Por: Belisario Rodríguez Garibaldo
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
DEL GOLPE DE ESTADO DE 1968 A LA CRISIS POLÍTICA DE 1987-1992
Desde el Golpe de Estado del 11 de Octubre de 1968, la Guardia Nacional se inicia en el poder a través de una Junta Militar de Gobierno, que gobernaba por decretos. Inicialmente el poder recae en la figura del principal golpista, el Teniente Coronel Boris Martínez, y de dos integrante de la Junta Militar, el teniente Coronel José María Pinilla y el Mayor Bolívar Urrutia, mientras el presidente derrocado, el Dr. Arnulfo Arias Madrid, se refugia en la Zona del Canal al pedir protección a los norteamericanos.
En los inicios del Golpe Militar se dan decenas de arrestos, exilios, desapariciones y asesinatos, tanto de seguidores de Arias como de líderes izquierdistas. En la Provincia de Chiriquí, algunos campesinos seguidores del Dr. Arnulfo Arias Madrid, inician una guerrilla de resistencia al régimen, siendo duramente reprimidos; a la vez que grupos de izquierda inician una guerrilla en el Cerro Azul, cerca de la Ciudad de Panamá, reprimidos con varios muertos y prisioneros.
Posteriormente la Comandancia de la Guardia Nacional recae en el Teniente Coronel Omar Torrijos Herrera, a quien sus otros compañeros golpistas intenta deponer el 16 de diciembre de 1969, aprovechando un viaje de éste por México, pero chocan con el apoyo decidido de la Guardia Nacional al Comandante Torrijos, quien vuela en avioneta hasta la Provincia de Chiriqui, parte de una caravana por todo el país, aclamado por la población, hasta la Ciudad de Panamá, donde lo esperaban tropas y oficiales leales quienes lo vitoreaban a su llegada, mientras que Boris Martines, Bolívar Urrutia y José Maria Pinilla huyen a la Zona del Canal al pedir protección norteamericana.
Desde ese momento, el después nombrado General Omar Torrijos Herrera se consolida en el poder político del país. La razones de este inesperado apoyo popular y de oficiales jóvenes de la Guardia Nacional, radica, según algunos interpretes, en la honestidad de Torrijos, quien no tenía antecedentes de corrupción, y estaba iniciando un discurso populista y nacionalista, que reivindicaba reformas sociales y la lucha por la recuperación de la Zona del Canal.
Es importante destacar que el General Torrijos convoca a una Asamblea Nacional en 1972 para que redacte una nueva Constitución, y está Asamblea esta conformada por 505 Representantes electos, imitando el estilo de la Asamblea Popular en Cuba. El General Torrijos gobernó con plenos poderes otorgados por la Asamblea, iniciando un régimen militar que contó con exiliados, presos políticos, poca libertad de expresión y supresión de los partidos políticos, pero que a su vez inició lo que se denominó como “proceso revolucionario”, con un conjunto de reformas sociales y económicas. Pero tal vez el principal logro del General Torrijos seria encabezar la lucha nacional por un nuevo tratado del Canal de Panamá, lo cual le llevó a recabar apoyo internacional con la causa panameña en varios países del mundo y en foros internacionales, como el Movimiento de Países no Alineados, Europa, América Latina, Oriente Medio, Asia y África.
Esta es la causa común de muchos panameños, a través de generaciones, en muchas clases sociales y diferentes círculos políticos, la cual llevó a que se firmaran los Tratados Torrijos-Carter del Canal de Panamá en 1977, entre la República de Panamá y los Estados Unidos. Gracias a estos tratados, Panamá recuperó el Canal y las zonas adyacentes el 31 de diciembre de 1999, último día del milenio, en medio de una fiesta nacional y democrática, lo que conllevará la responsabilidad panameña de la buena administración del Canal, así como el buen uso colectivo y económico sobre la soberanía total de nuestro territorio.
Además de esto, es importante aclarar, que en consecuencia de estos Tratados, los Estados Unidos condicionará al gobierno panameño la democratización de Panamá. Muchos intérpretes coinciden en que el General Torrijos no tenía pretensiones de usurpar el poder político de forma permanente, por lo cual inició el ya famoso “repliegue de los militares a los cuarteles”. En 1978 se legalizan los partidos políticos, la libertad de expresión y otras libertades fundamentales, el retorno de los exiliados y la liberación de los presos políticos, iniciando lo que la oposición denomino “veranillo democrático”. El General Torrijos inició, sobre las bases sociales que apoyaban su liderazgo, la creación del Partido Revolucionario Democrático (P.R.D.), de connotación socialdemócrata, el cual es hoy el partido político más numeroso del país y miembro pleno de la Internacional Socialista.
Mucho se comenta que el General Torrijos pensaba disputar electoralmente la Presidencia de Panamá en 1984 con el Dr. Arnulfo Arias Madrid, pero “un no esclarecido accidente de aviación” le cortó la vida a Torrijos en 1981. Este accidente fue denunciado por los familiares del General Torrijos como un asesinato, propiciados por miembros de la Guardia Nacional, en colaboración con la CIA norteamericana, porque Torrijos presentaba un problema para los intereses geo-estratégicos de los Estados Unidos en Centroamérica, por el apoyo de Torrijos a los sandinistas para que derribaran a Anastasio Somoza, y el apoyo que Torrijos brindaba a la guerrilla salvadoreña en esa época.
Fue entonces, a partir del año 1983, en que se realizan reformas constitucionales que introducían nuevamente el modelo político de democracia liberal, pero a la vez se creo una nueva ley que convertía la Guardia Nacional en las Fuerzas de Defensa de Panamá, un ejército en toda regla, con el objetivo de defender el Canal en cumplimiento de los tratados canaleros, y que convertían desde ese momento al General Noriega en Comandante en Jefe de esta institución castrense. A su vez se acordó celebrar elecciones en mayo de 1984.
En 1984, el General Noriega impuso como candidato del Partido Revolucionario Democrático (socialdemócrata, torrijista) al Economista panameño graduado en la Universidad de Chicago, Dr. Nicolás Ardito Barleta, quien había sido Ministro de Economía en el gobierno de Torrijos y vicepresidente del Banco Mundial (World Bank). Cuando éste gana oficialmente las elecciones de 1984, la oposición de la Alianza Democrática Opositora, cuyo candidato era el Dr. Arnulfo Arias Madrid, acusó al gobierno y a los militares de que dichas elecciones eran fraudulentas, generando protestas y enfrentamientos entre los seguidores de ambos bandos políticos. A su vez la gestión presidencial de Barleta se caracterizó por hacer ajustes fiscales y reformas estructurales, apoyadas por los Organismos Financieros Internacionales, además de una fuerte protesta de organizaciones obreras y gremiales, a la vez que era manipulado por el mando castrense, que recaía sobre el General Noriega. Poco tiempo después los militares lo obligaron a renunciar, y siendo relevado en la Presidencia por su vicepresidente Erick Delvalle.
Sin embargo el detonante de la Crisis Política fue cuando el Coronel Roberto Díaz Herrera (primo del General Omar Torrijos Herrera), quien había sido obligado por Noriega a jubilarse, desconociendo su futuro ascenso a General, hizo fuertes declaraciones ante la prensa nacional y extranjera, [1] sobre la participación de Noriega en el brutal asesinato del Dr. Hugo Spadafora Franco (quien fuera torturado y decapitado), en el asesinato del General Torrijos, en la participación de Noriega en el tráfico de armas, drogas y lavado de dinero, como la responsabilidad del mando castrense que había organizado el fraude electoral de 1984 en la propia residencia de Díaz Herrera. De aquellas declaraciones surgieron fuerte jornadas de protestas cívicas, que produjeron enfrentamientos con unidades antidisturbios. Estas jornadas de protestas eran dirigidas por la Cruzada Civilista Nacional, creada el 9 de junio de 1987, y compuesta por gremios empresariales, de profesionales, clubes cívicos y partidos políticos de oposición. El Gobierno se vio obligado entonces a declarar el estado de sitio y suspender las garantías constitucionales. Un día importante de esta Jornada de Protesta fue el 10 de julio de 1987, mejor conocido como el “Viernes Negro”, por la cantidad de heridos y detenidos en aquellas protestas.
Por otra parte en Estados Unidos se desencadenó una campaña política e informativa [2] contra el General Noriega, que se inició por parte del gobierno norteamericano al acusarle de tráfico de drogas, lavado de dinero, violación a los Derechos Humanos y su participación en el crimen del Dr. Hugo Spadafora Franco, y estas acusaciones se acrecentaron por un informe de la CIA en este sentido, y el posterior inicio de un juicio contra Noriega en tribunales de Tampa y Miami. Posteriormente el Presidente Delvalle intentó destituir al General Noriega, pero se encontró con la renuencia de los mandos castrenses, y del Partido Revolucionario Democrático, quienes iniciaron un juicio político contra Delvalle en el Parlamento, destituyéndolo como presidente y nombrando al entonces Ministro de Educación, Manuel Solís Palma, como presidente provisional. Los Estados Unidos reconocieron solamente al gobierno del Delvalle, quien exiliado desde los Estados Unidos ordenó congelar millones de dólares del gobierno panameño depositado en Bancos de Nueva York, y aunado con el embargo comercial, financiero y bancario que ordenó el Congreso de los Estados Unidos contra Panamá. Todo esto, sumado a que en Panamá había fuertes protestas políticas y una recesión económica avanzada, contribuyó a debilitar al Gobierno Panameño.
Noriega reaccionó movilizando a sus partidarios del P.R.D., empleados públicos, sectores de la izquierda, así como sectores sociales, obreros y populares, que se aglutinaron en coordinadoras de defensa de la soberanía nacional, de la no injerencia de Estados Unidos en asuntos internos y en defensa de los tratados del Canal de Panamá. Y ante la posibilidad de una agresión militar norteamericana contra Panamá, se crearon desde estos sectores sociales “Los Batallones de la Dignidad” una suerte de milicias populares que se entrenaron para repeler un ataque estadounidense, pero que a su vez fueron definidos por la oposición como “grupos paramilitares”, por su rol de choque en las manifestaciones políticas de ambos bandos enfrentados.
Es importante destacar, que Grupos de Oficiales de las Fuerzas de Defensa (otrora Guardia Nacional) intentaron un Golpe de Estado contra el General Noriega, primero en 1988 y luego en 1989, y en este último mantuvieron a Noriega como rehén, pero al no recibir ayuda del Comando Sur Norteamericano, acantonado en las bases militares de la Zona del Canal, fueron vencidos por las tropas leales a Noriega, y posteriormente fusilados los líderes golpistas por orden de Noriega, en un país donde no existe la pena de muerte en la jurisdicción ordinaria ni en la jurisdicción militar.
Es importante destacar, que las Elecciones Generales de mayo de 1989 se celebraron con fuertes enfrentamientos, en una sociedad polarizada políticamente. El candidato presidencial del P.R.D. y sus partidos aliados (sobre todo de la izquierda) era el empresario torrijista Carlos Duque, acompañado con Ramón Sieiro (cuñado de Noriega) y el diplomático Aquilino Boyd como vicepresidentes. Por la Alianza Democrática Opositora estaba el Abogado Guillermo Endara para presidente, discípulo del Dr. Arnulfo Arias Madrid (quien había fallecido años antes por su avanzada edad); el Dr. Ricardo Arias Calderón, líder e ideólogo de la Democracia Cristiana, y el empresario Liberal Guillermo Ford para vicepresidentes.
Las elecciones fueron acusadas de fraudulentas por la oposición, generando fuertes protestas políticas, que fueron reprimidas por la policía y por partidarios del gobierno, en especial por “Los Batallones de la Dignidad”, generando el asesinato del guarda-espalda de Guillermo Ford (candidato a vicepresidente opositor), quien fuera también violentamente golpeado con varillas de hierro por seguidores del gobierno, a la vez que el candidato presidencial Endara fuera también golpeado fuertemente y mandado al Hospital. Posteriormente el Tribunal Electoral anuló las elecciones argumentado injerencia extranjera, tal como la ayuda económica de 10 millones de dólares por parte de Estados Unidos a la campaña de los candidatos opositores.
De esta forma se nombro al Director de la Contraloría (Tribunal de Cuentas), Francisco Rodríguez, como Presidente Provisional, quien inició un proceso de “rectificación torrijista”, volviendo al modelo de la Asamblea Popular de 505 Representantes de la época de Torrijos, quienes al ser posesionados nombraron al General Noriega como Jefe de Gobierno, con plenos poderes políticos y militares, dentro de un “estado de guerra no declarada”.
Las condiciones estaban dadas para una invasión militar por parte de los Estados Unidos. En las bases militares norteamericanas de la Zona del Canal había un fuerte despliegue de fuerzas, tal como una Compañía de Combate de Marines, 500 policías militares, 350 pilotos de helicópteros, personal de apoyo, otros 150 soldados de la Fuerza Aérea, más población civil norteamericana, sumado a los efectivos militares permanentes de las bases norteamericanas que sumaban 10 mil soldados.
Varios incidentes se produjeron posteriormente, como cuando soldados norteamericanos violaban el espacio aéreo y territorial de Panamá, sobrevolando la capital y patrullando carreteras adyacentes a la Zona del Canal que estaban en jurisdicción panameña. En una noche, cerca del Cuartel Central de las Fuerzas de Defensa (sede del Estado Mayor panameño), unos soldados norteamericanos que estaban bebiendo cerca del área, y al no detenerse en un retén militar, realizaron un tiroteo con soldados panameños, muriendo un soldado norteamericano.
Las condiciones estaban dadas para una invasión militar. Mientras, la oposición política panameña y varios exiliados panameños en Norteamérica llevaban meses solicitándole al Capitolio una Intervención armada. En Panamá nadie esperaba que el ataque fuera a escaso días de la navidad, en un país donde la mayoría de la población es católica. Entre las compras navideñas y los preparativos de la cena de navidad, nadie esperaba que el ataque militar fuera en ese tiempo. Pero el 20 de diciembre de 1989, a la media noche, el ejército de la potencia más poderosa del mundo, invadió un país de sólo dos millones de habitantes, generando miles de muertos y la posterior ocupación militar del país, siendo así la agresión norteamericana más importante de nuestra vida republicana.
DESCRIPCIÓN HISTÓRICA DE LOS HECHOS
20 DE DICIEMBRE DE 1989: LA INVASIÓN U.S.A. A PANAMÁ
Tal como hemos mencionado anteriormente la Crisis Política panameña se agravaba a finales de la década de los 80, aunado a una situación financiera muy critica producto del embargo económico norteamericano, que mantenía una economía nacional en franca recesión. En marzo de 1988 un grupo de oficiales de las Fuerzas de Defensa intentan deponer fallidamente al General Noriega. El Consejo de Gabinete toma medidas de urgencia, en las que responsabiliza a los EE.UU. por la situación política y económica del país, y se aglutinan los “Batallones de la Dignidad”, una suerte de milicias populares compuestas por seis mil hombres, provenientes de sectores obreros, populares, civiles y ex militares, conformadas para hacer frente a una intervención militar norteamericana.
Toda esta situación política se agravo con las elecciones de mayo de 1989, por el grado de confrontación y polarización política del país, en la que la oposición política termino alegando fraude electoral y violencia represiva, y en la que el gobierno alego intervención extranjera en las elecciones, razón por la cual el Tribunal Electoral anulo los resultados electorales. Posteriormente el Consejo General del Estado nombro en agosto de 1989 un gobierno provisional que recae como Presidente en la figura del Ingeniero Francisco Rodríguez, entonces Director de la Contraloría General de la República (Tribunal de Cuentas), quien inicia un periodo de “rectificación torrijista” reactivando el viejo modelo de Asamblea Popular de los 505 Representantes, tal como existía en periodo del General Torrijos, y posteriormente se nombra al General Manual Antonio Noriega como “Jefe de Gobierno, con plenos poderes especiales”.
Vale aclarar que en octubre de 1989 hay un nuevo intento de Golpe de Estado contra Noriega, quien es retenido por los Golpistas que esperaban ayuda de las tropas norteamericanas acantonadas en la Zona del Canal y así entregárselo para su captura, pero los norteamericanos no intervienen en el conflicto, solo cierran unas vías de acceso a las tropas leales a Noriega. El Golpe termina en un choque entre los Golpistas y los Leales al General Noriega, y después de varios tiroteos, se logra liberar a Noriega y aquellos que participan en el Golpe son detenidos y los lideres golpistas son fusilados. Estados Unidos se mantiene al margen en el conflicto, pues esta claro que para esa entonces el Presidente norteamericano George Bush tiene otras intenciones.
El pie de fuerza norteamericano en las bases militares aumenta cada vez más, y luego de varios incidentes con policías panameños, como la violación del espacio aéreo y territorial de Panamá, y el tiroteo en diciembre de 1989 entre policías panameños que custodiaban el Estado Mayor y soldados norteamericanos, la situación era de por si bastante tensa. El General Noriega declara al país en “Estado de Guerra” lo cual es interpretado por el Gobierno norteamericano como una Declaración de Guerra.
El Jefe del Comando Sur norteamericano acantonado en Panamá, General Marc Cisneros, hablaba ya de una “solución militar”; aunado al gobierno exilado de Delvalle y los lideres exilados de la oposición política que cabildeaban en Washington por una invasión norteamericana, tal como dijo Juan B. Sosa, embajador panameño en Estados Unidos del Gobierno del Delvalle: “era actuar ya o Panamá quedaba en la orbita comunista”. Todos los hechos conducían a que se produciría una Invasión, pero ningún panameño esperaba que se daría a escasos días de navidad. Todos los hechos estaban dados, pero la muerte de miles de panameños hablarían por si solos.
Pasada la medianoche del Día 20 de Diciembre de 1989 el ejercito de la potencia militar, económica y política más poderosa del planeta, invadía un país pequeño de dos millones de personas solamente. Desde ese momento la Ciudad de Panamá se transformo en un campo de batalla. Panamá se convirtió en un campo de prueba de la tecnología bélica más avanzada, que luego EE.UU. utilizaría en la Guerra del Golfo Pérsico. Nuevos aviones Cazas F-117 A, Aviones bombarderos C-130 y B-52, Aviones bombarderos Sealth Bomber que son invisibles al radar, Aviones Cazas Bombarderos de proyectil láser que calcinan todo lo que dispara, Helicópteros Apaches, Helicópteros Cobra, Vehículos Hummer, Tanques y vehículos de artillería, cascos y chalecos anti balas, además de todo el Comando Sur norteamericano y el pie de fuerza acantonado en las bases militares adyacentes a la Zona del Canal, que sumaron alrededor de 25 mil unidades.
El Bombardeo sobre el perímetro de la Ciudad de Panamá fue impresionante, tomando en cuenta que Panamá no tenia una importante Fuerza Aérea, ni radares, ni defensa anti – aérea, pero dicho bombardeo tenia como objetivo ablandar las posiciones del ejercito panameño. Según el Instituto de Geociencias y Estación Sismológica de la Universidad de Panamá, en el área metropolitana se dieron un total de 417 explosiones de alto poder destructivo en las primeras 14 horas del día 20 de diciembre de 1989. Muy especialmente los norteamericanos se ensañaron con el barrio populoso El Chorrillo, en el cual viven alrededor de 25 mil personas, y donde estaba ubicado el Cuartel Central sede del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa Panameña, siendo totalmente bombardeado y quemado casi en su totalidad. Los mismos soldados norteamericanos le llaman hoy en día a El Chorrillo su Little Hiroshima, pero en Panamá se le conoce hoy como el Barrio Mártir de El Chorrillo. También hubo bombardeos y posteriores combates en zonas donde había cuarteles militares panameños, y que colindan con zonas civiles y barriales, tal como en las áreas de Tinajita, Panamá Viejo, Tocumen, San Miguelito, Vía Transístmica, Aeropuerto de Paitilla, Fuerte Amador, Balboa, Río Hato (provincia de Coclé), Chilibre (a las afueras de Panamá), Cristóbal y Coco Solo (Ciudad de Colón). Pero sobre todo fue dantesco lo que ocurrió en El Chorrillo, tal como lo describe el siguiente testimonio de Tito, un residente de este Barrio Mártir:
“En la noche del 19 de diciembre, a pesar de los problemas económicos, había ambiente navideño en el barrio. Eran como las 11:45 de la noche. Veíamos una película y de pronto sentimos los helicópteros. Creíamos que era una maniobra de las que hacía el Ejercito norteamericano. Nos asomamos al balcón. Cada vez que había rumor de invasión ponían dos tanquetas entre calle 25 y calle 26, una en calle 21 y otra en el Límite. Esa noche no había ninguna tanqueta. Sólo la Compañía Macho de Monte montaba guardia. No pasaban de 120 a 150 hombres uniformados. Nos dijeron que venia la invasión y que corriéramos. Nos asomamos por la ventana de la cocina y vimos a los Cobra que disparaban contra el Cuartel Central y la Cárcel Modelo. También disparaban desde el Cerro Ancón. Entonces empezamos a gritar: “somos invadidos, somos invadidos”. La histeria se propago de piso en piso. Todos corrían de un lado a otro, gritaban lloraban, comenzaron a caer los primeros muertos. Tratábamos de socorrer a nuestras familias. Nos tirábamos al piso, no sabíamos que hacer. Vimos una luz que le pego al televisor y lo convirtió en caucho. Una mancha que parecía petróleo quedó en donde estaba el televisor. El ataque no solo fue a los Cuarteles. Se ensañaron con la población civil.
Fuimos atacados por tierra, mar y aire. Los barcos desembarcaron por donde queda la Cooperativa de Pesca. Por ahí bajaron las tanquetas y desde ahí bombardearon el Tutelar de Menores, la Escuela Republica de El Salvador y el Cuartel Central. Un gran número de helicópteros atacaba desde el aire. Las tanquetas disparaban por tierra al Cuartel Central y los edificios. Del cielo, del infinito salía una luz, una lengua de fuego que caía sobre las casas y las incendiaban. Después nos dimos cuenta de que había sido el avión invisible que describían nuestros hijos y no les creíamos. Decían que habían visto un avión que parecía un tiburón. Decíamos que era fantasía. Después de la Invasión nos dimos cuenta de que El Chorrillo había sido atacado con ese avión.
Durante todo el bombardeo corríamos a la deriva. Acomodamos en el piso a los niños, les pusimos un colchón encima mientras calculábamos por donde íbamos a correr. Mi señora y yo nos asomábamos a la ventana a riesgo de la vida. En los momentos en que el fuego era más intenso nos tirábamos en el piso y cubríamos a nuestros hijos en el piso. En uno de esos momentos una de mis niñas me dice: “papi quiero ir al servicio”. Pensamos que era peligroso y le dijimos: “orínate ahí”. Cuando cesó temporalmente el bombardeo fui a buscar otro colchón. En ese momento vi el espectáculo más horrendo de la guerra: el baño tenia seis orificios grandes. Unos proyectiles enormes habían traspasado la tasa del servicio. Si le hubiera dado permiso a mi hija, esos proyectiles la hubieran partido en dos. Casi me desmayo de solo pensar que pude haber causado la muerte a mi hija si le hubiera dado permiso.
Subíamos y bajábamos los pisos. Los demás tenían la esperanza de que, como dirigentes del edificio, sabríamos que hacer. Teníamos tanto miedo como los demás, pero teníamos que ocultar nuestro miedo y comenzar a bajar a los vecinos de los altos hacia los pisos más bajos. Los bajamos a la tercera planta para esperar la madrugada (si una bomba hubiera caído en esa planta, nos hubiera matado a todos). Como a las 12:30 o 12:45 repetían insistentemente por altoparlantes: “No insistan, ríndanse, están rodeados por el ejercito norteamericano, diríjanse con las manos en alto a la Avenida B”. Los que vivíamos en los pisos altos del Edificio n° 3 preferíamos que nos tiraran el edificio abajo, antes de bajar. Muy poca gente tomó esa decisión. Sabemos que la claustrofobia obliga a la gente a correr en forma desordenada. Por esa razón murió mucha gente a la que se le tomo por hostil. Queríamos salir con la luz del día para saber por donde podríamos correr. No estoy orgulloso de haber salido a la hora que salí. Fui de los últimos en abandonar El Chorrillo. Estuvimos casi 8 horas soportando el insistente y constante bombardeo del ejercito norteamericano. Como a las 7:30 o 8:00 de la mañana bajamos. Los gringos habían tomado el edificio. Vimos carapintadas, gente que nos hablaba en un idioma que no era el nuestro. Nos decían: “go, go, go, fuera, fuera, fuera” y nos hacían señas de que bajáramos hacia Balboa. Teníamos que bajar con las manos en alto. Encima con heridos, ancianos y mujeres en cinta. Como era difícil no bajar las manos, corrieron riesgo nuestras vidas.
Cuando íbamos hacia Balboa vimos gran cantidad de muertos, todos civiles, ninguno combatiente. Espectáculo espantoso para nuestros hijos: la gente partida en dos y sin brazos. Las tanquetas pasaban sobre los muertos para seguir su viaje por El Chorrillo. Nuestros hijos gritaban cuando veían aplastar a los cadáveres. Las mujeres, los niños y nosotros mismos, nos quedábamos que no podíamos caminar ni para un lado ni para el otro cuando veíamos eso. A esa hora todavía había combates. A eso de las 8 de la mañana, en el cruce de Balboa, pudimos ver carros con personas muertas adentro, todas civiles, familias enteras: hombres, mujeres, niños. Ver a toda esa gente con medio cuerpo fuera del carro, carros partidos… a unos le habían pasado las tanquetas por encima, con los muertos adentro. Fue un espectáculo horrible. Nos dio la impresión de que todas esas personas al momento del ataque transitaban accidentalmente por los lados de El Chorrillo. Salimos y caminamos en medio del fuego cruzado hasta llegar al Campo de Concentración de Balboa. No tuvimos asistencia de nadie. En ese momento todo el mundo trataba de correr, todo el mundo trataba de huir. Los heridos eran socorridos por nosotros. Cuando llegaban a Balboa el ejercito gringo se los llevaba para el Hospital Gorgas y prohibía la visita familiares a los heridos. Se atendían a los que llegaban a Balboa. Los demás quedaban en el piso.
Cuando salimos de El Chorrillo pudimos ver a una vecina abrazada a sus dos hijos, los tres calcinados. Teníamos 13 años de ser vecinos. Vi a un cuerpo quemado que no pude identificar. Después la gente me dijo que era Porcky. No lo podía creer. Habíamos conversado a las 9 de la mañana, unas horas antes de la invasión en la calle 27, lugar que frecuento cuando salgo de la Universidad. Como ocurrió el asesinato de Porcky, hijo del conocido boxeador panameño Chicha Fuerte Ruíz. Una persona amable, humilde, que pudo escapar con su familia. Aun tengo grabado lo que hablamos. Las barracas de emergencia estaban a escasos centímetro, pegadas muralla con muralla con el Cuartel Central. Una de las primeras bombas que cayó allí asesino al Sr. Plata, a su esposa y a un sobrino que iba a sacarlos. Los cadáveres calcinados permanecieron allí varios días. No se le dio oportunidad a nadie para que retirara los restos de sus familiares bajo los escombros. Esa gente merecía respeto y había que darle cristiana sepultura, y al menos, incinerar lo poquito que quedaba de sus cuerpos. A nosotros nos llego un periódico muy leído en los Estados Unidos, que circula en Panamá, el Miami Herald, que destaca como se enterró con todos los honores a los soldados norteamericanos que participaron en la llamada “causa justa’”. En cambio, no se sabe donde están enterrados nuestros queridos seres humanos.
El Cuartel Central estaba ubicado exactamente en medio de la población civil y los Macho de Monte no usaban uniforme. No podían ser identificados y eso pudo confundir al enemigo, esa podría ser una de las causas de la destrucción total de El Chorrillo. El Servicio de Inteligencia norteamericano tenia que saber que el Cuartel Central estaba manejado por civiles y tiraron a la mansalva, sin contemplación a todo los que se movía. Murió cualquier cantidad de gente que solo transitaba, porque El Chorrillo nuestro es tan activo que parece un pequeño Nueva York, una pequeña Ciudad Federal de México. Tiene actividad casi las 24 horas del día por ser entrada y salida de la ciudad hacia el campo. La verdad es que el ejercito norteamericano había hecho vuelos de observación tomando fotografías, películas, de las instalaciones militares. Tenia todo calculado para evitar errores. El desalojo del Cuartel Central evitó bajas en las Fuerzas de Defensa.
No vamos a descansar hasta saber en donde están las fosas comunes, esas bolsas que parecen de basura en las que sepultaron a nuestros chorrilleros sin cristiana sepultura. Es lo que exigen madres, padres, hijos y hermanos de estos seres humanos que han perdido su vida sin que se les haya podido permitir, sin que nadie les preguntara, si querían sacrificarse o no. En el Chorrillo no somos ignorantes. Sabemos que el Chorrillo lo destruyó el Ejercito Norteamericano. Y las leyes de guerra son claras. Establecen un comportamiento de los ejércitos en guerra. La demanda que hacemos a los Estados Unidos es administrativa, un reclamo por errores de guerra y por su comportamiento con respecto a la población civil. Si Noriega era el objetivo y sabían que él no estaba ahí, por qué destruyeron El Chorrillo. Ahora sabemos que lo quieren convertir en área turística, en área de inversiones extranjeras. Considero como ofensa a nuestros muertos irnos y dejar esos terrenos, hoy baldíos, para que viva gente que ni siquiera perdió un familiar en esta lucha. Vamos a vivir en este corregimiento. Tenemos suficiente autoridad moral para vivir pacíficamente en El Chorrillo”. [3]
Vale aclarar que producto de la confusión reinante por la invasión norteamericana y el estado de indefensión e inseguridad que había en las calles producto de que los organismos de seguridad panameños estaban siendo diezmados, se produjo por parte de la población un saqueo generalizado de los comercios, supermercados y almacenes desde el día 21 de diciembre de 1989, causando perdidas económicas al sector por el valor de miles de millones de dólares. Pero así como hubo estos actos de pillaje, tal vez producidos por la desesperación, también hubo muestras de valentía sin precedentes por parte de los combatientes que resistían al ejercito invasor, y quienes lucharon por días, haciéndoles difícil la ocupación del país, y que algún a día estos soldados panameños habrá que hacerles un patriótico homenaje que merecen. En “EL PERIODICO”, un nuevo semanario opositor al recién estrenado gobierno pos invasión de Endara, que había sido juramentado como presidente en una base militar norteamericana, aparecieron en el mes de mayo de 1990 un interesante testimonio de un combatiente panameño del distrito de San Miguelito, donde resistieron heroicamente la invasión militar norteamericana, haciendo retroceder temporalmente y obligando a buscar refuerzos al ejercito de la nación más poderosa del mundo, tal como observamos en adelante:
LA BATALLA DE SAN MIGUELITO:
“¡Alerta! ¡Alerta!. Batallones de la Dignidad y los CODEPADI (Comités para la Defensa de la Patria y la Dignidad). Clave Cutarra”. Este fue el cintillo que aparecía constantemente en la Televisora Nacional Canal 2 a partir de las 11:30 p.m. del día 19 de diciembre de 1989. Los voluntarios del Batallón de la Dignidad San Miguel Arcángel acudimos de inmediato al cuartel de la undécima zona militar, en San Miguelito. Ahí vimos al Teniente Coronel Daniel Delgado Diamante comunicándoles a los oficiales, clases y tropas bajo su mando que Panamá estaba siendo invadida. Acto seguido arengó para que tanto militares como brigadistas empuñáramos las armas y saliéramos a defender la patria. Abandonamos el cuartel de la undécima zona y nos dirigimos al complejo deportivo de Los Ángeles n° 2. Mientras esperábamos a hacerle frente a las hordas invasoras, empezaron a llegar algunos miembros de Los Macho de Monte, de la F.A.P. (Fuerza Aérea Panameña), de los Batallones de la Dignidad Rosa Elena Landecho, Liberación Latina, y del Comando Torrijista 16 de diciembre. Todos nos ofrecían detalles de lo cruento que eran los enfrentamientos en Fuerte Amador, Balboa, El Chorrillo, Paitilla, Panamá Viejo y Tocumen.
A las 2. 00 a. m. del 20 de diciembre la aviación enemiga intento bombardear la instalación militar de Tinajita, falló en su primera pasada, y más bien hizo blanco en algunas viviendas cercanas provocando las primeras victimas civiles de San Miguelito. La valerosa y heroica Compañía de Los Tigres de Tinajita contra-atacó a las 2:30 a.m. con su artillería liviana, destruyendo posiciones de los agresores. De 4:30 a 5:00 de la madrugada del día 20 de diciembre, los helicópteros yanquis bombardearon el cuartel de la undécima zona militar y lo destruyeron. Los residentes de Los Andes n° 2 abrieron las puertas de sus casas y nos ofrecieron desayuno. Querían ellos así expresar su solidaridad con los defensores de la patria. De pronto a eso de las 6:00 a.m. la aviación yanqui reanudó su bombardeo contra Tinajita y los helicópteros depositaron observadores en las lomas de Los Andes y ametrallaron la Escuelita de esta comunidad donde teníamos apostados nuestros propios vigías. Se respondió al ataque con ráfagas de ametralladoras y los artilleros enemigos en su loca desesperación por eliminarlas, dispararon erráticamente sus cohetes haciendo añicos los techos de varias moradas. Un militar patriota apuntó su lanzacohetes contra una de las naves atacantes y acertó el disparo, obligándola a alejarse echando humo, probablemente para luego caer en otro lugar.
Ya para las 9:00 a.m. del primer día de la invasión, los atacantes extranjeros lanzaban sus cohetes y bombas por los alrededores de El Cristo Redentor, Villa Lucre, Cerro Viento y por otros sectores de San Miguelito. Por carecer del apoyo de fuego antiaéreo, un sentimiento de impotencia se apoderó de nosotros, militares y brigadistas. Pero como pensábamos que el ataque aéreo enemigo era de ablandamiento para que luego avanzara su infantería y sus tanques, permanecimos en nuestras trincheras de lucha. Por fin descendieron tropas aéreo transportadas en helicópteros de doble hélice a las faldas del Cerro Tinajita, y entre el fuego de los morteros operados por miembros de la undécima zona, al mando del Teniente Coronel Daniel Delgado Diamante, y el fuego de los fusiles de Los Tigres y de los miembros del Batallón San Miguel Arcángel le sacamos la mugre a los marines yanquis. No pudieron avanzar ni siquiera una pulgada. En ese lugar les causamos muchas baja entre heridos y muertos. Siempre que intentaban ascender por el cerro con el propósito de capturar el cuartel se les disparaba, obligándoseles a poner pecho en tierra. Así se les mantuvo hasta las 5:00 p.m. hora en la que fueron evacuados en helicópteros.
Sólo después de la retirada de los agresores de Tinajitas esa tarde del 20 de diciembre, los guerreros tuvimos un reposo y así pudimos enteramos de los combates en Río Hato (Coclé) y en Coco Solo y Cristóbal (Colón). Un integrante del Comando Torrijista 16 de diciembre, que evito ser capturado por la soldadesca invasora en Amador, nos narro la triste historia de lo acontecido a una compañera de su mismo Comando que, herida gravemente, mientras agonizaba, le dijo a otra combatiente de nombre Xenia: “Cuida de mis hijos y háblales de mí”, y luego murió. Durante la noche del 20 de diciembre ocurrieron enfrentamientos muy costosos en pérdidas materiales y de vidas para los que hollaron nuestra soberanía.
Un convoy yanqui que se acercaba por las afueras de Paraíso fue emboscado y el vehículo lleno de soldados enemigos se hizo estallar. Un par de tanquetas quedaron fuera de acción. Igual fin tuvo otro convoy que provenía posiblemente de Chilibre hacía San Miguelito. Sufrió bajas humanas y se les inmovilizó varios vehículos. Semanas después conocimos por vía de la Televisora SCN Canal 8 (norteamericana, de la Zona del Canal) que ese grupo de asalto constaba de 32 unidades, que había sufrido 24 bajas. Solamente “heridos”, según ellos.
En la madrugada del jueves 21 de diciembre, segundo día de la invasión, se encontraban custodiando el puente elevado de San Miguelito, patriotas del Batallón 2000, Los Macho de Monte, miembros de la UESAT (Unidad Especial Anti Terrorismo), de la F.A.P. (Fuerza Aérea Panameña), de la Undécima Zona y del San Miguel Arcángel. Temprano en la mañana detuvieron el avance de columnas enemigas que venían por la Transístmica desde Bethania. A las 3:30 a.m. se escuchó otra andanada de artillería liviana efectuada contra posiciones enemigas cercanas a Fort Clayton (base militar norteamericana), desde los alrededores de la barriada 9 de enero. El Puesto de reten que los yanquis mantenían a la entrada de Cerro Patacón fue destruido. La respuesta del ejercito invasor se dio a las 4:00 a.m., con bombardeos aéreos que incluían rayos láser y ordenadores térmicos que registraban las temperaturas de todo lo que se hallaba debajo de los aviones que los portaban. Ya para ese segundo día de guerra era evidente que se había agigantado la estatura moral de los que defendían la patria, pues no era un secreto que las Fuerzas Armadas de una potencia mundial había tenido que recurrir a todo su arsenal bélico moderno para abatir la resistencia que presentaban los bolsones de militares y Batallones de la Dignidad de un país subdesarrollado tercermundista.
Los Defensores de San Miguelito esperábamos el asalto final de parte de los agresores, así que nuevamente tomamos posiciones dispuestos a repelerlos, pero no se atrevieron. Los combates que se estaban sucediendo en muchos lugares del territorio nacional les daban a comprender al imperialismo yanqui que no bastaba “pedir una cerveza, tomarse la mitad y luego salir a apoderarse de Panamá, y al volver la otra mitad seguía fría”, como había manifestado en una ocasión el General Marc Cisneros (Jefe del Comando Sur Norteamericano) en sus sueños de opio. Les costo mucho tiempo y muchas pérdidas humanas y materiales, a los que cometieron el horrendo crimen de invadimos.
El 21 de diciembre, desde las 9:00 a.m. a las 10:00 a.m., la aviación enemiga saturó de bombas y metralla dos cerros, de Los Andes n° 2 al cerro Tinajita, y otro contiguo a él, como también el lugar denominado Ojo de Agua. Entre las muchas bajas que se registraron ese día se contó la del padre de un integrante del San Miguel Arcángel. Ese luchador había manifestado el 20 de diciembre que: “Si su hijo era lo suficientemente valiente para pelear por la patria, él lo apoyaba”. Ese día se sintió aún más la necesidad de armas anti aéreas. Pero no obstante eso, se efectuó un contra ataque con fuego de mortero contra objetivos enemigos por los alrededores de Corozal.
Desanimado por la falta de protección contra la aviación enemiga, el Teniente Coronel Daniel Delgado Diamante dio la orden de replegarse a sus hogares al mediodía, el jueves 21 de diciembre. Además, se rumoraba que los yanquis iban a bombardear Los Andes n° 2 y otros sectores poblados, como habían hecho con El Chorrillo. El Grupo de Apoyo que había estado en San Miguelito desde el comienzo de la batalla abandonó el distrito, junto a otros voluntarios. Algunos decidimos seguir oponiéndonos a la ocupación extranjera. La noche del segundo día quedaba alumbrada por la gran cantidad de luces de bengala que arrojaban aviones, y a pesar de eso sostuvimos varios encuentros con el enemigo. A los heridos pudimos llevar a curar pese al toque de queda impuesto por el Comando Sur, que regía de las 6:00 p.m. a las 6:00 a.m. Los Tigres proseguían disparando sus morteros y dando en el blanco de las posiciones de avanzada del agresor.
El Viernes 22 de diciembre, al romper el alba, un helicóptero enemigo descubrió el movimiento de unidades de la Undécima zona y de las F.A.P. que iban a cumplir misión de ubicación y de aniquilamiento de miembros de la inteligencia militar norteamericana. La nave disparó sus cohetes y abrió fuego de ametralladora por los alrededores de la barriada Torrijos – Carter e hirió a dos de nuestros combatientes. Ese día planeamos crear grupos operativos para asestarle al agresor golpes audaces. Cuando intentamos salir de San Miguelito para llevar a cabo esas acciones, no pudimos romper el cerco que mantenían fuerzas especiales gringas alrededor del distrito, y escapamos de la muerte saliendo rápido del vehículo que nos transportaba de regreso a nuestro puesto de partida, al ser interceptado por un helicóptero. Nosotros nos salvamos, pero el medio de transporte quedo destruido y con él nuestras armas.
El 23 de diciembre, cuarto día de la invasión, nos retiramos tristes, concientes que el imperialismo yanqui y los colaboracionistas criollos habían ganado el primer asalto, pero también salimos convencidos que el combate no había terminado. Los próximos asaltos tendrán que ser necesariamente de carácter político, por que el desangramiento que padeció la nación istmeña durante la violenta interferencia foránea, nos aconseja no adoptar medidas insensatas. Tenemos una responsabilidad histórica que cumplir con serenidad y madurez. Todo desvío de esta conducta dificultaría innecesariamente nuestro proceso de liberación nacional. Cuando la patria se viste de luto y llora la desaparición de miles de sus hijos, los patriotas no pueden doblar la cerviz ante el invasor”.[4]
Isabel Corro era la dirigente del Comité Nacional de Familiares de Victimas y Caídos durante la Invasión Norteamericana del 20 de diciembre de 1989. Este Comité realizó durante cada año, en el 20 de diciembre, y para conmemorar el aniversario de la invasión, la famosa Marcha Negra, que concentraba hasta 100 mil panameños cada año. Así mismo recababan información, listados y testimonios, así como exigía exhumaciones de fosas comunes y demandaba una indemnización al gobierno norteamericano. Isabel Corro nos dice lo siguiente en una conferencia celebrada en la Universidad de Panamá: “Durante 72 horas El Chorrillo permaneció incomunicado. Los norteamericanos pagaban 6 dólares por cada cadáver entregado. Un testigo dice haber acarreado 200 cadáveres para que le pagaran. En bolsas plásticas fueron lanzados cadáveres al mar con bombas de inmersión. Tres camiones refrigerados de 40 pies entraron a El Chorrillo para recoger cadáveres. Muchos heridos eran juntados con los cadáveres. Cuando se exhumo la fosa común del Jardín de Paz se encontraron los restos de un militar con pierna y brazo enyesado. Seguramente lo sacaron de un hospital para después asesinado. Había cadáveres que tenían las manos amarradas a sus espaldas. Sin dudas fueron ejecuciones sumarias. Además hubo cadáveres con ropas de civiles, ancianos, mujeres, niños. Calculo en alrededor de 4 mil los muertos panameños durante la invasión”.[5]
Existen varios testimonios recabados por la periodista Argentina Stella Calloni, quien estuvo en Panamá durante la invasión, y que para ejemplo citamos los siguientes:
Una enfermera llamada Gloria: “Fuimos testigos de todo esto. De lo que yo llamo toda clase muertes. Nos dispararon sin piedad toda una noche de horror. No teníamos salida. He visto el horror, caminaba aquella mañana entre cuerpos quemados y heridos, no podíamos auxiliarlos porque las tropas norteamericanas nos apuntaban con sus armas. Yo he visto el horror. Un muchacho herido levantar su cabeza y a un soldado norteamericano apoyar su pesada arma en la cabeza y dispararle. Eso he visto, salir a mujeres y niños de sus casas y los soldados los ametrallaron. No nos pueden pedir que olvidemos los tanques pasando sobre muertos y heridos, y nosotros gritando, de lejos, apuntados por las armas, arrodillados. En los primeros días nadie hablaba. Ellos, los gringos, hicieron todo para así aterrorizarnos para siempre. Pero ahora nadie quiere ser cómplice del crimen y estamos contando la historia”.
El Señor Rafael de El Chorrillo: “Dos Macho de Monte subieron a la azotea del edificio y destruyeron un helicóptero Cobra. Vi a un adolescente herido que para ayudarlo se le dio agua y se incendio. ¿Qué clase de arma es ésa que incendia con el agua? Vi una luz que todo lo que tocó lo volvió una mancha de aceite”.
El Señor Gilberto de El Chorrillo: “Usaron armas terribles. Un muchacho como de 16 años resistía escondido detrás de una maderas, luego se subió a un piso de la planta 13. – Esta loco – pensamos todos – ¿qué puede hacer él solito allá arriba? Él disparaba contra las tropas que estaban pasando sobre los cadáveres de nuestra gente. Entonces vinieron dos helicópteros y dispararon algo terrible. Algo entró y quemó todo en la habitación. Su cuerpo, pobrecito, quedo destruido. No puedo dormir, le juro que nunca duermo, veo la imagen cada día. Y ahora entiendo que no estaba loco, era un pequeño héroe nuestro”.[6]
CONSECUENCIAS HISTÓRICAS POST INVASIÓN
DESDE LA INVASIÓN NORTEAMERICANA DE 1989 HASTA LA ACTUALIDAD POLÍTICA
Pero el nuevo régimen del presidente Endara (quien tomó posesión como presidente electo en una base militar norteamericana) tuvo que soportar presiones, sobre todo de los movimientos populares y sociales, de los estudiantes, de los sindicatos, de los transportistas, del Comité de Familiares de los Caídos durante la Invasión (Marcha Negra), de los empleados públicos, de la nueva Policía Nacional (producto del ejército desarticulado) que intentó darle un Golpe de Estado en 1990 (en medio de grandes oleadas de protestas sociales), de los organismos de derechos humanos y de la oposición política – minoritaria en el parlamento, pero contestataria – del Partido Revolucionario Democrático (PRD). En 1991, el presidente Endara convoca unas reformas constitucionales a través de un referéndum, y el NO ganó rotundamente. Sin embargo entre los principales logros de la presidencia de Endara observamos que logró sanear la economía de la crisis en la que estaba inmersa, gracias a una ayuda extraordinaria de los Estados Unidos de millones de dólares, y a través de planes de austeridad fiscal, haciendo frente a los compromisos financieros internacionales, con una relativa inversión social y en infraestructuras, con el apoyo público al sector empresarial para realización de inversión privada nacional y extranjera, etc.
Pero con toda esta movilización social contra el gobierno, no fue difícil para el PRD levantar de nuevo su plataforma política a través de una imagen renovada, con una figura política que no estuviera desgastada por su relación con los militares, y es así como el PRD en su Congreso Extraordinario elige como candidato para las elecciones de 1994 al Dr. Ernesto Pérez Balladares, un Economista graduado en EE.UU., quien fuera ministro de Economía en el gobierno del General Torrijos, y que con un discurso moderado, reconciliador, pragmático y renovador lanza su candidatura en las elecciones de 1994, en las que resulta triunfador, y devolviéndole al PRD el poder del Estado, renovándole su imagen y estructura, e incorporando a las filas del Partido a nuevo sectores de la sociedad.
Si hubiera que hacer un balance del gobierno PRD de Pérez Balladares, diríamos que ejecutó un programa de reformas estructurales de la economía, siguiendo el modelo señalado por los organismos financieros internacionales, pero con estas medidas que fueron difíciles para las mayorías – privatizaciones, reducción del gasto público en el área social, reformas a la ley laboral, etc. – también se concedieron permisos a empresas internacionales para grandes obras, carreteras e infraestructuras, y se atrajo en gran medida la inversión nacional y extranjera. El Presidente Pérez Balladares intentó reelegirse a través de un referéndum de reforma constitucional en 1998 que se lo permitiese, pero el gran resentimiento contra su política económica, aunado con divisiones internas en algunos sectores del PRD, no le permitieron la reelección, y gano el No rotundamente en el referéndum. Fue así como en elecciones internas del PRD (socialdemócrata), el hijo del fenecido General Torrijos, el Economista Martín Torrijos Espino, es postulado como candidato del PRD en las elecciones de 1999, año de la reversión del Canal a Panamá. Su candidatura también se presentó como renovadora, con mucho apoyo de la juventud, la clase media y los profesionales, pero haciendo énfasis en un proyecto de nación a largo plazo, que integre a todos los sectores sociales, y retomando las ideas centrales del Torrijismo, pero adaptándolas a nuevos tiempos históricos.
Pero el desgaste que el PRD había obtenido en la administración gubernamental hizo que perdiera las elecciones, siendo entonces ganadora por el Partido Panameñista (derecha), la Presidenta Mireya Moscoso (viuda del fenecido presidente Dr. Arnulfo Arias Madrid), quien habrá entonces de administrar el país por medio de un triunfo democrático. Es a ella a quien le ocupó celebrar ceremonialmente la reversión del Canal en el año 2000, donde miles de panameños sin distingos políticos o sociales, avanzaron sobre la cima del cerro que alberga el Edificio de la Administración del Canal de Panamá, para colocar una bandera en homenaje de todos aquellos que perdieron su vida para ver coronando este sueño. Si hubiera que hacer un balance de la presidencia de Mireya Moscoso, se podría establecer que hubo una marcada desaceleración de la economía en ese periodo, aunado a la falta de definición de una política económica, que en todo caso estuvo definidas con reformas y aumentos de impuestos, ciertas inversiones sociales, un retorno al “paternalismo” de Estado para con los pobres y protección de los sectores productivos, como también con una baja en la inversión privada nacional y extranjera, así como fuertes protestas sociales al finalizar su mandato por parte de los sindicatos y grupos estudiantiles, que solicitaban la reincorporación del Catedrático de Economía Juan Jované al frente del Sistema de Seguridad Social.
Es en este marco coyuntural es que se celebraran las elecciones de mayo del 2004, cuyo principal candidato es nuevamente el Economista Martín Torrijos Espino por el PRD (socialdemócrata), y su principal adversario es el ex Presidente y Abogado Guillermo Endara, pero postulado esta vez por el minoritario Partido Solidaridad (centro y liberal). El Partido Panameñista (derecha) postula al Abogado y ex Ministro de Asuntos Exteriores José Miguel Alemán, así como el minoritario Partido Cambio Democrático (liberal) postula al empresario Ricardo Martinelli. Este es en suma el panorama de las elecciones de mayo del 2004, resultando finalmente triunfador Martín Torrijos Espino por el Partido Revolucionario Democrático (PRD), presidente desde el 2004 al 2009.
CAUSAS HISTÓRICAS DE LA OPERACIÓN CAUSA JUSTA
LA INVASIÓN NORTEAMERICANA A PANAMA O LAS PROFECIAS DE SANTA FE II
Escribir de la invasión norteamericana en Panamá no es tarea fácil, pues a todo los panameños nos embarga un sentimiento diferente, pero es un tema al que ninguno puede ser indiferente. Pero tampoco se puede ser indiferente a los muertos. No se puede ver los bandos que luchan, sin ver a los resultados, el Mal no tiene posición política, esta en todas partes, y a veces prevalece.
Así como el Documento de Santa Fe I: Una Nueva Política Interamericana para los 80 (A New-Inter-American Policy for the Eighties), que fue respaldada su redacción por el Consejo Interamericano de Seguridad (CIS) con sede en Washington, se convirtió en una guía para la política del gobierno republicano de aquel entonces, tanto en que recomendaba al Presidente Ronald Reagan una serie de medidas, que en parte fueron ejecutadas. Entre ellas se recomendaba la eliminación física de individuos que obstaculizaban los objetivos norteamericanos en la Región. Paradójicamente el entonces presidente ecuatoriano Jaime Roldós y el General panameño Omar Torrijos murieron en extraños accidentes de aviación.
Cuando se tiene a la mano el Documento de Santa Fe II: Una Estrategia para América Latina en los 90 (A Strategy For Latin America in the Nineties) no podemos menos que entender con claridad en cuanto los distintos temas que se recomienda a la administración Bush para con América Latina, muy especialmente en los temas relacionados con la República de Panamá:
“La expulsión de Noriega y la celebración de elecciones no serán suficientes para instaurar un régimen democrático en Panamá. Los Estados Unidos tendrán que centrar su atención en la gran variedad de asuntos del régimen democrático: la reforma de las Fuerzas de Defensas de Panamá, el apoyo a un sistema judicial independiente y la reestructuración de la economía serán cuestiones fundamentales.
…Las leyes bancarias tendrán que ser modificadas para impedir que el país se hunda una vez más en la corrupción basada en el cartel del narcotráfico. La Constitución Panameña deberá ser modificada para permitir la extradición de ciudadanos culpables de crímenes en terceros países, aunque sería ampliamente preferible que esta tarea la asumiera por sí mismo un poder judicial panameño depurado.
Además de eso, los Estados Unidos y Panamá, una vez el régimen democrático esté en el poder, deben comenzar a planificar con seriedad el control adecuado del Canal de Panamá (después del año 2000). Estas conversaciones deben incluir la retención por parte de los Estados Unidos de instalaciones limitadas en Panamá – principalmente la base aérea de Howard y la estación naval de Rodman para la adecuada proyección de fuerzas en todo el hemisferio occidental”.
Lo expresado anteriormente no fue escrito en el 20 de diciembre de 1989. Los ideólogos del Partido Republicano de Estado Unidos lo concibieron e incluyeron desde agosto de 1988, en el documento elaborado por el Comité de Santa Fe (Francis L. Bouchey; Roger Fontaine, ex asesor de seguridad nacional para asuntos latinoamericanos en el gobierno de Reagan; David C. Jordan; el General retirado Gordon Sumner, ex asesor para cuestiones regionales en el Departamento de Estado; Ronald F. Docksal, ex presidente del CIS; y el importante Teórico del Comité, el Dr. Lewis Tambs, quien fue sucesivamente embajador de Estados Unidos en Colombia y Costa Rica).
La simple lectura del documento de Santa Fe II nos asegura que la invasión norteamericana en Panamá, fue la puesta en práctica “a Sangre y Fuego” de la Estrategia concebida para este país en la década de los noventa.
1- La Expulsión del General Noriega: Mediante la invasión armada de 1989, el gobierno americano logra la expulsión de Noriega y se cumple la primera profecía de Santa Fe, sobre los cadáveres de miles de panameños y la destrucción de miles de viviendas, por el impacto de hasta 400 bombas lanzadas sobre el perímetro de la ciudad capital de este pequeño país.
2- Con la instalación del gobierno democráticamente elegido en el año 89 se cumple las profecías de Santa Fe: En el programa “This Week with David Brinkley” que trasmite la cadena de televisión norteamericana ABC, el Congresista norteamericano Don Edwards al ser entrevistado señalaba: “Hemos forzado a Panamá a ser una colonia. Hemos comprado un país. Panamá es ahora una colonia de los Estados Unidos de América. Empezamos gastando 10 millones de dólares para elegir a Endara; casi diez dólares por votos. Luego enviamos un ejercito para ponerlo en el poder y lo juramentamos en la Embajada de Estados Unidos”. Allí se equivoco el congresista, porque fue en una base militar americana.
3- Las reformas de las Fuerzas de Defensa: Es la primera tarea a la que se lanza el gobierno democrático con el apoyo americano. Se anuncia y pone en práctica su desmantelamiento y se estructura una Fuerza Pública, como fuerza de policía desmilitarizada, dedicada a tareas de policía y de tránsito.
4- El apoyo americano a un Sistema Judicial independiente: El gobierno del ex-presidente Endara Galimany negocia el Tratado de Asistencia Legal Mutua. Es una etapa que encuentra su paulatina ejecución de cooperación con el gobierno de Pérez Balladares.
5- La Reestructuración de la Economía: Se empezó a poner en práctica desde el momento en que Guillermo Ford anuncio en 1990 que la “economía panameña seria 100% privada”. De igual forma cuando el ex-presidente americano George Bush aprobó a finales de 1990 un plan de ayuda humanitaria de miles de millones de dólares para “reanimar la debilitada economía”, plan esta que conlleva respaldar la balanza de pagos, las inversiones públicas y la reestructuración de la economía panameña.
6- Sobre la modificación de la leyes Bancarias: En los años 90 se intento aprobar una ley por la Asamblea Legislativa, que en el tiempo en que fue discutida en el parlamento creó una cierta oposición del empresariado del sector financiero panameño.
7- Son contados los varios paquetes de reformas constitucionales, en 1993-1994, 1998 y 2004: Uno de ellos fue la aprobación del Titulo Constitucional del Canal de Panamá (1993-1994), que entre otras cosas permite la aplicación constitucional de la legislación norteamericana en los reglamentos laborales canaleros.
8- El control “adecuado” del Canal de Panamá después del año 2000 y la retención por parte del gobierno americano de instalaciones limitadas en Panamá, después del año 2000: Principalmente la base aérea de Howard y la estación naval de Rodman, con cierto interés norteamericano en el Centro de Operaciones de Comunicación de la Isla Galeta, de alcance Hemisférico, tuvo relación con las llamadas negociaciones para un Centro Multilateral Antidrogas (CMA) en 1998, que aún teniendo componentes civiles, hubiera tenido grandes componentes militares norteamericanos y de sus socios estratégicos del CONDECA y del TIAR.
Los planteamientos de una revisión del pacto de Neutralidad Permanente y funcionamiento del Canal, ayudarían a Panamá a evitar el rampante intervencionismo Norteamericano caracterizado en los últimos años, sus violaciones múltiples a los Acuerdos Canaleros, que con la intervencionista enmienda De Conssini nos ayudo a obtener el Bombardeo Norteamericano del 20 de diciembre de 1989, cuando todos los Panameños ignoraban de forma ingenua lo que iba a ocurrir en esa época (“A la Sombra de la Ignorancia Trabaja el Crimen”- General Simón Bolívar, Libertador de América). He de allí que estas Profecías de Santa Fe que albergan en sí misma el sentido de los hechos pasados, presentes – y futuros.
Rememoremos la frase del Apóstol de la Nacionalidad, Dr. Justo Arosemena, cuando escribía “que las ventajas económicas del istmo excitan la codicia norteamericana (…) y así, preparar y justificar así, lentamente un movimiento que de por resultado algún día la absorción del istmo entero por los Estados Unidos”. Y no deja de ser certera la frase de nuestro inmortal maestro, el filosofo e historiador panameño Dr. Ricaurte Soler, cuando escribió que “Para Panamá, finalmente la invasión como toda tragedia aclaro las cosas. Y una de ellas es la de que aun como Sísifo, ha de continuar con el empeño, dos veces secular, de autodeterminarse. Para ello las vías también son inéditas. Pues hoy mas que nunca el dilema de Simón Rodríguez ‘O Inventamos o Erramos’ esta vigente”. [7]
Notas.
[1] El subrayado es nuestro, para remarcar el papel de la Opinión Publica en esta Crisis Política.
[2] El subrayado es nuestro. Ídem.