Por: Carlos Camarena Medina – Periodista
Hace más de diez, años, siendo reportero del diario La Estrella de Panamá, un grupo de periodista entrevistaba al gerente del IPAT, a quien me tocó hacerle una pregunta un poco difícil pero intrascendente, pero al día siguiente me sorprendió la forma como un colega de La Prensa hizo la noticia.
Recuerdo que al hacer referencia a mi cuestionamiento, el colega precisó: “a la pregunta hecha por el periodista Carlos Camarena de la Estrella de Panamá, dijo”, por lo cual le llamé para preguntarle por qué lo había hecho, a lo cual me contestó que lo hizo para cuidarse, pues el funcionario público en mención tenía un parentesco con un alto directivo de La Prensa.
¿Fue objetivo o perdió credibilidad el colega? ¿Quién decide eso y bajo qué parámetros?
Por eso, me llamó la atención la noticia titulada “Ética periodística bajo la lupa”, aparecida en La Prensa el domingo 1 de junio, en donde pareciera que el objetivo principal es satanizar a los periodistas que por diversas circunstancias (salarial, simpatía política o cercanía con algún funcionario) laboran en el Gobierno; tanto que incluso deja entrever que uno pierde credibilidad y ya no debería laborar en ningún medio de comunicación.
Quiero pensar que la periodista que redactó la nota -y cuya calidad profesional reconozco por lo que ha escrito en La Prensa- es tan joven que desconoce los hechos que paso a enumerar:
En 1984, cuando Nicolás Ardito Barletta asumió la presidencia designó a la jefa de Redacción de La Prensa, como secretaria de prensa de la Presidencia, quien un año después retornó al cargo que ostentaba en dicho diario. En 1989 esta destacada periodista fue electa representante del corregimiento de Pueblo Nuevo y en 1990, cuando La Prensa reabre, la entonces concejal por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) ejerció ambo cargos.
Aunado a esto, 1990 fue testigo de cómo altos directivos de La Prensa dejaron sus cargos para ocupar puestos en el gobierno: Ricardo Arias Calderón, presidente del PDC, ocupó el cargo de Vicepresidente y Ministro de Gobierno y Justicia; mientras que Rubén Darío Carles, del MOLIRENA, fue nombrado Contralor.
Una periodista que fue directora de Relaciones Públicas en el IPAT durante el gobierno de Guillermo Endara, hoy día es editora de una sección de La Prensa; mientras que un secretario de Prensa de la Presidencia durante el gobierno de Ernesto Pérez Balladares -y quien fuera jefe mío- luego ocupó un alto cargo en La Prensa.
El ex embajador de Panamá en Washington y ex canciller durante el gobierno de Pérez Balladares, posteriormente fue director de La Prensa; mientras que un ex funcionario de la embajada de Washington en el actual gobierno, ocupó hasta hace poco el cargo de Subdirector Editorial. Más: el actual embajador en Washington fue director de La Prensa.
También, recuerdo que durante el gobierno de Mireya Moscoso un alto directivo de La Prensa, quien formó parte del equipo de campaña de la Mandataria, estuvo vinculado con el programa de las Granjas Auto sostenibles y había que ver el despliegue que daba La Prensa cada vez que se inauguraba una nueva granja. Tanto que al periodista que cubría estos eventos le apodaron “El Granjero”.
Como vemos, hay un fuerte y poderoso puente entre política y periodismo, una realidad que se vive en nuestro país y que da para mucho debate. Me tocó trabajar en la Presidencia durante el gobierno de Pérez Balladares, donde ocupé la sub jefatura de Redacción bajo el mando de quien luego ocupó un cargo directivo en La Prensa; pero jamás dudaría de la credibilidad y el profesionalismo de quien fuera mi jefe (hoy en un alto cargo en la Autoridad del Canal de Panamá).
Lo mismo pasa con quien fuera representante de corregimiento, jefa de Redacción de La Prensa, secretaria de Prensa de la Presidencia y de nuevo jefa de Redacción de La Prensa (hoy diputada suplente); y con quien fuera jefa de Relaciones Públicas del IPAT y hoy co-jefa de Información de La Prensa.
Todos son periodistas valiosos, como lo son muchos que han laborado en el gobierno y luego retornado a los medios de comunicación. Será por ello que no tuvieron problema alguno en laborar en La Prensa una vez dejaron de ocupar importantes cargos en el Gobierno.