21 de septiembre de 2010.
Hoy se celebra, como cada año, el Día Internacional de la Paz, un día consagrado a la cesación del fuego y la no violencia. La paz es un bien precioso. Hay que nutrirla, mantenerla, defenderla.
Es por este motivo que, cada año, en el Día Internacional de la Paz, hago sonar la campana de la paz en la Sede de las Naciones Unidas. Y es también por este motivo que, cada día, trabajo en pro de la paz. Actúo como mediador entre antagonistas. Doy la voz de alarma ante las amenazas, tanto las que podemos ver claramente como otras que acechan en el horizonte. Promuevo la tolerancia, la justicia y los derechos humanos, y abogo por la armonía entre los países y pueblos.
Este año, el Día de la Paz está consagrado a los jóvenes. Acaba de comenzar el Año Internacional de la Juventud. Su tema de diálogo y comprensión mutua capta la esencia misma de la paz.
Los jóvenes de hoy se sienten cómodos en un mundo diverso e interconectado. Sin embargo, también son vulnerables a las fuerzas del extremismo. Por eso, digo a todos los gobiernos y a nuestros asociados: hagamos más por los jóvenes. Démosles un mundo de paz y tolerancia.
Y a todos los jóvenes les digo: únanse a nosotros. Ayúdennos a trabajar en pro de la paz. Ustedes son impacientes. Ven lo que nosotros, sus mayores, dejamos que siga existiendo, año tras año: la pobreza y el hambre; la injusticia y la impunidad; el deterioro del medio ambiente.
Cuando faltan solamente cinco años para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pido a todos, jóvenes y mayores, que nos ayuden a encontrar soluciones mundiales para estos problemas mundiales. Compartan sus planes e ideas, actúen con creatividad y entusiasmo. Ayúdennos a luchar por la paz y la prosperidad para todos.
Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas