Tema fue debatido en la CEPAL
En un seminario en la sede de la Comisión especialistas compartieron nociones y perspectivas de la cohesión social tanto en la región como en Europa.
Las brechas socioeconómicas, democracias frágiles y la falta de sentido de pertenencia de la gente con su barrio, la política o el trabajo, son factores que dificultan la cohesión social en América Latina y el Caribe.
El tema fue debatido hoy en el seminario “Cohesión social en Europa y América Latina”, organizado por la Comisión, la Cooperación Técnica Alemana (GTZ) y la Fundación Konrad-Adenauer en Chile y efectuado en la sede de la CEPAL, en Santiago de Chile.
En el encuentro se revisaron las diferentes perspectivas regionales del debate. Fue inaugurado por Martín Hopenhayn, Director de la División de Desarrollo Social de la CEPAL y Winfried Jung, Director de la Fundación mencionada.
Peter Weiss, diputado y miembro del Comité de temas laborales y sociales del parlamento alemán presentó la visión europea, mientras que expertos de la CEPAL y de la Corporación de Estudios para Latinoamérica (CIEPLAN) expusieron sobre la situación latinoamericana en cuanto a cohesión social, definida en la literatura sociológica como sentido de pertenencia ampliada y equidad social, y considerando tradiciones distintas, como las de la sociedad civil.
La Unión Europea destinan cuantiosos Fondos de Cohesión Social para reducir las brechas entre países y al interior de ellos. Allí la cohesión está ligada a la noción de inclusión social para atender los problemas de exclusión que traen aparejados los flujos migratorios, las minorías étnicas, los conflictos internos entre nacionalidades, y el debilitamiento del mundo del trabajo como factor integrador.
En América Latina existe una brecha socioeconómica histórica, concentración de la riqueza, y los altos niveles de exclusión social.
El patrón predominante de modernización y desarrollo de América Latina plantea problemas referidos al sentido de pertenencia. Estos se asocian al desarraigo que sienten las personas respecto de sus referentes históricos de pertenencia, y a los bajos niveles de confianza en instituciones políticas y públicas.
Existe un debilitamiento de lazos comunitarios causado por conductas individualistas y proclives al consumo personal, y una “crisis de sentido” ante la dificultad de introducir la experiencia personal en un horizonte colectivo.
Todo ello redunda, desde la perspectiva de la cohesión social, en que la gente no sienta suficiente bienestar pese a disponer de accesos con los que no contaba antes. Este síndrome se exacerba en zonas de bajos ingresos y de concentración urbana, donde es más clara la auto-percepción de exclusión.