Por: Dagoberto Franco / Opinión
Debo iniciar este artículo confesando que no me he tomado el tiempo para leer el proyecto de ley de educación sexual, por lo que no puedo dar una opinión versada de su contenido. Sin embargo, la importancia de la educación sexual, como un tema transversal que debe estar incluido en el currículo educativo de todas las escuelas, es por lo que me atrevo a sugerir que se debe hacer un esfuerzo para aprobar una Ley que promueva la educación sexual en Panamá.
La forma como se ha manejado la discusión, nos debe llevar a la reflexión de que las redes sociales a pesar de sus bondades, también tienen su parte negativa, en razón de que nos inundan de información tergiversada, de mentiras, de medias verdades y de publicaciones que solo buscan imponer los criterios de los grupos a favor y en contra del proyecto de ley 61. Lo lamentable, es que la mayoría de las personas que ni siquiera han leído el proyecto de ley, se creen todo lo que se dice y terminan demonizando una iniciativa que es necesaria.
De todo lo que he visto por las redes sociales y otros medios, me ha llamado la atención dos intervenciones sobre el tema. Una fue la del diputado proponente de la ley, quien reconoció que el proyecto es un modelo de otro país, el cual se debe adaptar a nuestra realidad. La otra intervención es la de una funcionaria que señaló que el Ministerio de Educación no ha elaborado ninguna Guía de Educación Sexual para uso de los estudiantes, y que la supuesta guía que se ha difundido en la redes no corresponde a las que se utilizarán en Panamá.
Cabe resaltar los señalamientos de la experta ecuatoriana, quien asegura que el proyecto de ley 61 es un producto enlatado que nos quieren imponer con el aval de la ONU, y que detrás hay un negociado en la venta de los condones.
Por la presión de los grupos opuestos, se tomó la decisión de bajarlo a primer debate, lo que a mi juicio no es suficiente, porque los diputados abren un periodo de consulta a las partes interesadas, pero al final terminan imponiendo su proyecto. Lo más acertado, es que se retire de la Asamblea y se establezca un proceso en el que se escuche a todos los sectores que tienen algo que decir sobre el tema, y de esta consulta se extraiga un anteproyecto de ley consensuado.
Ambos grupos deben deponer posiciones extremistas y pensar que es necesario implementar la educación sexual. Y esto solo se logra consensuando un proyecto de ley que se ajuste a nuestra realidad y que recoja en lo posible las aspiraciones de los dos grupos que hoy están enfrentados. Mientras no se pongan de acuerdo, seguiremos viendo, con pesar, las cifras alarmantes de niñas y adolescentes embarazadas y el aumento también alarmante de jóvenes infectados con el VIH/SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual.
Presidente de la Fundación Guardianes del Ambiente.