que cuiden esos votos, porque la victoria les pertenece.
Los niños se acoplan a la caminata. El entusiasmo los atrae y exigen que se les entreguen banderas, gorras, etiquetas adhesivas y cualquier otro elemento que los identifique con el cambio. Ellos no votan, pero la emoción que impulsa a los activistas, simpatizantes y público en general los atrae como imán. Son parte de la historia y sabrán ser testigos a futuro, de aquellas muestras masivas de aceptación.
El viernes en Bethania, el sábado en Arraiján y la Chorrera y así sucesivamente. Las calles nos pertenecen, el PRD obstáculo para el cambio, va en retroceso, se esconde, se escabulle y mira de lejos el fenómeno arrollador, que viene con intenciones de hacerlos pagar voto a voto, la incapacidad demostrada en este quinquenio, para resolver los problemas del pueblo. Todos los que acompañan saben que tenemos severos problemas en seguridad, educación, salud, transporte y alto costo de la vida. En su andar el binomio poderoso de Martinelli y Varela escucha el mismo comentario, una y otra vez. El pueblo habla alto y claro, ya ellos el PRD, tuvieron cinco años para hacerlo y no hicieron nada, porque debo darles otra oportunidad. Basta ya, queremos un cambio.
El cambio se ha tomado los barrios, las veredas y las casas. Las calles nos pertenecen, nuestras banderas, afiches, gorras y suéteres, se lucen con orgullo, en todo el país. El pueblo quiere un cambio y está decidido a conseguirlo, con la fuerza de su voto. La Campaña avanza puerta a puerta y conquista cada rincón de Panamá.
Sólo nos falta la cita que la patria nos tiene programada el 3 de mayo, ese día nos tomaremos los centros de votación y con la ayuda de Dios, contaremos voto a voto la victoria, que removerá al obstáculo del cambio, para imponer un nuevo período de trabajo, sacrifico y honestidad, que traerá a las familias de este pequeño país mejores días.
El autor es:
Abogado, miembro del Partido Panameñista y candidato a Diputado Suplente del PARLACEN, por el mismo partido.