Por Carlos Camarena Medina
Teóricos de la política, políticos de la teoría, enemigos de la práctica y expertos en ver el vaso medio vacío, de vaticinar cataclismos y negros nubarrones, todo ello a pesar de que son grandes beneficiarios y se estén indigestando con crecimiento económico que experimenta el país.
¿Adivinó? Son los voceros de la oposición cuyo discurso cada vez está más alejado de la realidad panameña, o líderes de influyente organizaciones a quienes les cuesta reconocer, por falta de gallardía, cualquier logro de la actual administración. Para ellos, durante la administración del presidente Martín Torrijos simplemente no se ha hecho nada y el país está cada vez peor.
¡Qué lejos de la realidad!, pensé al leer una noticia en La Prensa (La nueva ola de salarios mínimos), en la que se destaca que el boom económico del país en los últimos cuatro años ha mejorado los salarios de ejecutivos de bancarios, trabajadores del Canal, comerciantes de la Zona Libre de Colón, operadores de los centros de llamadas y profesionales asalariados; además de los emolumentos de empleadas domésticas, obreros, saloneros, taxistas, y de otras labores relacionadas con salarios mínimos.
¿Que aún existe pobreza y desempleo o que el progreso no llega a todos por igual?, nadie lo puede negar. Pero de ahí a tratar de vender la idea de que el país no ha avanzado, que no se ha hecho nada o que todo está detenido, es engañarse, porque el panameño de a pie, que de alguna manera ha sido beneficiado por este crecimiento (¡y son muchos!) sabe que esos discursos agoreros no se ajustan a la realidad.
¿Cómo decir que una economía que en 2007 creció 11.2 por ciento no beneficia a nadie? Más cuando lo que lo niegan son dueños de grandes empresas, que han crecido en los últimos años y cuyas nóminas sin duda se ha incrementado; o dirigentes sindicales cuya membresía se ha acrecentado al igual que las cuotas sindicales.
Hace poco, comenté que trabajos como el de empleadas doméstica, cuyo salario mínimo es de unos 134 balboas por mes, se estaba tarifando entre 150 y 175 balboas mensuales; pero tengo que reconocer que me quedé corto, pues me llamó la atención lo afirmado por Lucía Quero, empleada doméstica que labora para una pareja de venezolanos: “Yo ganaba 125 dólares hace dos años y ahora me pagan 250 dólares por hacer lo mismo”.
Si miramos la construcción -donde su cúpula es la que más vocifera tratando de hacer ver un panorama sombrío donde no existe- los salarios están por encima del mínimo: es de 365 balboas por mes, pero la alta demanda de mano de obra por empresas que desarrollan megaproyectos, ha ocasionado se ofrezca dos y tres veces más.
El salario medio de un maestro de obras, según la convención colectiva del SUNTRACS asciende a mil balboas mensuales; pero Mariano Reyes, de ACOBIR, destaca que la alta demanda de mano de obra calificada ha provocado que algunos de ellos devenguen entre 2 mil y 3 mil balboas por mes.
Los archivos del Ministerio de Trabajo revelan que hay obreros calificados ganando tanto o más que abogados, contadores, economistas, periodistas y hasta médicos generales. Un soldador de primera afiliado al SUNTRACS percibe un ingreso mensual de mil 75 balboas.
Podría enumerar un et cétera de ejemplos, con estadísticas que dan fe del impacto positivo del crecimiento económico en el turismo por ejemplo; pero llama la atención el afán por negar lo que todos palpamos, en un afán por descalificar, ganar adeptos capitalizando el descontento, o simplemente crear un ambiente de caos.
Los banco obtienen grandes ganancias; los supermercados hacen su agosto con el alto consumo que ha traído el crecimiento económico; la demanda de productos de primera necesidad como la leche ha ocasionado que el precio de un litro de leche supere el balboa; mientras que la construcción “anda volando” y asimismo se incrementan los ingreso por cuota sindical.
Es una realidad que ni la política ni los discursos puede cambiar, pues las estadísticas son frías y contundentes.