José M. Aguilar H.
Miembro del PRD
Se supone que los hombres son solo el medio a través del cual, de manera fortuita, se realizan la inevitables necesidades históricas, cuando estas han madurado y requieren realizarse objetivamente. En tal sentido, el desarrollo de nuevas condiciones objetivas siempre se abren paso a través de circunstancias impredecibles e incluso inimaginables, para dar origen a una situación, una nueva realidad, cualitativamente diferente y superior. Entendido de esta manera, los personajes históricos y los acontecimientos que protagonizan, son solo criaturas creadas y gobernadas por fuerzas superiores, que los usan en el afán ciego de abrir paso, de una u otra forma, para que nazca lo que debe nacer. Sin embargo, en la Historia también existen los abortos, las esterilidades y las muertes prematuras, cuando los hombres y mujeres, escogidos por ésta, para las grandes tareas, no están a la altura de las circunstancias o renuncian a la grandeza de la obra, que alguna cadena dialéctica de casualidades, ciertamente, ha puesto en sus manos.
Es decir, las grandes transformaciones sociales solo son posibles cuando una acumulación de factores muy concretos conforman el sustrato sólido que las puede sostener. Entonces aparece en la sociedad un clamor, una urgencia y una presión terca y manifiesta, que comienza a insinuar posibles caminos y a reclamar acciones contundentes a los hombres y mujeres de ese tiempo. Pero son solo los hijos de la época quienes tienen la potestad de desconocer el llamado que a ellos les hace la Historia. o de asumirlo libremente y transformase en un encendido torbellino arrebol de acciones lúcidas y contundentes, que de hecho les transforma en personificaciones, situadas temporalmente, de la misma Historia, que lúcida avanza, sin demoras, en la construcción de lo que, en ese momento, se le hace posible construir..
Desde el nacimiento de la nación panameña, mezcla de razas que se fundieron en este esbelto Istmo al fragor del apasionado trasiego de riquezas robadas y destinadas a otros sitios, se fue construyendo y madurando la conciencia de un pueblo sagaz, animoso, laborioso y luchador; que ofrecía sus servicios a quienes por aquí pasaban, pero sin dejarse avasallar sumisamente y sin renunciar a su sagrado derecho a la rebeldía. En Panamá, desde la resistencia de los grandes cacique y los negros cimarrones hasta la heroica resistencia de los patriotas en Diciembre de 1989; pasando por el Incidente de la Tajada de Sandía, la lucha justiciera de los Cholos dirigidos por el General Lorenzo y las innumerables confrontaciones con el Imperio y la burguesía que pelechaba bajo su amparo, a lo largo de un siglo; se va conformando no solo una conciencia, una identidad y una necesidad histórica; sino también un programa muy concreto y específico de reivindicaciones, que de hecho constituyen las guías maestras para la construcción de una nueva forma de convivencia próspera, políticamente más democrática y socialmente más justa.
En 1968 el carcomido y obsoleto andamiaje político de la oligarquía criolla, que desde los acontecimientos de Enero de 1964 y posteriormente en Junio de 1966, en Colón, comienza a caer en vertiginosa picada, finalmente entra en una aguda e irreversible crisis y en Panamá, que no era más que una gran aldea con ya notables síntomas de hipertrofia en su zona de tránsito, ocurre lo que, de alguna manera, podríamos llamar “la plenitud de los tiempos”. Estaban dadas las cue a través de sus personificaciones, desde 1850, ensayaba fórmulas, forzaba el momento y buscaba los actores necesarios para el acto cumbre, que pronto se tendría que ejecutar. Insólitamente la solución estaba en el lugar menos posible; aparentemente. La transformación, de carácter ciertamente revolucionario, nace y madura en el seno de la represiva y nefasta Guardia Nacional; instrumento de terror al servicio de la oligarquía y del Imperio; instruida por el Comando Sur y la tan recordada Escuela de Las Américas.
Para la gran mayoría —quizás no para sus amigos—- era inaudito pensar, que Omar Torrijos Herrera, el joven veraguense, de origen humilde, hijo de unos maestros rurales de los de antes, nutrido en la sabia rebelde de Urraca bebida en las aulas de la gloriosa Normal de Santiago, iba a ser el protagonista privilegiado de un papel que la Historia Patria le estaba encomendando. Quién podía imaginar que todo ese extraño recorrido, que lo hizo pasar, incluso, por las aulas de una de las más retrógradas academia militar del Continente y que lo puso al frente del pelotón encargado de derrotar a los Heroicos Rebeldes del Tute, era el extraño recorrido escogido por la Historia, a fin de colocarlo en el lugar y la hora más adecuada para lo que estaba por venir.
El 11 de Octubre de 1968, no es un momento planificado con antelación, ni el fruto culminante de un proceso conciente y desarrollado a lo largo de años de cuidadoso trabajo conspirativo. Lo acontecido en esa fecha es, simplemente, casi una reacción espontánea de un grupo de oficiales, insatisfechos, preocupados y amenazados por la caótica dinámica de una burguesía oligárquica, incapaz de detener la debacle y que en su caída amenazaba también la estabilidad y los intereses de la institución castrense. Era un simple acto de defensa propia. Sin embargo la Historia tenía sus propios planes y ciertamente había venido preparando las condiciones y a los hombres necesarios para ese momento y lo que estaba por venir.
Omar Torrijos, líder innato de una generación de jóvenes de procedencia popular, tanto del campo como de la ciudad, que se integran a la Guardia Nacional buscando una solución a sus expectativas y aspiraciones personales y de formación profesional; es llamado, en medio del caos, a jugar un papel histórico. Y en vez de rechazar esta vocación la asume y pone todo su talento, formación e inteligencia al servicio de las esperanzas y justas aspiraciones de su pueblo. Mediado por su raíces y vivencias de juventud, pero también por la profunda comprensión y conocimiento del pensamiento y la estructura represiva del militar latinoamericano, del Imperio norteamericano y, sobre todo, de la Guardia Nacional, logra encontrar, en cada momento, la medida exacta para ir jalando el proceso “sin que se le reviente la soga”; a fin de avanzar, aunque solo fuese un metro, en la dirección correcta.
¿Lo iniciado el 11 de Octubre de 1968, es un fenómeno de carácter realmente revolucionario? ¿Qué clase de revolución fue la que se vivió en Panamá?. Para algunos el proceso que surge de los acontecimientos de 1968 y que se muestra con rostro propio y definido, a finales de 1969 y principios del año 1970, es solo “una caricatura de revolución”; porque no implicó todos los cambios profundos y radicales que ellos anhelaban, pero que nunca han ayudado realmente a construir. En una visión o concepción realmente idealista y rígida de la política, incapaz de comprender que, a fin de cuentas, “la política es, básicamente, el arte de lo posible” y que ser realmente consecuente consiste en comprender lo que, objetivamente, es lo máximo que se puede lograr en cada un momento dado, sin poner en peligro todos los logros y avances y sin renunciar a la posibilidad de aprovechar las nuevas oportunidades que se van construyendo a base del esfuerzo, del trabajo, conciente y levantado sobre etapas previas consolidadas; o a partir de nuevos hechos fortuitos, que nos son regalados por la Historia.. Lo iniciado el 11 de Octubre, a pesar de su nacimiento extraño, si fue un acontecimiento de carácter revolucionario, que, además y a pesar de todos los golpes, pérdidas y retrocesos, sigue teniendo vigencia y posibilidades, en el momento actual.
¿Cuál es el saldo objetivo del llamado Proceso Torrijista o Revolución de Octubre de 1968?. Primero que todo la recuperación de la plena soberanía nacional, la salida de las tropas de ocupación norteamericanas de nuestro suelo patrio, la integración del territorio nacional y la recuperación y usufructo, para la nación, de nuestro principal recurso natural: la posición geográfica y el Canal que hace posible su explotación económica. Estos logros son evidentes, indiscutibles y de un contenido profundamente revolucionario; en el sentido de transformación profunda y radical de las condiciones estructurales.
Pero además y a pesar de haberse perdido o retrocedido en muchos aspectos y sentidos, también, Omar Torrijos y el equipo de líderes civiles y militares que le acompañaron, supieron recoger y levantar a un plano superior todas las principales reivindicaciones del pueblo panameño; colocándoles en la posición más realistamente avanzada, para que les fuese más viable la defensa de sus intereses y expectativas. A pesar de todos los esfuerzos por borrar estos hechos de la memoria histórica de los panameños, nadie puede negar el significado profundamente progresista y revolucionario de los asentamientos campesinos y la infraestructura montada para apoyar la producción y comercialización agropecuaria; nadie puede desconocer el significado profundo de un Estado autosostenible y con soberanía económica basada en una amplia red de empresas eficientes, rentables y de alta tecnología y desempeño profesional, como lo fueron el IRHE y sus hidroeléctricas, el IINTEL, los ingenios, la refinería y la fábrica estatal de cemento. El Sistema Integrado de Salud, la red de escuelas y centros de estudios, así como el masivo apoyo para que la juventud panameña tuviese oportunidad de estudiar y formarse profesionalmente. ¿Y dónde queda la conocida solidaridad del General Torrijos con las luchas revolucionarias y progresistas de la región centroamericana y los Países No Alineados; todo esto con por lo menos 25,000 soldados norteamericanos acantonados en el centro de nuestro país y armados hasta los dientes. Y ¿la Asamblea del Poder Popular y la estructura de las Juntas Comunales y Juntas Comunales?; la forma de gobierno más democrática que se ha dado en Panamá, irónicamente bajo la égida de un militar.
¿Se cometieron errores?; pues si, seguramente se cometieron muchos errores. ¿Se ha retrocedido ó y se han perdido conquista? Ciertamente esto ha pasado y si no unimos fila en torno a lo fundamental posiblemente se puede perder lo que aun queda del legado del General Torrijos a su pueblo. ¿Fue paternalista Omar Torrijos? Muy posiblemente si lo fue, porque era un hombre concreto, con características humanas y que, quizás, sentía la necesidad de ayudar y aliviar en lo inmediato al panameño concreto, mientras cuajaban y se fortalecían los proyectos estratégicos, que debían garantizar un bienestar básico y sostenible para absolutamente todos los panameños. No obstante, ninguno de estos defectos y críticas, desmeritan el valor y significado del proceso de transformaciones que iniciaron el 11 de Octubre de 1968 y que hoy recordamos con cariño y gratitud; pero sobre todo con el compromiso de recoger y tomar con amor la bandera de la nación panameña, darle un beso de hijos de esta Patria y seguir adelante en el compromiso de retomar el Torrijismo, de no permitir que desaparezca y servirnos de el como principal instrumento para culminar la tarea iniciada por Omar y hoy, aun, inconclusa: Realizar la transformación revolucionaria de nuestra sociedad; llevando la democracia al su máximo desarrollo posible; logrando que democracia se algo más que solo ir a votar cada cinco años; logrando que sea una práctica de participación y que alcance a todos los aspectos del quehacer cotidiano de los panameños.
Por siempre vivirá en nuestro corazones la Gesta Revolucionaria del 11 de Octubre de 1968. Por siempre vivirá en nosotros las enseñanzas de Omar Torrijos y nuestro respeto y cariño por su persona; porque el que da cariño siempre recibirá cariño y gratitud. ¡Viva el 11 de Octubre de 1968!. ¡Viva Omar Torrijos Herrera; ayer, hoy y por siempre!. ¡Omar vive; la lucha y el trabajo sigue!
11 de octubre de 2007